Psicoterapia y religión. Año 5. Número 12

Autora: Brenda Yolotzin Burguete Alanis.

RESUMEN
En el presente artículo se pretende esclarecer la problemática existente entre la psicoterapia y la religión, ya que se asume no pueden mezclarse ni utilizarse una dentro de la otra; en ocasiones son mostradas como competencia o reemplazo una de la otra. También se abordarán sus definiciones, diferencias en su ámbito de acción e interrelación, aunque tienen sus propios campos de desarrollo. Sin embargo una puede ser de ayuda para la otra, y así lograr que el ser humano reciba los alicientes necesarios y los efectos terapéuticos óptimos de ambas al modificar sus pensamientos, conductas y emociones.

PALABRAS CLAVE: Psicoterapia, trastornos psicológicos, religión, religiosidad, confesión.

INTRODUCCIÓN
La psicología y la religión se han desarrollado junto al ser humano en su búsqueda de sentido, han tratado de darle una explicación a su existencia. Aunque cada una surge en momentos diferentes, con métodos y soluciones para los problemas psicológicos o del alma, del sufrimiento y de la enfermedad.

Durante la Edad Media, a nivel religioso los métodos utilizados no fueron ortodoxos ni convencionales en los tratamientos de los trastornos psicológicos, mentales o del alma: exorcismos, agua bendita, tortura y muerte en la hoguera. Así, la locura se debía a posesiones demoniacas en las personas que practicaban el ocultismo o actos que se consideraban impuros, fuera de la moral, como consecuencia del castigo divino. Hoy esto se llama Psicosis.

La Psicosis es una enfermedad mental en la cual la persona presenta delirios, pérdida del contacto con la realidad, alucinaciones, aislamientos de su entorno social, conducta y comportamientos desorganizados, que hacen que se presente una alteración en la personalidad y problemas de adaptación a nivel social debido a los síntomas presentes. Esta patología puede derivar de múltiples factores: genéticos, consumo de sustancias tóxicas o el ambiente social.

Sin embargo, en ese tiempo la psicología todavía estaba en sus inicios haciéndose cuestionamientos por medio de la filosofía para poder explicar la existencia del alma en el hombre o si provenía de otras fuentes. A través de esa búsqueda de la verdad, la psicología poco a poco se fue expandiendo y surgieron teorías que intentaron dar una un sentido a todas aquellas dudas. Así para que la psicología sea una ciencia objetiva y válida se separa de la filosofía y empieza a crear métodos cada vez más apegados al método científico. En 1879, en Leipzig Alemania, se creó el primer laboratorio de psicología hecho por Wilheim Wundt, donde se usaban métodos experimentales.

A pesar de la separación que marcó la psicología hace unos siglos para convertirse en una ciencia objetiva, hay una línea muy fina que sigue conectada con la religión. Con el tiempo se ha visto que la psicoterapia y la religión pueden unirse o separarse abruptamente. Para poder entender sus diferencias y sus puntos de convergencia se necesita analizarlas.

La religión es “un sistema de creencias y cultos organizados por personas practicantes” (Emblen, 1992) o una serie de “creencias, actitudes y prácticas respecto sobrehumanos o fuerzas personificadas que son responsables de todos o algunos de los procesos de la naturaleza animada o inanimada y a los que concibe capaces de ser influidos por la conducta humana” (Warrem, 2007).

Es decir, la religión es considerada como un conjunto de creencias con respecto a un “Ser Superior, Divinidad o un Dios”, que da sentido a la existencia del ser humano donde existen sentimientos de veneración y de temor para con ella; donde se establecen normas de conducta de naturaleza individual o colectiva y donde se ejercen prácticas como la oración y el sacrificio para ofrecer culto.

El ser humano busca entender su existencia, darle un sentido a su vida por medio de la relación que establece con un ser trascendental que configura su destino. Sin embargo, hay que saber diferenciar entre religión y religiosidad, que a menudo se confunden.

La religiosidad es vista como una expresión de la vida religiosa del creyente, que se vive en lo social, como un soporte sociocultural; es decir, está hecha de un conjunto de conocimientos, ritos, normas y valores que le dan realidad y sentido primordial a la experiencia de lo divino; donde se establece un compromiso para ir en busca de lo divino a través de adoctrinamiento, las creencias y las prácticas que son expresadas por medio de rituales. Tiene dos cualidades: la espiritualidad como experiencia de lo celestial o divino donde trasciende lo biológico, psicológico y espiritual ya, que es fruto de la reflexión interior del individuo; y su carácter instrumental y supersticioso, donde aleja a la persona de lo espiritual ya que la experiencia de lo divino desaparece al juzgar y despreciar a aquellos diferentes de sus constructos mentales.

Según Victor Frankl (2004), creador de la logoterapia, en su libro “La presencia ignorada de Dios”, hace hincapié en que la religión y la psicoterapia son complementarias, pero no se sustituyen en su labor. Indica que la religión puede llegar a tener efectos terapéuticos en aspectos como la salud o el equilibrio psíquico, sin embargo, su fin no es la curación sino dar sentido a la vida de las personas o la salvación de sus almas.

La religión no asegura que las personas que la practican no tengan problemas en su vida diaria, ni que estén en equilibrio físico, mental o espiritual, es precisamente esa la razón para la búsqueda de aquello que les genere paz espiritual y mental, sin embargo, en ocasiones se llega inferir lo contrario de forma errónea.

Por tal razón, Jung, dice que la experiencia religiosa crea una necesidad universal de responder al sentido de trascendencia, superar sus limitaciones como personas por medio de la experiencia de lo luminoso, un Dios o ser Supremo, que no se restringe sólo a personas creyentes sino también a las no creyentes o ateas. Todo esto es posible debido al inconsciente colectivo a través de los simbolismos que están presentes en nuestra cultura.

Desde otra perspectiva, Adler (2004) veía a la religión como producto de la creación humana ya que ayudaba al ser humano a ser mejor al motivarlos a actuar de acuerdo con principios que buscan la perfección. No obstante, también se pueden generar arbitrariedades cuando se pierde el interés por el bienestar y la cooperación común y predomina el interés egoísta y personal que no sólo se puede dar en este ámbito sino también en la psicología.

Por consiguiente, la religión y la psicoterapia se han relacionado durante un largo tiempo en forma opuesta, como rivales y como complementos en el terreno profesional. Según Pascuale Ionata, en su libro “Psicoterapia y Problemática religiosa”, esto se debe a la falta de información mutua entre el psicólogo y el guía espiritual o sacerdote, ya que existe un desconocimiento de lo que se trata cada una. Cada uno posee una visión no experta acerca de los temas que pueden estar relacionados y que pueden ser de ayuda para que cada uno actúe desde su campo.

Para poder entender las diferencias y las semejanzas de cada una se necesitan aclarar los términos confesión y psicoterapia a menudo son confundidas o consideradas como situaciones parecidas.

En el primer caso, las personas llegan en busca de alguien que les absuelva de sus pecados, un sacerdote (juez moral) que se prepara espiritualmente para hacerlo. Estos son vistos como una falla que va contra la razón, la verdad y la conciencia debido a los apegos materiales, carnales o egoístas que pueden manifestarse por medio de actos, palabras o deseos que deterioran o faltan al amor verdadero hacia Dios y al prójimo.

Aunque el pecado no es un problema psíquico sino moral, facilita la neurosis debido a errores en la vida del sujeto, evasión ante las responsabilidades que posea y decaimiento al no conocer su sentido de vida. Esta confesión en la cual también se llevan a cabo penitencias, trae consigo un efecto de alivio psicológico, aunque no sea su objetivo.

En cambio, en la psicoterapia se lleva un proceso diferente, ya que la persona llega al consultorio en busca de orientación o asesoría por sus problemas o trastornos leves, moderados o graves que le causan malestares en los diferentes ámbitos de su vida: social, personal o laboral.

Esas problemáticas los pueden llevar a mentir, golpear, matar, violar, robar, tener un lenguaje desorganizado (groserías, lenguaje incoherente, blasfemias, etc.) y comportamientos extraños como desvestirse en la calle, tener actos sexuales no normales, etc. Todas estas conductas desequilibran la salud mental de la persona y la ponen en riesgos clínicamente significativos.

Se define como psicoterapia al proceso que puede ser personal, de pareja o familiar que busca modificar conductas, sentimientos, cogniciones y actitudes que causan problemas en la vida cotidiana y no se han podido resolver con sus propios recursos y habilidades. Un profesional que está capacitado y entrenado, que aplica técnicas de acuerdo a un modelo psicológico (conductista, psicodinámico, cognitivo-conductual, gestaltista, sistémico, etc.) que facilitan el cambio y el alivio de síntomas, es la solución profesional del enfermo.

Cuando la persona llega a la psicoterapia generalmente manifiesta síntomas de desánimo, ansiedad, baja autoestima, desesperanza y pérdida de confianza en sí mismo y en sus capacidades. Siente que no pueden afrontar lo que su ambiente le exige que resuelva. En muchas ocasiones llegan con prejuicios a terapia y consideran que ir implica que tienen un grave problema mental, que necesitan un internamiento psiquiátrico o que están locos; muchas veces llegan con duda o temor sobre lo que sucederá en el transcurso de las consultas.

La psicoterapia permite a los individuos descargar sentimientos, emociones, ansiedad e información, difícil de hacer en la familia, en terapia se liberan de lo retenido, guardado y ocultado. A través de este proceso descubren tendencias inconscientes que les habían generado conflictos, se les enseña a asumir responsabilidades, a tomar decisiones y a que sean capaces de solucionar sus problemas ya sean psicológicos o conductuales, con las habilidades que poseen.

Por consiguiente, una persona puede buscar ante los problemas que acontecen en su vida a un sacerdote o a un psicoterapeuta, sin embargo, el manejo que otorga cada uno es diferente. Cuando se recurre al primero la persona no se encuentra alterada, pide ayuda para recuperar el equilibrio espiritual o interior en su vida. Mientras que al segundo se acude cuando los recursos del sujeto se han agotado y se ha perdido la salud mental debido a una neurosis o psicosis.

La psicoterapia es vista como una fuente que aminora el sentimiento por la religión debido a que el psicoterapeuta respeta las creencias y la visión del paciente. Sin embargo, cuando el tratamiento es llevado en forma eficaz y ética, restituye la salud mental y a su vez el sentimiento por la religión.

Existen diversas opiniones dentro del campo de la psicología respecto a la religión, algunas divergentes y otras concordantes. Sin embargo, al comparar, al ir a terapia el individuo busca la paz con él mismo para entender lo que le sucede cuando enfrenta situaciones desconocidas, su deseo es liberarse de una tensión psíquica, que puede ser provocada por sus ideas, pensamientos, creencias, emociones, comportamientos, situaciones, etc., que le generan malestar y le estorban en su relación con los demás y con él mismo.

De tal forma que, cuando una persona que tiene creencias en Dios acude a la religión por respuestas a las dificultades que vive y espera ayuda y soluciones por medio de la oración como un medio de esperanza ante esos conflictos, no se puede cuestionar ni reprochar esa búsqueda. Por otro lado, cuando se busca la ayuda de un psicoterapeuta se ve como una persona a la cual es posible cuestionar, debatir, discutir y hasta contrariar. De modo en que el psicólogo ante estas posturas asume su rol como profesional, durante el proceso terapéutico de mostrar los errores y aciertos, deja clara la responsabilidad que le corresponde.

DESARROLLO
Se han realizado investigaciones sobre la interrelación que existe entre la experiencia religiosa y la salud física y mental de los individuos en situaciones donde el paciente es confrontado con una situación crítica de salud como el cáncer o enfermedades crónicas de difícil pronóstico (cardiopatías, vih, dolores crónicos, insuficiencia renal, esclerosis múltiple) donde los pacientes y sus familiares están en lucha continua contra el probable desenlace que puede ser angustiante para todos.

Mueller, Plevak, y Rummans (2001) explican la importancia que tiene para las personas con enfermedades graves o crónicas y los beneficios que puede tener para los pacientes y familiares que el personal (médicos, trabajadores sociales, enfermeros, psicólogos, etc.) de los hospitales esté capacitado y que tenga entrenamiento básico a nivel terapéutico para ejercer un rol y atender las necesidades espirituales del paciente (dentro del marco de los cuidados paliativos según la Organización Mundial de la Salud) y no sólo los aspectos psicosociales.

En ocasiones, situaciones que son fuente de dilemas tanto para médicos como enfermeras incluyen referir a los pacientes con sacerdotes, pastores o con personas dedicadas a la vida espiritual, que motivan discusiones ante cuestionamientos que les hacen. Otras veces, el tiempo dedicado a los pacientes, su formación como profesionistas, su falta de conocimientos acerca del tema o que en su vida personal no se practica ningún tipo de religión, limitan el tipo de interacción y la sensibilidad hacia las necesidades espirituales que posee el paciente, considerándolas como irrelevantes y desmotivando.

La demanda de atender las necesidades espirituales de los pacientes bajo el cuidado médico es una realidad clínica cotidiana, donde se necesita llevar un acompañamiento que puede ser proporcionado por cualquier persona que le brinde cuidados afectuosos, tranquilice, promueva actividades lúdicas y artesanales, además de atender sus necesidades corporales y procurar las presencia de sus seres queridos. La sensación de consolación que crea una persona atenta y compresiva a sus necesidades es vital en la reducción de las dosis de los ansiolíticos por sus efectos terapéuticos.

Shafranske y Maloney (1990) realizaron una investigación que tenía como propósito abordar la temática de la religión y la psicología en la cual realizaron una encuesta a la Asociación Americana de Psicología (apa) a 409 miembros. Evaluaron el uso de la religión dentro de la psicoterapia. Los resultados obtenidos fueron que 57% de los psicoterapeutas habían utilizado lenguajes o conceptos religiosos con sus pacientes dentro de ella. 36% había aconsejado participar en una religión. 32 % había sugerido leer libros religiosos o espirituales. 24% había orado en forma privada por sus pacientes y 7% había orado con ellos.

Sin embargo, los resultados también mostraban que 55% de los terapeutas encuestados indicaron que no era apropiado utilizar dentro de la Psicoterapia la biblia (Escrituras) ni tampoco orar con el paciente (68%).

En las encuestas participaron psicólogos clínicos de diferentes orientaciones de psicoterapia, hombre y mujeres con niveles máximos de posgrado (doctorado). Las orientaciones que participaron fueron Psicoanálisis (33%), Cognitiva (30%), Teoría del aprendizaje (17%), Humanistas (12%) y eclécticos (7%). Mientras que el género que predominó fue masculino (73%) frente a 26% femenino; 96% poseía un doctorado.

Aunque todavía no se ha logrado la consolidación de la religión/espiritualidad dentro de la psicoterapia, ha tenido mayor aceptación en el ámbito clínico que en el académico ya que esto es un hecho recurrente dentro del campo como un fenómeno importante dentro de la naturaleza humana. No obstante, cabe recalcar que no todos los profesionales practicantes de la psicología, según Zinnbauer, Pargament y Scott (1999), rechazan o son indiferentes u hostiles a la religión o a las creencias religiosas debido a que consideran que sólo es una manifestación irracional del pensamiento humano o de los deseos del paciente.

Zinnbauer, Pargament y Scott (1999) sugieren que existen aproximaciones en el ámbito clínico con referencia a la relación que hay entre la religión y la psicología basadas en conjeturas sobre la naturaleza del ser humano, su existencia y su realidad, así como la proyección de una imagen a futuro del papel de la religión en la consejería. Las cuales se explicarán a continuación.

La primera es la Rechacista donde su idea central es negar la existencia de Dios o el cielo, ve a las creencias religiosas como creencias irracionales producto de los trastornos psicológicos donde se altera el funcionamiento mental y emocional. Considera a la religión como un anhelo del individuo de tener un Ser Divino cuidador que posee poder ilimitado como una idealización primitiva defensiva desde la perspectiva del psicoanálisis.

La segunda explicación es la Exclusivista la cual afirma la existencia de Dios y advierte que la conducta humana es influenciada por las experiencias religiosas donde los valores base son los textos bíblicos, ofreciendo una única verdad sobre el origen del ser humano, su comportamiento, la moralidad que debe de poseer, la forma en que se debe de vivir la vida y cómo surgen los problemas en él. De tal forma que las enfermedades mentales son resultado de los problemas personales no resueltos provocados por conductas que fueron fuente de pecado no perdonados y que la única manera de intervención efectiva es a través del Espíritu Santo.

Por tanto, considera que para que los consejeros puedan tener una labor efectiva necesitan poseer la misma visión religiosa y respetarla de acuerdo con su propia realidad a través del uso del enfrentamiento religioso, pero cuando el paciente no la posee, el profesional tiene la obligación de llevarlo a ella cayendo en la intolerancia cuando se practica una religión diferente, lo que puede impedir el uso de otros tipos de afrontamientos no religiosos.

La tercera explicación es la Constructivista que considera que no existen una realidad absoluta que es construida a partir de las interacciones con otros seres humanos, los cuales interpretan y a su vez entienden la información, contextos y situaciones: Considera que los individuos poseen la capacidad y la habilidad para construir su propia realidad y darle significado. Estas construcciones están entremezcladas con experiencias, creencias, valores, miedos, prejuicios, esperanzas, decepciones, así como éxitos dentro del contexto social vivido. De modo en que el trabajo terapéutico existe una manipulación de los símbolos y metáforas de los textos bíblicos del cliente usados con un fin profano, no auténtico o insincero cuando las creencias del constructivista difieren.

Por último, la explicación Pluralista hace un reconocimiento a la realidad expresada en diferentes culturas, personas o maneras, al reconocer que existe una realidad absoluta, espiritual que admite varias interpretaciones y maneras de acceder a ella. A pesar de que el clínico trae su propio sistema de creencias, valores y experiencias, este debe ser capaz de negociar con el cliente una realidad social compartida para poder crear una realidad absoluta espiritual: esto se logra cuando ambos están conscientes de sus propias historias religiosas o espirituales, valores y marcos conceptuales, creando un nuevo sistema donde se establecerán metas en la terapia. Además, se establecen juicios de salud a partir del ajuste psicológico y el funcionamiento social al usar diferentes índices de patología y salud que estimulan a las personas que presentan problemas psicológicos a descubrir soluciones a través de la exploración grupal y personal de los aspectos psicológicos, espirituales y sociales.

Cabe mencionar que tanto las explicaciones constructivista y pluralista poseen mayor flexibilidad al tratar los temas religiosos y espirituales dentro de la psicoterapia de modo respetuoso y efectivo, ya que el terapeuta tiene la capacidad de entender la visión que posee su cliente en lo espiritual y lo religioso. Llevando a cabo el principio ético de la American Counseling Association (aca) y la American Psychological Association (apa), que alude a la competencia del consejero como capaz de proporcionar servicios que estén dentro de sus capacidades, habilidades y conocimientos.

Debido a esto, la Sociedad Mexicana de Psicología a través del código ético del Psicólogo establece normas de comportamiento del profesionista hacia las actuaciones como: la investigación, la docencia, los servicios que proporciona, el uso de pruebas y métodos de registro, medición y evaluación, las relaciones entre colegas y entre otros, así como la necesidad de la comunidad psicológica de capacitarse con respecto a la diversidad religiosa y espiritual para ser un profesional capacitado que tenga competencia en esta área.

Stander, Piercy, Mackinnon y Helmeke (1994) hacen hincapié en la formación de psicoterapeutas que sean capaces de percibir el fenómeno religioso-espiritual sobre los elementos teóricos y educativos que deben formar parte de ellos en las universidades. Por eso, el National Institute for Healthcare Research brinda apoyo a estas instituciones para la capacitación y el entrenamiento que deben de tener los psiquiatras sobre temas de religión y espiritualidad, para poder dar una intervención efectiva que abarque la totalidad del ser humano y no sólo en el ámbito psicológico, sino que también intervengan las áreas biológicas, médicas, sociales y espirituales. Obligando a los profesionistas que desean dedicarse al ámbito de la salud mental que trabajan con pacientes a abarcar lo religioso y espiritual, a capacitarse más y de forma profunda en estos temas.

Cabe aclarar que al llevar a cabo una intervención psicológica por medio de la psicoterapia impartida por alguno de los diferentes modelos, es el cliente quien busca al psicoterapeuta como una petición o solicitud, en busca de la recuperación de la salud mental y la disminución del sufrimiento o malestar que presenta; y aunque en ocasiones por diversos motivos los pacientes llegan a presentar resistencias, que pueden darse antes de buscar ayuda o durante este proceso, al no querer hacer consciente algo vergonzoso, problemático, doloroso o reprimido que genera una oposición a su bienestar y al de su familia a pesar de que es evidente que necesitan de la ayuda del profesional.

Dado que esta resistencia dificulta dar el paso para que el paciente desarrolle la demanda de ayuda, existe otra manera en la cual él puede acercarse con confianza y seguridad, por medio del acompañamiento espiritual. Cuando se logra hacer contacto con el individuo que requiere de comprensión y apoyo, el psicoterapeuta informa sobre aquellas creencias espirituales que están vinculadas a la problemática que le provocan molestia, enfado, irritación, intranquilidad o desasosiego. A partir de este punto, el cliente tiene que tomar decisiones de forma libre, sin requerir la asistencia del profesional o de otras personas como familiares, amigos o compañeros.

Es necesario recalcar que antes de comenzar con la intervención o tratamiento es necesario llevar a cabo un proceso de diagnóstico, que implica el uso de toda la información relevante para encontrar no sólo esas creencias espirituales que dificultan el avance y la comprensión de sus problemas, sino también aquello que en ocasiones guarda o no dice pero que le causa angustia e incomodidad.

También cabe señalar que un buen profesional clínico utiliza cada pieza de información disponible para crear un cuadro coherente de la condición del paciente, a partir de muchos pedazos y piezas de información, algunas de las cuales parecen insignificantes o incluso aleatorias.

Por lo cual, a partir de entrevistas, pruebas psicológicas y el conocimiento de su historia personal, antecedentes sociales, étnicos, religiosos y culturales, se logra reunir información para establecer un diagnóstico sobre un trastorno en particular a partir de criterios diagnósticos de acuerdo con los síntomas presentes.

Todo lo anterior sirve como base para el tratamiento, donde se establecen metas de corto y largo plazo, se implanta la modalidad (individual, de pareja o familiar) y la perspectiva teórica que la sustentará. Para esto el clínico toma en cuenta la gravedad del problema del cliente para decidir qué tipo de lugar se recomienda para aplicarlo.

En definitiva, para que un psicoterapeuta pueda ser competente en la atención de la salud mental necesita un adiestramiento que lo capacité para atender las alteraciones mentales, emocionales y conductuales que presenta su cliente. Por ende, se tiene que mantener actualizado en su campo profesional y realizar esfuerzos continuos para mantener su competencia y pericia en las habilidades que emplea. Es por esto que no puede ser practicada por ninguna persona o profesional que no tengan la formación de psicólogo y que carezcan de título y cédula profesional que los acredite ante la Asociación Mexicana de Psicología.

CONCLUSIONES
Para concluir, aunque la psicología y la religión se han unido y separado a través del tiempo y existen situaciones que han colocado en confrontación sus paradigmas, siempre hay un punto en el que han convergido: la búsqueda del sentido de la vida y la preocupación del hombre por encontrar la homeostasis ya sea mental o espiritual; en la cual el hombre sigue buscando ese camino por medio de la religión y la psicoterapia. Aunque cada una desde una perspectiva diferente. La religión va a ir al encuentro de ese equilibrio a través de la relación con Dios por medio de las normas y valores de los textos bíblicos. Y la psicología buscará la salud mental por medio de la indagación de la relación de su ser, consigo mismo y con los demás.

De ahí que la psicología no impone ningún credo específico a la persona que demanda ayuda, pero tampoco niega las creencias religiosas de su cliente ante un “Dios o Divinidad” que le provea una razón o motivo a su existencia, aunque sea invisible a los ojos del hombre, pero la fe que depositan en aquello llega a ser una fuente de fuerza y movilización ante los problemas de la vida. Aunque el psicoterapeuta no pueda otorgarle un nombre ni ser fuente de autoridad en ese campo, puede resaltar aquellas características positivas que permiten al hombre levantarse y seguir adelante, cuando dejan de confiar en sí mismos y los demás, ya que a través de la fe las personas descubren la certeza de lo que se espera y la convicción de aquello que no es visible ante nuestros ojos, permitiendo encontrar valores objetivos que les ayuden en cada paso de su vida.

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Psicoterapia y religión. Año 5. Número 12

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