La importancia de un buen diagnóstico del trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la repercusión de una inadecuada medicación. Año 2. Número 3

Autora: Brenda Mónica Quesada Enríquez.

Resumen
En este artículo se plantea el peligro de medicar a un niño sano con metilfenidato (para el tratamiento de TDAH -trastorno de déficit de atención con hiperactividad-), ya que en los últimos años se ha hecho un mal diagnóstico y se ha comprobado que sólo de 5 a 8% de la población infantil lo padece. Sin embargo existe sobremedicación debido a que es más fácil medicar a un niño que tenerlo inquieto.

Palabras clave: TDAH, metilfenidato, Ritalín, diagnóstico, neurotransmisores, noradrenalina, dopamina, sobremedicación.

Introducción
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
Los primeros registros de este trastorno se encuentran en documentos del médico escocés Sir Alexander Crichton de 1798: “Una investigación sobre la naturaleza y el origen de la enajenación mental”, en el que habla de una agitación o inquietud mental Mental restlessness en la que hace referencia a un estado inquieto e incapacidad para mantener la atención. De acuerdo al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), el TDAH tiene estas características: dificultad para completar tareas o diligencias, olvido constante de objetos necesarios para realizarlas, afectación en el ámbito social, laboral/escolar y familiar al no poder llevar a cabo lo anterior. La inquietud, aquí llamada hiperactividad, se manifiesta al no mantenerse tranquilos en lugares o momentos específicos: en la escuela, en reuniones sociales, conferencias, restaurantes, etcétera; tienden a hablar en exceso o a trepar en lugares inadecuados, entre otros síntomas.

En estudios y comparativos alrededor del mundo se ha encontrado que el TDAH se presenta en la población infantil escolar entre un 5 y 8% (Montañez, 2008), los varones son 3 veces más susceptibles que las niñas. El TDAH no es un trastorno de moda, sino que hay un aumento en el conocimiento de este padecimiento. Muchos diagnósticos han sido erróneos ya que dependen de observaciones subjetivas de maestros y tutores, basados en señales que todos los niños presentan en algún momento. Los factores agraviantes como la alimentación o el ambiente en el hogar a menudo son completamente ignorados.

Desarrollo
Estudios sobre el Ritalín (metilfenidato)
La página web de Publimed.gov formada por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (U.S. National Library of Medicine) y el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (National Institutes of Health) publicaron un estudio realizado a 10 pacientes diagnosticados con TDAH y 6 pacientes sin el diagnóstico (como grupo control). Se les realizó un mapeo cerebral para encontrar las diferencias entre los 2 cerebros. Los cerebros de los pacientes con TDAH tienen una mayor asimetría general con menor actividad en el lóbulo frontal y la región parietal izquierda en comparación con el grupo de control. Mostraron similitud en las regiones temporales. Estos estudios demostraron ser consistentes con estudios previos de la fisiología en el cerebro del paciente con TDAH que implican alteraciones en la perfusión y el metabolismo corticales regionales en áreas de los procesos de atención.

“Tratándose de un trastorno biológico que tiene su evidencia científica actual en estudios neuroquímicos, morfométricos, genéticos, y de neuroimagen que apoya un claro sustento biológico en su etiología donde además los factores ambientales juegan un papel importante en algunos casos” (Ruiz, Gutiérrez, Garza, y De la Peña, 2005). Este trastorno que tiene ciertos cambios en el cerebro es comúnmente tratado con medicamentos, el principal es el Ritalín de Novartis cuya sustancia activa es el metilfenidato.

Lo que sucede con el TDAH es que la corteza prefrontal no modula adecuadamente al locus coeruelus por un déficit de dopamina y noradrenalina. Esta falta de inhibición causa un ingreso excesivo de información que dificulta la selección de estímulos y aumenta la distracción (Resendis et al., 2008).

El uso del metilfenidato ayuda de manera artificial a regular este aumento de información y la falta de neurotransmisores naturales. Sin embargo, al usarse un medicamento que tiene efecto directo en el cerebro y los neurotransmisores se han hecho también estudios en cuanto a sus efectos secundarios.

El Ritalín es clasificado por el control de drogas de los Estados Unidos como un narcótico clase II, la misma clasificación que tiene la cocaína, la morfina y las anfetaminas. En Junio del 2005 la Administración de Alimentos de Estados Unidos publicó una serie de consejos de salud pública que advertían que el Ritalín y drogas como esta pueden causar alucinaciones visuales, pensamientos suicidas y comportamientos psicóticos así como comportamiento agresivo y violento.

También se han hecho experimentos en Chicago con ratones a los que se les ha inyectado metilfenidato, los cuales mostraron cambios en el cerebro. Estos cambios los compararon con los que sufrieron los ratones inyectados con la droga “cocina”, con pocas diferencias entre sí. “El metilfenidato, que se supone que es un compuesto bastante inocuo, puede tener efectos estructurales y bioquímicos en algunas regiones del cerebro que pueden ser aún mayores que los de la cocaína” (Yong Kim, Universidad de Rockefeller, Nueva York).

“La investigación financiada por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas y publicada en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias, llega después de una serie de estudios en humanos que revelaron que esas medicinas serían seguras cuando se emplearan para tratar el TDAH” (Volkow, 2010).

La importancia de un buen diagnóstico de TDAH y la repercusión de una mala medicación
Actualmente es muy frecuente mencionar que los niños tienen TDAH. ¿Por qué se ha dado este fenómeno? Al parecer son las condiciones de vida acelerada de hoy en día las que mantienen esta percepción, sin ser propiamente un diagnóstico certero. Y dado que los niños por naturaleza son exploradores, investigadores, activos, no pueden estar tranquilos por mucho tiempo en la fila para el banco, por ejemplo, o en condiciones propias para adultos y no para niños.

El trastorno de déficit de atención con hiperactividad sí existe, pero debe hacerse un diagnóstico oportuno debido a que sólo de 5 a 8% de los niños lo padecen. En él hay una alteración biológica en el cerebro en la que faltan neurotransmisores que ayudan a mantener la atención y hay una mala administración de la dopamina y la noradrenalina en el cerebro que provoca efectos en el comportamiento y causa un ingreso excesivo de información que no se puede discriminar, aumentando la distracción. Para paliar este problema se creó el Ritalín, el cual ayuda al cerebro a administrar de forma correcta la dopamina y noradrenalina y así regular el comportamiento y la atención del paciente.

Para los padres de familia sería importante revisar la siguiente lista de síntomas (Cuestionario tomado de Villasana, 2015), de detectarse en sus hijos por más de seis meses, sería importante acudir al especialista para diagnosticar de manera correcta y completa a los niños.

Déficit de atención
1. Con frecuencia comete errores en tareas escolares como pasar por alto detalles.
2. Con frecuencia tiene dificultad para mantener la atención en actividades prolongadas como lecturas o conversaciones.
3. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente, como si su mente estuviera en otra cosa.
4. Se le dificulta seguir instrucciones, evade tareas o pareciera que se le olvidó que tiene que hacer ciertos deberes.
5. Tiene dificultad para organizar tareas y actividades, muestra una mala administración del tiempo.
6. Pareciera que le molesta hacer las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
7. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades como lápices, libros, etc.
8. Los estímulos externos lo distraen con frecuencia.
9. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas como hacer tareas.

Hiperactividad
10. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
11. Con frecuencia se levanta en situaciones que requieran estar sentado por tiempo prolongado.
12. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado.
13. Con frecuencia está ocupado actuando como si lo impulsara un motor.
14. Con frecuencia habla excesivamente.
15. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta.
16. Con frecuencia le es difícil esperar su turno.
17. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros, como meterse en las conversaciones ajenas, en juegos o actividades.
18. Con frecuencia actúa impulsivamente sin medir el peligro o pensar en las consecuencias.

El conocer los síntomas contribuye a poder buscar ayuda a tiempo y no a hacer un diagnóstico prematuro, el objetivo de este artículo es hacer conciencia en los padres de familia y maestros que no es la mayoría de la población infantil la que padece TDAH e invitarlos a acudir con un profesional que haga los estudios correspondientes, los cuales incluyen diagnóstico psicológico de varias sesiones, y mapeo cerebral donde se encuentre que realmente existe un problema con los neurotransmisores y su administración.

Conclusiones
Es muy peligroso tomar un diagnóstico de este trastorno a la ligera, es necesario acudir con varios especialistas para poder obtener un diagnóstico correcto. Aunque hay casos en los que es muy evidente el trastorno, en otros son necesarias cuatro sesiones para poder encontrar alguna situación, además de hablar con los padres de familia, maestros y otras personas que conviven con el menor.

Antes de medicar se recomienda hacer un estudio cerebral que incluye un mapeo cerebral y una resonancia magnética para observar situaciones biológicas reales, después se debe analizar si es necesario medicar al menor, y quizá, con el tiempo, reducir las dosis del mismo.

Bibliografía

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Guerri, M. (s.d.). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Recuperado de ws.psicoactiva.com/infantil/trastorno-por-deficit-de-atencion-con-hiperactividad/

Trujillo-Orrego, N. Pineda, D. A. y Uribe, L. H. (2012). Validez del diagnóstico de trastorno por déficit de atención/hiperactividad: de lo fenomenológico a lo neurobiológico (I). Rev Neurol, 54:289-302.

Perote, A. A. y Serrano, R. A. (2012). TDAH: Origen y desarrollo. Madrid: Fundación Tomás Pascual.

Resendis, J. C. et al. (2008). Constantes vitales en niños expuestos a metilfenidato. Revista Mexicana de Neurociencia, 9(1):14-19.

Ruiz, G. M, Gutiérrez, M. J, Garza, M. S. y De la Peña, O. F. (2005). Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Actualidades diagnósticas y terapeutas. Academia Mexicana de Pediatría.

Sieg, K. G., Gaffney, G. R., Preston, D. F. y Hellings, J. A. (1995). SPECT brain imaging abnormalities in attention deficit hyperactivity disorder. Clinical nuclear medicine, 20(1):55-60.

Villasana, Q. (2015). Cómo saber si un niño es hiperactivo. Recuperado de www.mundopsicologos.com/consultas/como-saber-si-un-nino-es-hiperactivo

La importancia de un buen diagnóstico del trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la repercusión de una inadecuada medicación. Año 2. Número 3

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