Cuando los mexicanos escuchamos hablar de tangos tenemos dos claros referentes. El primero puede indicarnos que alguien está siendo muy dramático y exagerado, quizá hace berrinche y la expresión es “deja de hacer tangos”, la segunda es la que refiere al baile argentino tan famoso en todo el mundo. Hoy seguimos muy encerrados por la pandemia, pero no por ello es necesario hacer tangos.
Aunque si consultamos el diccionario de la Real Academia Española notaremos que la primera acepción ni siquiera está registrada, lo que implica que el registro de uso de los mexicanos ha construido un referente de acción dramática con un término de un baile que al ser observado nos hará pensar un poco en el drama pero sobre todo la pasión entre la pareja que se encuentre en el centro de la pista de baile.
Hoy viene mucho al caso hablar del tango pues un cantante de tango argentino, referencia mundial del género, Carlos Gardel murió en 1935 un 24 de junio a los 44 años de edad, por lo que hoy, con un poco de música, historia y drama recordamos a un ícono de este género musical. Probablemente el referente “sentimental” más importante de este género que aunque no nació en Argentina sino en Francia con el nombre de Charles Romuald Gardes, es ubicado como argentino ya que en esta nación latinoamericana vivió desde temprana edad.
El tango es un género musical que surgió en los barrios de Río de la Plata, de lo más popular de la región y símbolo de las condiciones de fusión de los inmigrantes europeos, los descendientes de africanos y de la sociedad rioplatense nativa. Su expresión emotiva es muy profunda y con frecuencia son las temáticas amorosas las principales. En cuanto a la expresión corporal del baile que acompaña a esta música, es de caris altamente sensual y sugestivo, por lo que aunado con las profundas y tristes letras lleva al escucha a rincones anímicos muy extremos, pero de una intensidad que cautiva. Así que, en honor nuestro encierro prolongado, no hagamos un tango, pero acerquémonos a él.
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