La importancia de un buen candidato presidencial. Año 3. Número 8

Autora: Érika Aydeé Hernández Jiménez.

RESUMEN

El presente artículo, de carácter reflexivo y propositivo, expone algunos casos recientes y característicos de una nueva corriente de políticos o personajes públicos que en su búsqueda del poder, particularmente el de tipo presidencial, han manifestado una serie de comportamientos, mediante sus declaraciones, que los sitúan en posiciones poco comunes entre los políticos clásicos y profesionales. Finalmente, después de reflexionar sobre la calidad de comentarios y propuestas de los candidatos del continente americano, se propondrá cuál es la importancia de tener un buen o excelente candidato a la presidencia de un país.

PALABRAS CLAVE: Política, presidencia, candidato, alegatos, propuestas, declaraciones.

 

INTRODUCCIÓN

 “Los tipos de mensajes que los candidatos presentan a los votantes y los medios por los cuales movilizan su apoyo tienen gran incidencia en la calidad de las nuevas democracias alrededor del mundo” (Boas, 2011).

En este artículo de corte reflexivo se presenta el resultado de una investigación documental en el continente americano acerca del carácter, comentarios y propuestas de algunos candidatos a la presidencia durante las últimas dos décadas.

El trabajo surge como resultado de la reflexión sobre las características deseables que los candidatos presidenciales deberían tener durante sus campañas de elección y durante sus mandatos para cumplir consistentemente con el cargo para el que pretenden ser elegidos o son finalmente elegidos.

Para lograr este acercamiento a una propuesta de cómo debería ser el candidato a la presidencia se revisan algunas de las más polémicas y poco esperadas declaraciones de diversos candidatos americanos, entre ellos Vicente Fox Quesada, Hugo Chávez, Evo Morales, Enrique Peña Nieto, Sarah Palin, Andrés Manuel López Obrador y finalmente Donald Trump. Cabe enfatizar que este artículo no pretende fortalecer o debilitar ninguna propuesta política, sea de centro, derecha, izquierda o independiente, pues los fragmentos de declaraciones analizados sirven exclusivamente para analizar el estado del arte de múltiples candidatos presidenciales en las dos últimas décadas.

El entorno político en América, sin exclusividad de América Latina, enfrenta circunstancias muy particulares: problemas de baja credibilidad política, partidos políticos y políticos corruptos, países en crisis económicas cada vez más extensas y sostenidas, pobreza y marginación evidentes y crecientes, falta de confianza en las propuestas políticas y finalmente, que no únicamente, candidatos políticos sin suficiente fortaleza para acceder a la presidencia nacional (Pérez Martínez, 2014).

El político o candidato a un cargo político

“Lo que importa es la percepción de cómo el electorado responderá a un nuevo candidato, en caso [de que] sus tácticas recuerden a un gobernante vergonzoso” (Boas, 2011).

La política, como cualquier ámbito de la vida, está plagada de una amplia gama de condiciones, desde las ideales o más deseables hasta las peores y más excéntricas o poco deseables. En el ámbito político nunca como en la actualidad ha sido más evidente el deterioro de la clase política que ya no está constituida exclusivamente por políticos sino también por personas que en sus ámbitos de expertise han sido reconocidos o motivados a escalar a la esfera del poder político. Pero la razón para escalar a esta esfera no siempre es tan genuina como la de los políticos profesionales comprometidos (que a su vez son cada vez más escasos).

Y aquí comienza la reflexión acerca de las condiciones actuales que se perciben y reportan periodísticamente sobre la política, los partidos políticos y los candidatos y políticos profesionales. Si la clase política actual no está constituida exclusivamente por políticos profesionales comprometidos, ¿quiénes son los otros integrantes?: son políticos profesionales no comprometidos, políticos experimentados que aspiran a tener poder, políticos no experimentados que aspiran al poder, personas que han sido lanzadas como candidatos por su valor como personas públicas o celebridad, candidatos independientes comprometidos, candidatos independientes no comprometidos, empresarios con aspiraciones políticas y de poder, escritores, periodistas, en fin, la lista y las características de la gente que hoy conforma el universo político son tan diversas que requeriría un artículo completo para abordar estas condiciones, que no serán atendidas a profundidad en este trabajo.

Lo que es importante reflexionar es: ¿cuáles son esas condiciones que los candidatos presidenciales toman en cuenta al presentarse para una campaña de elección en América? Sobre algunas de estas condiciones Boas propone lo siguiente:

Si los candidatos presidenciales tienden a adoptar estrategias de campañas asociadas a gobernantes exitosos, también evitarán las estrategias que fueron deslegitimadas por un desastroso historial de gobierno de un presidente. Por ejemplo, si el actual presidente ha sido elegido en base a propuestas de políticas públicas específicas y luego ha fallado de manera miserable a la hora de cumplirlas, el siguiente grupo de candidatos va a estar cauteloso de ser asociado a ‘políticos que prometen mucho’. Por el contrario, un fracaso de gobierno posterior a una campaña centrada en la imagen, en vez de centrada en políticas públicas, alentará a los futuros candidatos a ser específicos sobre sus planes de políticas públicas (Boas, 2011).

Un candidato representará la imagen del partido que los ciudadanos esperan sea congruente, que satisfaga las necesidades y expectativas del electorado, de lo contrario correrá el riesgo de no ser elegido. “Además, debe transmitir liderazgo, inspirar confianza y respeto, poseer don de mando y capacidad de dirección. Sin olvidar aspectos, como la capacidad de iniciativa, de pensar en el futuro, de promover innovaciones, tomar decisiones acertadas y resolver conflictos” (Pérez Martínez, 2014).

De acuerdo con Homs (2000), un elemento básico que considera la opinión pública (y los votantes) es la credibilidad que tienen los electores con respecto de los políticos. Por lo tanto, la influencia política de un candidato (presidencial o no) dependerá de la credibilidad que genere, que a su vez dependerá de la trayectoria del candidato (sea político o no): sus logros, fracasos, moral e imagen ética. Y estos factores serán importantes de tomar en cuenta al analizar las declaraciones de los candidatos.

Entonces, ¿es posible caracterizar al candidato idóneo o ideal que aspire a un cargo público en América? Sin duda se pueden nombrar características deseables y esperables de los integrantes de la clase política que durante tres, cuatro, seis o más años aspiran a trabajar para mejorar el estado de una nación y después de reflexionar sobre las condiciones de las declaraciones de algunos candidatos presidenciales americanos se propondrá un perfil esperable en estos candidatos.

 

DESARROLLO

Elegir a un candidato dentro de una oferta ya sea grande o pequeña de posibles futuros gobernantes no es una cuestión sencilla para el electorado, quizá esta es una de las razones por las que en los últimos años es más frecuente ver que las casillas electorales se encuentran cada vez más vacías, la proporción de potenciales votantes se aleja cada vez más de su ejercicio democrático ante candidatos que no son ni su mejor opción ni la del país. Frente a esta condición de ciudadanos que no van a ejercer su voto debemos considerar la importancia de un candidato si no ideal sí suficientemente contundente como para gobernar una nación que, como ya hemos indicado, enfrenta serios conflictos en pleno siglo XXI (sin importar la nación).

Por lo anterior, más las problemáticas que actualmente enfrentan las naciones y las peculiares y constantes “amenazas verbales” que llenan cada vez más los medios de comunicación y las plataformas digitales es que el ejercicio reflexivo de este trabajo resulta de utilidad; principalmente para situarnos y entender el estado del arte de estas declaraciones y, por lo tanto, de diversos candidatos recientes en las esferas políticas de América. No es una novedad que la calidad discursiva y la escases de propuestas son una constante en la esfera de candidatos que aspiran a cargos presidenciales, lo que es una pena considerando lo costoso que es para el electorado pagar las campañas de dichos candidatos.

Así, se procede a hacer un análisis de algunas declaraciones que durante las dos últimas décadas han manifestado diversos candidatos presidenciales americanos. Cabe anticipar que el análisis no pretende ser exhaustivo ni incluir a todos los candidatos de América, dada la complejidad y falta de material en algunos casos; tampoco se pretende abordar cada país americano pero sí se realizó una selección que incluye, al menos, a ocho candidatos que han emitido polémicas declaraciones donde son identificables factores que nos ayudarán a hacer una propuesta concreta sobre las que serían las características del candidato presidencial ideal dado que la imagen de estos afecta la elección del votante (Newman, 2003; Rico, 2005; López-Escobar et al., 2007).

Declaraciones extrañas de los candidatos y mandatarios americanos

Cuando se trata de declaraciones, tanto en la vida cotidiana como en el ámbito político, es importante considerar que suelen ser el reflejo de quien las emite. Y este reflejo incluye posturas personales, culturales, políticas, económicas, sociales, históricas, entre otras. Y la razón de externar una determinada posición puede ser el pleno convencimiento personal, el interés por convencer al electorado, la necesidad de cambiar un posicionamiento anterior que ya no funciona, entre otras.

Así, escuchar y atender con atención lo que un candidato propone puede indicarnos la dirección que un potencial mandato podría tener en un país. De ahí la pertinencia de este artículo por retratar el estado de las declaraciones de muchos candidatos presidenciales o mandatarios durante las dos últimas décadas; el resultado de este análisis puede convertirse en la lectura necesaria para consideraciones de futuros candidatos, exclusivamente por el riesgo que la escasa calidad puede implicar para el rumbo de un país.

Entonces, sobra aclarar que un candidato que expone escasas consideraciones de todo tipo, que se expresa sin cordialidad, con falta de precisión, que miente, que refleja su ignorancia frente a temas comunes que debería conocer o que simplemente expresa posturas radicales, lejanas del diálogo, no es un buen candidato o mandatario ya que la política requiere el necesario cabildeo que ayuda a construir consensos, de lo contrario se cae en el posicionamiento tiránico que se enfrenta a las comunes posturas democráticas típicas del siglo XXI.

Para iniciar con el análisis de las declaraciones, en una referencia hacia el exsecretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, durante el mandato del ya presidente de Venezuela, Hugo Chávez, este último indicó sobre Insulza que es: “un verdadero pendejo, desde la P hasta la O”, “debería renunciar a la secretaría de la OEA, el insulso doctor Insulza, por atreverse a jugar el papel de un virrey del imperio” (Chávez, 2007). Esta declaración resulta semánticamente agresiva, sin presencia de la cortesía necesaria entre políticos a nivel global y refleja una calidad discursiva precaria, no deseable en el político que dirige o aspira a dirigir una nación.

En una declaración diferente, del mismo mandatario venezolano, pero un año antes de la anterior, y frente a la Asamblea General de la ONU, esta vez refiriéndose al en ese momento presidente de Estados Unidos, George W. Bush: “El diablo está en casa. Ayer el diablo vino aquí. En este lugar huele a azufre” (Chávez, 2006). Como puede notarse, el trato entre ambos mandatarios no era ni cortés ni adecuado o esperable de un mandatario a otro y menos frente a un foro internacional tan significativo como lo es la Asamblea de la ONU. Y en otra referencia de parte de Chávez hacia el mismo Bush el lenguaje es no sólo más violento sino agresivo hacia un líder político con un cargo similar al suyo:

“Come here, mister Danger, cobarde, asesino, eres un genocida, eres un alcohólico, eres un borracho, eres un inmoral, eres lo peor, mister Danger, eres un enfermizo, lo sé personalmente”. “Eres un ignorante, mister Danger, eres un burro, mister Danger; o para decírtelo en mi mal inglés, You are a donkey, Mr. George W. Bush”. “Eres de lo peor que ha habido en este planeta. Dios libre al mundo de esta amenaza” (Chávez, 2006).

Referirse a una persona en términos tan despectivos, agresivos y poco cordiales es no sólo una señal evidente de falta de consideración, buen juicio y respeto por personas en condiciones similares. Valdría preguntar cuál podría ser el tratamiento de alguien que se expresa así frente a un ciudadano común o frente a personas en condiciones inferiores. Huelga enfatizar que a partir del análisis semántico se infieren estas consideraciones, no a partir de otros elementos no reflejados en la expresión discursiva de las declaraciones aquí citadas.

En una declaración adicional del expresidente Hugo Chávez: “Váyanse al carajo yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno” (Chávez, 2006), puede leerse que la expresión descortés escala hasta generalizar a todos los ciudadanos de un país, en este caso, Estados Unidos. Por lo que cabe apuntar que de un candidato o mandatario de una nación se esperaría no sólo un trato respetuoso, cortes y delicado sino políticamente correcto.

En otra declaración del presidente Hugo Chávez en 2006 se manifiesta semánticamente una suerte de desatino lingüístico al referirse al estado de la política: “Creo que estamos sufriendo de impotencia política. Necesitamos un viagra político” (Chávez, 2006), así, durante la II Cumbre Sudamericana de Naciones en Bolivia, el mandatario venezolano expresa en términos no sólo poco apropiados sino hasta insolentes su opinión acerca de la política mundial. Sin duda esta declaración parece menos agresiva y desatinada que otras que se han analizado. Sin embargo, dado que esta declaración fue realizada en una Cumbre regional importante, basta preguntarse si ¿es este el tipo de lenguaje y de política que se esperan de parte del primer mandatario de una nación? o ¿sería esperable que el representante de un país sea mesurado y respetuoso, mucho más en los actos protocolarios frente a sus iguales, a pesar de que sus opiniones personales sean poco virtuosas? ¿Que un alto mandatario tenga opiniones tan extremas es pretexto suficiente para que las externe en un foro político internacional a donde no se representa personalmente sino representa a toda una nación?

En otra declaración de una candidata, esta ocasión al cargo de vicepresidenta de Estados Unidos, la republicana Sarah Palin manifestó: “Sobre el tema del vicepresidente que se habla tanto, sólo les digo que no puedo responder esa pregunta mientras alguien no me diga qué hace exactamente un vicepresidente cada día” (Palin, 2008). Esta declaración no resulta sólo escandalosa y fuera de lugar sino que evidencia el escaso conocimiento práctico de la candidata acerca del mandato concreto por el que pretendía participar en las elecciones estadounidenses. Esta es una señal de alerta para advertir que un candidato a un cargo tan importante debería tener no sólo el mínimo conocimiento sino de preferencia un conocimiento experto o muy importante del cargo que aspira tener.

La misma Sarah Palin durante la mencionada candidatura enfatizó: “Yo nunca, nunca hablé sobre si (África) es un país o un continente; simplemente no sé de este asunto. No sé cómo han podido dar vuelta esta única conversación que tuvimos sobre África” (Palin, 2008). Lo delicado de una declaración como esta no es sólo que la candidata se pretenda defender del tratamiento reiterado y puntilloso de los medios por su declaración sino la carencia intelectual mínima de la que hizo mención Palin al externar estas frases.

Otra declaración con caris de falta de conocimientos evidente fue la externada por la ya presidenta argentina Cristina Fernández al declarar: “La diabetes es una enfermedad de gente con alto poder adquisitivo. Es porque son sedentarios y comen mucho” (Fernández, 2013). Sin duda una expresión poco informada y cuestionable en palabras de una primera mandataria y por lo prejuicioso del discurso donde se asume que la diabetes sólo la padecen quienes son sedentarios y pueden comer mucho, como los de altos ingresos. A simple vista una declaración no sólo errónea sino inoportuna de tan alta funcionaria.

Un dicho más que evidencia tanto prejuicios como falta de conocimientos concretos de un mandatario o candidato presidencial es el externado por el presidente boliviano Evo Morales: “La calvicie que parece normal es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos, y esto es por las cosas que comen, mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque no comemos otras cosas” (Morales, 2010). En esta declaración es evidente el prejuicio y la información sesgada, por más que puedan hacerse ciertas generalizaciones regionales. Así, asumimos que de un candidato o presidente se espere mesura e información certera en la expresión de sus comentarios a la prensa o al público en general.

Y no es que un candidato presidencial o vicepresidencial deba ser un intelectual comprobado sino que resulta muy penoso que cuestiones mínimas como diferenciar entre un país o un continente sea una tarea irrealizable por quien se postula a un cargo tan importante para una nación. Por lo tanto, aquí asumimos que un candidato presidencial debería tener y mostrar mediante sus interacciones públicas un mínimo de conocimientos que en el imaginario público son dominados.

Un caso muy similar al arriba señalado en Palin es el del candidato presidencial George W. Bush, quien afirmó en un primer debate presidencial que: “He hablado con Vicente Fox, el nuevo presidente de México, para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo extranjero” (Bush, 2000). Esta declaración no sólo refleja desconocimiento de orden semántico sino de fondo acerca de lo que implica ser algo “extranjero”. Pero lo alarmante de este candidato es que ya siendo presidente estadounidense expresó: “Sé que en Washington hay muchas ambiciones. Es natural. Pero espero que los ambiciosos se den cuenta de que es más fácil triunfar con un éxito que con un fracaso” (Bush, 2001). Y con esta declaración la alerta es fuerte ya que el desconocimiento semántico resulta profundo sobre temas que un candidato o mandatario nacional debería manejar de forma certera.

Y en una declaración adicional del mismo Goerge W. Bush, pero durante su candidatura a gobernador de Texas externó: “Marte está esencialmente en la misma órbita… Marte está más o menos a la misma distancia del Sol, lo que es muy importante. Nosotros tenemos fotos donde existen canales, pensamos, es agua. Si hay agua, eso significa que hay oxígeno. Si hay oxígeno, significa que podemos respirar” (Bush, 1994). Lo peculiar de esta declaración y del éxito tanto como gobernador en Texas como durante sus posteriores dos mandatos presidenciales en Estados Unidos es que los electores, conociendo este tipo de declaraciones, decidieran votar por alguien con tan deficientes conocimientos de orden común, por lo que reiteramos que un candidato y mandatario presidencial debe mostrar en sus dichos un conocimiento superior a la media y no por debajo de los estándares medios nacionales.

Por su parte, el ya presidente mexicano Vicente Fox Quesada, frente a un grupo de niños durante el festejo infantil nacional en México afirmó: “Sí hice muchas travesuras de chiquito y las ando haciendo también de Presidente” (Fox, 2001). Esta declaración parece poco importante y relevante, incluso, pero si consideramos que las externó el presidente de la nación frente a un grupo de niños, el carácter del dicho es ya delicado dado que parece que el presidente alienta a los niños a permanecer durante toda su vida, incluso la adulta y de gran responsabilidad a seguir “haciendo travesuras”.

Y dada la anterior declaración, no es de sorprender que el mismo Vicente Fox dijera: “¿Y yo por qué?” (Fox, 2003), al ser cuestionado sobre su necesaria participación frente al conflicto y abuso de poder de TV Azteca frente al Canal 40. Entonces parece que ni el mayor responsable del orden y la política nacional puede tomar una posición, dar indicaciones para resolver un problema o responder al menos de forma profesional frente a un electorado que años antes le dio la credibilidad suficiente como para considerarlo el representante de la nación durante seis años.

E igual de alarmante e incluso más resultó, del mismo presidente Fox, la declaración: “Nos ofende lo que ha pasado en Juárez, pero tampoco es correcto estar refriteando, sin información, los mismos casos” (Fox, 2005). Este dicho frente, no a cifras “refriteadas” o a “los mismos casos” sino referente al estado de una ciudad donde la cantidad y crecimiento de la cifra de feminicidios es alarmante tanto a nivel nacional como para los organismos internacionales. Y dado que la información a la que hace referencia la declaración evidencia la constancia y permanencia de este estado de peligro para las mujeres de Juárez. Por ello, el dicho de Fox implica algo como decir “es importante, pero ya cambien de tema”, cuando lo alarmante del asunto es la falta de cese de tantos homicidios.

Y para concluir con los ejemplos de las declaraciones tan escandalosas del presidente Vicente Fox léase: “Ya hoy hablo libre; ya digo cualquier tontería, ya no importa. Ya. Total, yo ya me voy” (Fox, 2006). Esta declaración es una fehaciente muestra del estado de conciencia, o falta de ella, con la que el mandatario mexicano gobernó durante seis años y a sabiendas que ya había un nuevo presidente electo, por lo que ya se deslindaba del carácter o importancia de sus declaraciones, a pesar de que lo esperable en un mandatario o candidato es no sólo un alto nivel de discusión y de consciencia sino que dé la misma importancia tanto a la primera como a la última de sus declaraciones como líder nacional.

Por su parte, el candidato a la presidencia mexicana, Enrique Peña Nieto afirmó: “No soy la señora de la casa, pero ha de estar entre siete u ocho pesos” (Peña Nieto, 2011), frente a una pregunta de la prensa en la que se le cuestiona acerca del costo de las tortillas. Así, esta declaración no es escandalosa por lo que se desconoce (el costo de las tortillas, que no todos debemos saber, pues quizá no es información relevante cotidianamente) sino su “misógina” referencia a que son las “señoras de la casa” las que deben saber esa información, cuando lo cierto es que habrá más que sólo ese círculo de personas quienes conocerán a detalle el dato que el candidato ignoraba. Por lo tanto, afirmamos que un candidato debería ser un líder verbalmente prudente que trate con igualdad a todos los ciudadanos sin consideración de género, profesión o algún otro factor diferenciador.

Y otra polémica declaración, alarmante en su momento, del mismo Enrique Peña fue, durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la que presentó un libro que él escribió: “Un libro que me gustó, leí incluso el otro, la antítesis de ese libro era… cómo se llama, las mentiras sobre el libro de este libro” (Peña, 2011). El escándalo de este “trabalenguas” es que un candidato que iba a presentar su libro a una de las Ferias libreras más importantes del mundo, no pudiera no sólo articular tres frases seguidas, sino en realidad expresar NADA claro, lo cual es dudoso en el caso de quienes escriben libros, pues a pesar de sus editores, suelen manejar una línea discursiva decentemente aceptable, que el candidato Peña Nieto no sólo no parecía poseer sino nunca ha demostrado.

En otra latitud del continente, el ya mandatario Nicolás Maduro, presidente de Venezuela declaró: “Hay que meterse escuela por escuela, niño por niño, liceo por liceo, comunidad por comunidad. Meternos allí, multiplicarnos, así como Cristo multiplicó los penes… perdón, los peces y los panes… ¿Me perdonan la expresión?” (Maduro, 2013). Lo peculiar de esta declaración no es lo dicho en sí, sino el énfasis e importancia que le da el presidente al dicho, ya que debemos asumir que cualquiera puede equivocarse al verbalizar una palabra, pero hacer excesivo énfasis preguntando “¿Me perdonan la expresión?”, resulta un poco exagerado e incluso cuestionable, ya que no había mayor trascendencia, como sí la hay al hablar de Dios frente a una nación donde 100% de la ciudadanía no ha manifestado ser creyente. Así que asumimos que un candidato a mandatario debería ser prudente al hablar tanto de religión o referentes religiosos como de cuestiones sexuales que pueden escandalizar, molestar o alterar a alguna proporción de la ciudadanía.

Una declaración igualmente polémica fue la expresada por el ya presidente uruguayo José Mujica al hablar de la presidenta argentina Cristina Fernández y su esposo Néstor Kirchner, cuando con el micrófono abierto (aunque él no lo sabía) dijo: “Esta vieja es peor que el tuerto” (Mujica, 2013). Entonces, esta declaración parece no sólo una afrenta y falta de respeto al expresidente Kirchner sino a su sucesora, su actual viuda Cristina Fernández. Lo desafortunado de esta declaración es que aunque no se hizo pública ex profeso, se volvió pública por un descuido y manifiesta la falta de aprobación del mandatario uruguayo a sus iguales. Aquí asumimos que un candidato o presidente debe ser muy cuidadoso son sus expresiones, siempre, pero con mayor razón al referirse a otros colegas con cargos iguales, pues en el mundo de la política una declaración poco adecuada puede ser causante de conflictos que escalen a grados inoportunos para una nación.

Incluso si una mandataria o candidata hubiera manifestado declaraciones como esta: “Si fuera una genia haría desaparecer a algunos como hacen los genios” (Fernández, 2010) donde se evidenciara su falta de conocimiento y cultura, el trato lingüístico digno es lo esperable, siempre, frente a colegas iguales y a la ciudadanía global en su conjunto.

Otra declaración poco conveniente y respetuosa es la externada por el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador acerca del probable impulso de la candidatura de Enrique Peña Nieto del partido PRI de parte de la televisora nacional Televisa, cuando dijo: “Como el PAN ya no tiene levadura, ahora lo que están haciendo es inflando a un merengue” (López Obrador, 2012). En esta declaración, el candidato a la presidencia de México hacer una “burla irónica” sobre el peinado del candidato del PRI, al referir “inflando a un merengue”, además de la degradación de la categoría del partido frente a uno potencialmente superior (a su vista), el PAN, que se encontraba en una condición de pérdida sustancial de adeptos en México y frente a la posible pérdida de la presidencia después de dos sexenios consecutivos en el poder.

Otra declaración cuestionable y no esperable del candidato López Obrador en referencia directa al presidente de la nación fue: “Cállese señor presidente, deje de estar gritando como chachalaca… ¡Cállate, chachalaca!” (López Obrador, 2006). En estas expresiones no sólo se manifiesta una clara falta de respeto al primer mandatario nacional, a pesar de lo que él estuviera expresando, sino un manejo discursivo poco esperable y hasta ofensivo de un candidato que, por segunda ocasión, aspiraba a ganar la contienda presidencial en México.

Y para cerrar con una declaración más del mismo candidato presidencial, por segunda contienda, frente a unas autoridades y electorado que no lo beneficiaron y el dictamen de su derrota electoral dice: “Que se vayan al diablo con sus instituciones” (López Obrador, 2006). Donde no sólo manifiesta molestia ante un triunfo no alcanzado sino que desacredita a las instituciones electorales en las que había creído y con las que pensaba participar para obtener el máximo cargo público.

Situando las declaraciones nuevamente en Estados Unidos, frente a la trascendencia de la elección presidencial de 2016 se hará mención a algunas declaraciones que en los últimos años ha manifestado el empresario Donald Trump que en noviembre de 2016 aspira a ganar la silla presidencial estadounidense.

El mencionado empresario declaró: “Tuve que lidiar con Gadafi. Le alquilé un pedazo de terreno. Me pagó más por una noche que lo que valía el terreno por dos años y luego no le dejé usarlo. Eso es lo que deberíamos estar haciendo. No quiero usar la palabra ‘joder’, pero yo lo jodí. Eso es lo que deberíamos estar haciendo” (Trump, 2011). Esta declaración de un empresario podría resultar cuestionable ética y moralmente pues es la clara referencia de alguien que engaña a otra persona que confía en él y además hace alarde del abuso de dicha confianza como si de comer un dulce se tratará. Aquí se asume que por tratarse de la declaración de un empresario no tendría mayor importancia para este trabajo, pero debido a las siguientes declaraciones que se analizarán, resulta fundamental entender el estado mental y de juicio personal, profesional y político de alguien que en 2016 aspiraba a ganar la presidencia de Estados Unidos sin ser de origen un político profesional.

En una declaración que semánticamente evidencia poco conocimiento Trump dijo: “El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para volver a la industria manufacturera estadounidense no competitiva” (Trump, 2016). Esta frase es no sólo poco acertada sino prejuiciosa hacia una sociedad que actualmente, frente a la estadounidense, está dando muestras de crecimiento económico más grande y sostenido, señal que el empresario, ya candidato presidencial Trump utiliza para movilizar votos a su favor frente a un electorado en el que él parece creer hay un gran desconocimiento de las cuestiones globales.

Pero las anteriores no son las más “escandalosas” declaraciones del candidato Trump, quien dijo: “Si gano las elecciones, devolveré a los refugiados sirios a casa” (Trump, 2016). Lo cual no es sólo una declaración radical sino que va contra la política frente a los refugiados que muchas naciones mantienen en la actualidad frente a la tragedia que enfrentan los sirios en pleno siglo XXI. Así, se esperaría que un candidato presidencial fuera mesurado y a partir de información adecuada y no apreciaciones superficiales propusiera futuros movimientos en una nación, de ganar el cargo al que se postula.

En otra más de las polémicas declaraciones el candidato presidencial Donald Trump enfatizó que: “México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crimen, que son violadores” (Trump, 2016). Y con esta declaración el candidato no es sólo prejuicioso sino incluso hiriente al generalizar de una forma tan tajante acerca de las características que tienen los migrantes mexicanos que cruzan a Estados Unidos y trabajan del otro lado de la frontera. Declaración que ha traído como consecuencia una oleada de alegatos sobre el caris discriminatorio y hasta intimidatorio del dicho. En este trabajo se asume que un candidato presidencial o mandatario de una nación debería mesurar sus críticas, a pesar de que fueran ciertas y mucho más cuando se trata de hablar de un país entero.

Y la declaración final que analizaremos, del mismo Trump, dice: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos” (Trump, 2016). Declaración alarmante, peligrosa, violenta, una declaración que semánticamente reta y desafía enfatizando el poder económico de quien la dice. Aquí consideramos que el peligro de un candidato que asume posturas tan radicales como estas es que puede derivar en una oleada de comportamientos “asumidos y permisivos” que aunque vayan contra la ley, la moral o la ética, “si un candidato o mandatario los asume, pues cualquier ciudadano podría hacerlo también”.

 

La propuesta: El candidato presidencial ideal

A partir del análisis y reflexión de las declaraciones de diversos candidatos y mandatarios americanos, además de la propuesta teórica de varios autores, que a continuación se enunciarán, se propondrá una imagen ideal del candidato presidencial que en pleno siglo XXI esperan o deberían esperar los habitantes del continente americano y del mundo.

“(…) el candidato juega un papel esencial en todo el proceso electoral. Hoy en día muchos partidos políticos dan la posibilidad a las bases de su militancia a elegir” a quien representará al partido en las elecciones. “A través de éste proceso, los partidos presentan al candidato que, en principio, es el que representa al mayor número de militantes del mismo, ya que lo eligen después de leer sus programas y escuchar sus ideas. Otros partidos, dan la posibilidad a la ciudadanía, a través de las “primarias abiertas”, de elegir, junto con su militancia, al candidato que representará sus siglas. Pero, ¿qué características debe tener o mostrar ese candidato para poder ser el ganador?” (Pérez Martínez, 2014).

Dentro del trabajo teórico que remite a las características que líder como persona (o candidato, de acuerdo con este trabajo) se encuentran dos propuestas muy profundas: las de Miller et al. (1986) y Kinder (1986). El primer colectivo de autores considera que un candidato debe cumplir cinco aspectos:

(…) competencia, entendida como capacidad intelectual y experiencia; integridad, que incorpora aspectos como la confianza, la honestidad y la sinceridad; fiabilidad, que define atributos relacionados con la responsabilidad, la dedicación y la agresividad, que hacen de puente entre la competencia y la integridad; el carisma, concebido en términos de liderazgo y la facultad para comunicar y conectar con la gente; y finalmente encuentran una quinta dimensión en la que tienen cabida todos los rasgos relacionados con la apariencia de los candidatos y sus características sociodemográficas, como su edad, habilidades retóricas, religión, antecedentes militares, etc. (Miller et al., 1986).

Por su parte, Kinder (1986) propuso cuatro factores: competencia (capacidades gerenciales y técnicas), liderazgo (carisma), integridad (confianza, honestidad, sinceridad) y empatía (amabilidad, comprensión, compasión). En las declaraciones antes analizadas podemos notar desde la semántica como estos factores resultan carentes o no inherentes a varios de los candidatos o mandatarios de las últimas dos décadas en América, elementos a observar y reflexionar sobre el futuro de la política regional.

Mientras para Colton (2002), Ohr y Oscarsson (2003) o Wattenberg (2004) las capacidades intelectuales son las prioritarias en un político. Y como hemos analizado en las declaraciones anteriores, la nueva ola de políticos parecen carecer de forma evidente de este factor.

Schwartzenberg (1978) es un autor que enfatiza ciertos elementos públicos y privados del político ideal para que su confianza y popularidad estén relativamente garantizadas: edad (se prefiere a jóvenes), títulos, experiencia profesional; empuje; si es innovador; energía; arraigo local; su competencia; su esposa (familia); “su apariencia física (vestimenta); diálogo; sencillez; rigor moral; sentido del humor; su sonrisa, su alegría de vivir; y sus actividades de ocio”. Muchos rasgos que no son observables o son francamente nulos o carentes en las declaraciones que se analizaron en esta investigación, la que es una señal clara de alarma sobre el estado de la política regional actual.

Para Puig (2009) un personaje público debe observar los siguientes elementos: actuaciones, ámbito de actuación, edad, características positivas, características negativas, físico, género, indumentaria y definición global.

De acuerdo con Miller y Shanks (1996) hay cuatro rasgos importantes que deben tener los candidatos: concerniente al carácter personal debe ser percibido como honesto y honrado (ser una persona íntegra); con respecto a sus competencias, debe tener experiencia y conocimiento para manejar una nación o gobierno; tener capacidad de liderazgo, ser fuertes e inspiradores para atraer al elector; y en la dimensión de la compasión se espera a candidatos cariñosos y preocupados a nivel humano. Sin duda, dimensiones que en las declaraciones arriba asentadas se percibe adolecen fuertemente los candidatos y gobernantes citados.

“Así como cuando las empresas entran a un nuevo mercado, los candidatos presidenciales en nuevas democracias enfrentan incertidumbre en torno a las reglas informales (unwritten rules) del juego y a las estrategias que podrían generar la victoria electoral” (Boas, 2011), sin embargo, es preciso atender que el estado de transformación de la política regional está tomando un rumbo incluso peligroso que de mantenerse como está acarreará problemas para las nuevas generaciones de políticos y transformará radicalmente las demandas del electorado que si no se encuentra suficientemente informado tenderá a desvirtuar el ideal del político contemporáneo.

El candidato político ideal o esperable en cualquier país de América y del mundo debe poseer si no todas sí la mayoría de las características citadas por los autores anteriores y de manera prioritaria ya que el mayor de los cargos políticos de una nación requiere un compromiso ético y sólido de parte de quienes aspiran a dicho cargo.

 

CONCLUSIONES

“(…) el primer candidato presidencial capaz de combinar una estrategia electoral victoriosa con una gestión de gobierno exitosa establece un modelo que otros principales candidatos (a lo largo del espectro ideológico) adoptarán en el futuro” (Boas, 2011). Estas palabras de Boas no sólo son esperables sino que deberían convertirse en la meta política en todo el espectro electoral de América. Es claro que el estado de la política en este continente ofrece poco y de calidad dudosa, por ello mantener una meta elevada sería esperable a partir de este 2016 y en el futuro continental.

“El contagio de éxito directo implica que los candidatos presidenciales y sus asesores políticos más cercanos imiten las estrategias de aquellos colegas que son más prestigiosos y exitosos –principalmente, los ganadores de elecciones pasadas que han mantenido una imagen pública positiva durante su gobierno” (Boas, 2011). No siempre de los ganadores, pero sí de los exitosos, prestigiosos y con una imagen positiva de sus mandatos.

Por lo tanto, concluimos que un candidato presidencial o mandatario debe comportarse como un ser humano digno, confiable, respetable, sincero, honesto, capaz, inteligente, líder, mesurado, cortés, respetuoso, íntegro y preparado para el cargo que pretende llevar durante varios años; ya que este líder será la cara pública y el representante de toda una nación, por ello se espera que esa cara pública sea la de un ser humano íntegro y plenamente capaz. El estado de la política regional y global presente y futura está de por medio.

 

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La importancia de un buen candidato presidencial. Año 3. Número 8