Observando el cielo en invierno. Primera parte.

Uno de los espectáculos más interesantes que nos ofrece nuestro planeta es la posibilidad de contemplar el cielo nocturno, magnífico cielo estrellado que no es igual durante el año. Varía un poco semana a semana y mes a mes.

Actualmente el cielo está dividido en 88 constelaciones y cuando uno hace referencia a una estrella, a una nebulosa, a un cúmulo de estrellas o a una galaxia, se menciona a la constelación en la cual se encuentra, pues si el cielo está, digamos, hecho un mapa de 88 piezas, referir a la pieza número 25 o a la número 45 nos ayuda invariablemente para indicarnos la región del cielo sobre la cual estamos hablando.

Las constelaciones son grupos de estrellas que forman figuras imaginarias, las cuales han variado a lo largo de los tiempos y las civilizaciones que las relatan. Pueden definirse como zonas del cielo delimitadas de una manera bastante precisa y que permiten ubicar sin mucha confusión a cada estrella, planeta, galaxia o cualquier objeto celeste que se observe dentro de ella.

De hecho, existen algunas que han sido vistas de forma similar debido a su parecido real con la figura que dicen representar.  El escorpión es un ejemplo interesante, el cual durante el verano aparece a todas luces en el cielo nocturno.

Las constelaciones y todos los objetos celestes se levantan por el este, recorren la bóveda celeste y se ocultan por el oeste. Cada día su aparición se realiza cuatro minutos antes que el día anterior, por lo que no podemos ver siempre las mismas constelaciones durante el año.

Pero ubicar un objeto celeste no es tan fácil, para poder lograrlo debemos tener en cuenta un par de elementos, no sólo el área del cielo en que se encuentre o la época del año en que nos encontremos, un elemento también importante es la posición en el hemisferio donde nos ubiquemos, ya que para las personas situadas en el hemisferio norte hay regiones de la bóveda celeste que no es posible apreciar, pero que en cambio sí lo es para personas situadas en el hemisferio sur.

El ecuador celeste coincide con el ecuador terrestre que cruza la bóveda, el cual divide nuestro planeta en el hemisferio norte y sur. De hecho, los observadores situados en lugares del ecuador terrestre podrán ver todas las estrellas y constelaciones rotando a lo largo del año, con los polos celestes norte y sur situados muy bajos en el horizonte.

En cambio en la parte más norte del continente americano y Europa, se puede ver el polo norte celeste, la estrella Polar, la Osa Mayor, Casiopea y todas las demás constelaciones del norte en una posición muy elevada en el cielo y nunca se ocultan de la vista de los observadores de estas regiones. En esta posición no es posible ver nunca el polo sur celeste, ni la Cruz del Sur.

En el caso de un observador en un lugar extremo como el Ártico, en una noche ártica tanto el polo norte celeste como la estrella polar, Polaris, siempre se verían sobre la cabeza del intrépido observador. Todas las constelaciones del hemisferio norte girarían a su alrededor durante el año, y no se podría ver ninguna parte del cielo del hemisferio sur.

Una cosa similar ocurriría si estuviéramos en el extremo sur de nuestro planeta, como desde Argentina, Chile o Australia, pues desde estas regiones del planeta nunca veríamos a la estrella polar o la Osa Mayor, pero en cambio, la Cruz del Sur o la estrella Achernar, la estrella más brillante de la constelación del Eridano, siempre aparecerían muy altas en el cielo.

En la segunda parte de esta nota, el próximo miércoles, les daremos más detalles sobre cómo se ve el cielo en el invierno en el hemisferio norte.

 

Por Érika Hernández Jiménez.

Aliat Universidades.

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Referencia de la imagen:

https://bitacoradegalileo.files.wordpress.com/2010/11/saldapan_tezel_big.jpg

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