El turismo de lujo. La planificación estructurada y no patrimonial de Dubái. Año 4. Número 9

Autora: Érika Aydeé Hernández Jiménez.

RESUMEN
En el presente artículo se plantea el caso Dubái como un destino de turismo de lujo desde la planificación estructurada, a pesar de la pobreza de patrimonio turístico de la región tan distinta de la tradicional cultura emiratí. Para ello se explora el caso de este país como destino de negocios y turístico de lujo mediante magníficas construcciones que se han convertido en el principal atractivo de opulencia en la zona.

PALABRAS CLAVE: Dubái, turismo, lujo, negocios, planificación, estructurada, arquitectura.

INTRODUCCIÓN

«…qué poder tan grande tienen las imágenes turísticas de los destinos que pueden afectar de forma más significativa al desarrollo turístico y económico de un destino que sus propios atributos turísticos», Hunt (1975)

La cita inicial de este artículo encierra muy bien el caso de estudio para la presente investigación: Dubái.

Esta investigación es exclusivamente de carácter descriptivo con una propuesta teórica, a partir de una extensa revisión bibliográfica, que ha permitido plantear a Dubái como un sitio turístico y de negocios de lujo a partir de una planificación estructurada diferente de la patrimonial, de atractivos naturales o sociales.

El objetivo de este trabajo, por lo tanto, consiste en la identificación de Dubái como un destino turístico de lujo a partir de un espacio dotado para los negocios de alto nivel y la generación de infraestructura específica para estos consumidores en un espacio sin componentes suficientes para ser considerado un destino turístico atractivo de origen (patrimonio cultural espacial, social, de imagen), pero sin que esto le reste importancia, y el crecimiento que ha mostrado en las últimas décadas a partir de sus majestuosas construcciones, convertidas ahora en las principales atracciones para los visitantes de todo el mundo.

La imagen de los sitios turísticos: su atractivo

El estudio de la imagen de destino turístico responde a dos aspectos de especial trascendencia; en primer lugar, el interés por explicar científicamente la naturaleza y el proceso de formación de este concepto así como su influencia en el comportamiento de los turistas y, en segundo lugar, la necesidad de posicionar y diferenciar los destinos (…). La imagen de destino debe considerarse, pues, como un fenómeno multidimensional (Andrade Suárez, 2011).

Como puntos de partida teóricos para situar a Dubái como un destino turístico de lujo poco convencional y conceptualmente diverso de los destinos turísticos convencionales es importante atender algunas construcciones teóricas.

De acuerdo con Echtner y Ritchie (1991,1993) la imagen de un destino turístico la integran tres componentes: a) atributo–holístico (clima, hospitalidad, alojamiento, entre otros y las impresiones globales del lugar); b) funcional–psicológico (precios, infraestructura de transporte, tipos de alojamiento, amabilidad, seguridad, calidad del servicio esperado, entre otras); y c) común–único (los rasgos del lugar que se distinguen como únicos frente a cualquier otro lugar). Los mismos autores asumen que todavía no hay consenso claro acerca del proceso y la naturaleza que componen la imagen de un destino turístico, por lo cual el concepto y las dimensiones que integran esta imagen son construcciones teóricas que requieren aún una comprensión y definición más precisas (Echtner y Ritchie, 1993).

De acuerdo con la revisión teórica de la imagen turística proporcionada por Andrade Suárez (2011), deben visualizarse dos componentes muy importantes que determinan la óptica del turista: el componente cognitivo y el afectivo. Con respecto del primero, el autor indica que “las evaluaciones perceptuales/cognitivas (…) hacen referencia a las creencias y conocimientos que el turista posee sobre los atributos del destino” (Andrade Suárez, 2011), lo que implica que la riqueza turística de un destino está vinculada con lo que el turista conoce del destino, sea espacial, patrimonial, de atractivos específicos y los conocimientos de orden cultural que el mismo turista posee sobre el destino. Con respecto del segundo componente, el afectivo, se presume que está representado por los sentimientos que los turistas tienen o generan hacia el destino turístico que visitan o visitarán. Y según parece, desde un punto de vista teórico, es el componente cognitivo una suerte de precedente ante el afectivo que generará el visitante.

En el artículo de Andrade Suárez (2011), el autor afirma que sobre esta complementariedad de ambas dimensiones de la imagen (cognitiva y afectiva), “puede indicarse que el componente cognitivo se fundamenta en el conocimiento del individuo sobre el destino, mientras que el afectivo está estrechamente relacionado con los motivos o beneficios buscados del turista en su elección del lugar”. Por lo que ya puede percibirse, desde esta aportación teórica, que las elecciones de los turistas hacia determinados destinos turísticos están motivadas por varios componentes. De ahí que en este artículo se ejemplifique con Dubái como un destino para hipotetizar que no fueron planificaciones estructuradas las que generaron un paraíso turístico de lujo de primer orden, sino condiciones ligadas a los negocios de alto nivel las que generaron una apuesta para la realización de infraestructura de gran opulencia como atracción vinculada a los negocios a la par de la riqueza extrema en una ciudad que no posee, de origen, atributos naturales, patrimoniales, culturales o sociales como invitación primera ya sea de orden cognitivo o afectivo hacia el turista global.

Asume, finalmente, Andrade Suárez (2011) que estos dos componentes de la imagen (el cognitivo y el afectivo) se combinan para generar una imagen global, que puede, incluso, considerarse como un tercer integrante de esta imagen general: “la relación entre los componentes cognitivo, afectivo y la imagen global de un destino turístico sería la siguiente: el componente cognitivo influye directamente sobre la imagen global e indirectamente, afectando a la misma través del componente afectivo, y, por su parte, el componente afectivo también influye sobre la imagen global”. Teniendo, así, tres dimensiones para explicar en qué consiste la imagen de un destino turístico: “(1) desde un punto de vista perceptual o cognitivo a través de la valoración de los atributos del destino; (2) desde una perspectiva afectiva sobre la base de los sentimientos o emociones que despierta el destino; y (3) desde un enfoque global o impresión general del lugar” (Andrade Suárez, 2011).

En el presente artículo se ha partido de que Dubái como destino turístico no cumple con todas estas dimensiones teóricas dadas sus carencias de atributos (además de las emocionales y las globales) como destino de origen, aunque en la actualidad ha sido la infraestructura y las construcciones específicas las que lo han consolidado no sólo como destino de negocios sino como uno de los destinos turísticos de lujo más importantes del mundo.

El turismo

“(…) la industria turística es compleja, donde intervienen múltiples agentes (empresas hoteleras, líneas aéreas, transporte aéreo, agencias de viaje, turoperadores, patronatos de turismo, asociaciones turísticas, etc.), con diferentes intereses y, en ocasiones, en conflicto. Por otra parte, la dimensión internacional del sector, con el trasvase de clientes de un destino geográfico a otro y con la actuación de los agentes a escala mundial (por ejemplo, cadenas hoteleras internacionales, líneas aéreas y turoperadores) (…)” (Melián et al., 2014) ha traído consigo un aumento inusitado del sector en todo el mundo.

El turismo es una industria con dividendos anuales enormes, las cifras globales indican que cerca de 9% de la riqueza anual mundial la genera el turismo (Abad, 2015). Aunque para las industrias alrededor del turismo este sector sea una panacea, para los consumidores tiene sus desventajas ya que las vacaciones son cada vez más onerosas y la mejora de los servicios no siempre es equitativa con el aumento de los precios en los destinos turísticos. “En muchos países tradicionalmente turísticos, la relación calidad/precio ya no es apropiada” (Opaschowski, 2015).

Al parecer una de las estrategias en los destinos turísticos frente al alza de los precios es optar por las opciones de gran confort, lujo o boutique para que el cliente sienta que la relación precio/calidad van de la mano. “El turista de lujo será cortejado cada vez más, de acuerdo con la máxima: «Un turista de lujo reemplaza a tres de bajo presupuesto»” (Opaschowski, 2015). El estilo de vida individual, el nivel económico y los hábitos de consumo de tiempo y ocio semanal serán los factores determinantes para que los visitantes a sitios de recreo accedan o no a los servicios de mayor confort y fastuosidad de los centros vacacionales.

De acuerdo con Galván Rico y Larios-Gómez (2016), para el año 2030 el crecimiento del turismo global y todos los servicios alrededor de él podrían alcanzar en los destinos de lujo hasta 57% de todo lo destinado a nivel turístico, lo que evidencia la tendencia hacia un mercado específico: de lujo. “Y el turismo de sol y playa está dando señales de agotamiento, sobresaliendo áreas de oportunidad para desarrollar productos turísticos atractivos y sustentables en el campo del turismo cultural, de negocios, ecoturismo y aventura, turismo de salud, deportivo y de lujo” (Galván Rico y Larios-Gómez, 2016).

Por lo anterior, las grandes metrópolis globales con aperturas financieras y culturales están llevando a cabo transformaciones urbanas sin precedentes para diversificar su base económica y competir con atractivos nuevos frente a economías similares a la par de “crear nuevas infraestructuras y a regenerar y revitalizar su propio espacio” (Galván Rico y Larios-Gómez, 2016).

No olvidemos que las ciudades se componen de una serie de “atributos tangibles (construcciones, edificios, carreteras, etc.), e intangibles (valores, información, conocimiento, imagen, marca, cultura, etc.)” que les permiten competir y marcar claras diferencias frente a su competencia industrial, de negocios o turística. Por lo que los destinos turísticos buscan desarrollar “una imagen fuerte, diferente, reconocible, coherente y creadora de una opinión favorable entre los diferentes públicos a los que se dirige” (Galván Rico y Larios-Gómez, 2016).

De ahí que el punto de partida teórico de este trabajo rescata la importancia de la imagen del lugar turístico como la piedra preciosa a ofrecer al visitante de placer o de negocios. El caso de Dubái, que observaremos más adelante, es uno emblemático de esta disparidad de la imagen de origen con la imagen actual generada no por un turismo estructurado, sino a partir de un plan de negocios integral que transformó la ciudad en un espacio de glamur y ostentación que simbolizan hoy los negocios y el entretenimiento de élite del siglo XXI.

DESARROLLO
El patrimonio cultural
Debido a que el turismo es ya la actividad económica principal alrededor del mundo, particularmente para los países que se encuentran en el sur de los continentes, su desarrollo propicia el aumento en la inversión, la generación de divisas y de empleos en estas regiones. “En la Cumbre del Desarrollo Sostenible de Johannesburgo (2002), se establece que para 83% de los países en desarrollo, el turismo constituye uno de sus tres principales recursos y asimismo, es el más importante para el 34%” (Boucher et al., 2006).

Alrededor del mundo “(…) el turismo es una actividad importante en el desarrollo de los países, pero al hablar de turismo no se puede dejar de mencionar su principal punto de partida: el patrimonio” (Barber Iturri, 2015). Sin olvidar que la mezcla entre turismo y patrimonio es un tema polémico que puede derivar en la explotación del espacio geográfico, del patrimonio, en beneficio de empleos y desarrollo económico de regiones que cuentan con este patrimonio.

Los centros turísticos se desarrollan para dar impulso y crecimiento a ciertas zonas que por sus características ofrecen una serie de posibilidades de entretenimiento, distracción y esparcimiento, diferente del que pueden ofrecer otras zonas o regiones.

Sin embargo, en regiones donde el patrimonio no es una de las ventajas de la zona, el desarrollo del turismo suele ser precario o nulo ya que a nivel de la imagen cultural y general de los espacios geográficos, contar con un patrimonio, físico, cultural o social suele ser un atributo importante para que un sitio turístico se desarrolle. Y cuando estos sitios cuentan con este patrimonio es labor de una buena publicidad y mercadotecnia hacer llegar esta información a turistas potenciales para que en su imaginario (componente cognitivo) puedan considerar este nuevo destino turístico como una opción a escoger para su próxima estancia vacacional y así generar el componente afectivo y posteriormente el de imagen general que se desarrolla en el visitante.

En contraparte, cuando un sitio no cuenta con condiciones patrimoniales que resulten atractivas para el turista y que propicien un turismo estructurado, es poco probable que se genere el turismo como parte importante para el desarrollo económico de la zona. El caso de Dubái es muy significativo pues siempre fue un espacio desértico donde la gente se dedicaba a la recolección de perlas. Pensemos en ejemplos de otros sitios donde a falta de monumentos o sitios arqueológicos se generan “atracciones turísticas” como en Disney World, Las Vegas y el mismo Dubái (Barber Iturri, 2015).

El turismo de lujo
“El cliente de los servicios turísticos de lujo busca algo que no sea evidente, que esté alejado de las modas, que sea diferente y especial” (Galhanone, 2010).

Pero, “¿qué interés tienen los destinos exóticos lejanos, si están fuera del alcance del ciudadano medio? Los turistas se vuelven cada vez más críticos e insatisfechos: «Sol, playa y buen clima», han dejado de ser una máxima válida, cuando la cuestión de la calidad (ambiente, limpieza, seguridad, precios) sigue sin resolverse” (Opaschowski, 2015). Justamente por ello en la última década se han generado una serie de destinos tanto con patrimonio como sin él que se han beneficiado del desarrollo del confort y el lujo para llegar a un consumidor que está dispuesto a gastar un poco más en sus vacaciones a cambio de calidad. Por lo tanto, esos destinos de sol y playa, tradicionalmente insustituibles, han terminado con sus tiempos de gloria, su permanente selección por el turista ha decaído.

Wiedmann, Hennings y Siebels (2007) identifican al lujo como el mayor nivel al que pueden acceder las marcas de prestigio (incluye valores físicos y psicológicos). “Los productos fastuosos representan valor tanto para el individuo como para su grupo de referencia” (Galhanone, 2010). Indican que el lujo tiene cuatro dimensiones: financiera (precio, costo); funcional (calidad, rareza, utilidad, durabilidad); individual (la persona orientada al lujo); y social (utilidad social). “Uno de los principales conceptos relativos al lujo es el ‘principio de la rareza’: el prestigio de las marcas es erosionado o desgastado si demasiadas personas tienen acceso a ellas” (Galhanone, 2010).

El segmento de turismo de lujo tiene características de demanda muy particulares que involucran experiencias de alta calidad, sensaciones magníficas, servicios personalizados, amplitud de ofertas especiales: “Un viaje lujoso es una experiencia especial y única, que despierta sensaciones inolvidables (Vieira, 2008)” (Galhanone, 2010). Por ello los servicios especiales de este tipo de turismo deben estar muy planificados y adaptados al turista específico pues tienden a ser turistas críticos, sofisticados, sibaritas, exigentes y muy experimentados, pues este tipo de usuario es más difícil de convencer y agradar.

Además, el turista de lujo normalmente procura un espectro completo de servicios turísticos, como atención diferenciada por parte de la agencia, del transporte, en las actividades fuera del hotel, los traslados, los servicios de hospedaje, la gastronomía y la cultura, entre otros. La propia infraestructura pública del lugar forma parte del paquete de servicios de turismo, aunque esté fuera del área de acción de los operadores particulares (…) En cuanto a la alta calidad de los servicios el pre-requisito fundamental para atender a los diversos segmentos de lujo, es que la promoción esté basada en atributos diferentes, como el exotismo para los más aventureros o la exclusividad para los más selectivos (Galhanone, 2010).

Por lo que es evidente que el sector del turismo de lujo no se concentra en un solo aspecto, requiere un conjunto de opciones que complementen la experiencia turística, todas ellas con el mismo nivel de exclusividad y especialidad que el turista de alto nivel espera de su destino vacacional. A diferencia de lo que ocurre con el Emirato de Dubái, en Bali el sector turístico de lujo sí ha podido aprovechar la riqueza patrimonial de la isla.

(…) eco-turismo y etno-turismo se juntan en algunos casos creando los “eco-ethno-tourist resorts” (hoteles de eco-etno-turismo), como es el caso del Resort Eco-Etno-Turista Amandari, en Bali, Indonesia, en donde los visitantes no sólo son atendidos por un lujoso servicio y disfrutan de un increíble paisaje natural, si no también interactúan con la población y su riqueza cultural, aprendiendo sobre sus costumbres y estilo de vida; comen los platos típicos, practican los rituales religiosos, e incluso pueden vestirse como los pobladores locales. Y por supuesto, la arquitectura es la reflexión del lugar, en ella se usaron los materiales y métodos constructivos tradicionales (Barber Iturri, 2015).

El caso de Bali es muy particular porque su riqueza patrimonial, social y cultural junto con el proyecto turístico de lujo en que se transformó ha beneficiado enormemente a la población que vive en la región. Como contra ejemplo está Dubái, un lugar desértico sin mayor atractivo cultural, social o patrimonial que a partir de una inmensa inversión en la infraestructura para convertirse en una sede global de negocios, impulsó al mismo tiempo su turismo de lujo a partir de la generación de “atracciones” que el turista de alta gama pudiera disfrutar sólo en este lugar del mundo.

Dubái, un glamoroso destino de lujo

«Ma bella piu di tutta l’Isola Non-Trovota»
[La más bella isla de todas es aquella aún no encontrada], Gido Gozzano.

Dubái, una ciudad artificial en medio del desierto, creada artificialmente para generar una nueva localidad donde las visitas de negocios de los multimillonarios del mundo, las compras de grandes boutiques del mundo y el más ostentoso turismo del lujo tuvieran un lugar majestuoso de confluencia en un espacio destinado para apantallar a la comunidad acaudalada de la orbe. Eso es Dubái.


Dubái. Antes y después.
Tomada de http://www.pravasitoday.com/wp-content/uploads/2011/03/dubai.jpg

Los Emiratos Árabes Unidos, de los que forma parte Dubái, deben su riqueza (cercana al 20% de su producto interno bruto) a la explotación petrolera y de gas natural. Debido a que es apenas el tercer país productor de petróleo en la región del Magreb (después de Arabia Saudita e Irán), por ello a partir de 1973 los Emiratos sufrieron una importante transformación “pasando de ser una región empobrecida de pequeños principados a un estado moderno con altos estándares de vida” (García Vélez, Campuzano y Landetta Rea, 2009).

Así, el gobierno decidió diversificar sus fuentes de ingresos debido a que su producción petrolera no era suficiente para mantener un crecimiento importante y que repercutiera en mejoras para la población total de la zona (García Vélez, Campuzano y Landetta Rea, 2009). El resultado de estas decisiones derivó en una inmensa inversión en la infraestructura del país resultante en un turismo hotelero, desértico y deportivo de alta gama y con características espectaculares frente a otros destinos turísticos.

Dubái al ser diferente a los países cercanos, más ricos en recursos naturales recurrió a la estrategia de Singapur al basar su economía en los servicios (transporte de mercancías y de pasajeros) pues no producen nada. Logrando tener hoy una de las aerolíneas más poderosas del mundo y con una oferta hotelera sin precedentes, cuenta con el único hotel de siete estrellas del mundo (Abad, 2015).

Debido a la escasez patrimonial original de Dubái se generaron importantes atracciones turísticas y una impresionante zona de rascacielos, como el Burj Dubái (el rascacielos más alto del mundo) y los conjuntos de edificios en Sheikh Zayed Road, dentro del distrito financiero de la ciudad (García Vélez, Campuzano y Landetta Rea, 2009). Puede observarse el estilo de sus construcciones en:http://a403.idata.over-blog.com/0/54/18/89/asia/sans-titre12.jpg

En el emirato se han construido grandes rascacielos entre los que se encuentra el Burj Dubái, la construcción más alta del mundo. Dubái se ha convertido en una puerta muy importante para Occidente que entre otras ventajas constituye un centro financiero de envergadura mundial en una zona de tiempo que no contaba con semejante infraestructura, estratégicamente localizada entre las capitales financieras de Londres y Singapur. Además, se celebran convenciones y conferencias internacionales, una de sus principales fuentes de ingresos es el turismo, especialmente el de lujo. Dentro de los grandes proyectos de urbanización y de turismo, así como de vivienda de lujo, se encuentran las Palm Islands, con tres diferentes ambientes; el primero es Jumeirah; en Jebel Ali, es el segundo (50% más grande); y Deira, tres veces mayor que el primero. Asimismo, circundando la palmera Jebel Ali se encuentra el desarrollo del Waterfront que con su forma de media luna abarca todo el lado izquierdo de la segunda palmera y el territorio costero occidental está sirviendo de puerto de entrada al Arabian canal que consiste en una red de canales que conectarán a desarrollos interiores en pleno desierto replicando el éxito del antiguo Creek. Otro mega proyecto es The World, compuesto por 300 islas de arena artificial, que serán ocupadas por residencias, centros comerciales y hoteles de cinco estrellas (García Vélez, Campuzano y Landetta Rea, 2009).

“El turismo de alta gama y los comercios de lujo constituyen el principal motor económico local” (Abad, 2015) en Dubái, como predijo el jeque Rashid, esta ciudad se ha transformado en uno de los centros financieros y de tránsito global más importantes del mundo. Actualmente sus ventas petroleras constituyen apenas 3% local, frente a la aviación y el turismo que ya generan 27% del producto interno bruto nacional (Abad, 2015).

Aunado a la aviación y el tránsito de pasajeros que puede viajar a 140 destinos alrededor del mundo desde Dubái (y donde ya se concentra 10% de todo el tránsito aéreo del mundo), la compañía de infraestructura más importante de la ciudad, Emaar Properties, ha reportado que 30% de las ventas de lujo en todo el mundo se generan en los Emiratos Árabes Unidos, 15% en el centro comercial más grande del mundo, The Dubái Mall (Abad, 2015), donde por sus pasillos los clientes visten y portan las mismas marcas que pueden comprarse en las tiendas del enorme centro, marcas prestigiadas como Louis Vuitton, Christian Dior, Chanel, Prada, Dolce & Gabbana, Gucci y Hermès, que ya realizan algunos de sus desfiles y tienen boutiques con piezas exclusivas que sólo pueden adquirirse en este destino turístico desértico de ensueño.

Por lo tanto, Dubái que no es un destino turístico planificado a partir de su patrimonio local, cultural y social, se ha transformado hoy en uno de los centros neurálgicos de los visitantes de negocios, es el séptimo lugar turístico más visitado del mundo debido a su tránsito aéreo (10% de todo el tránsito aéreo global). Sus principales atracciones turísticas son obras arquitectónicas que destacan por su belleza, singularidad, magnificencia y extravagancia como las islas artificiales Palm Islands, el complejo que reproduce el mapa del mundo, The World y los complejos de lujosos edificios en Dubái Waterfront cerca de la Marina dubaití.

Dubái ya ha sido considerada como la “capital comercial de Oriente Medio” y “(…) la revista Forbes ha situado a Emiratos Árabes Unidos como el vigésimo sexto mejor país para hacer negocios y ha posicionado a Dubái como la séptima ciudad más influyente del mundo (por detrás de Londres, Nueva York, París y Singapur) y la que goza de una mejor conexión aérea” (Abad, 2015). Por lo que, sin duda, es hoy uno de los centros turísticos y de negocios de alta gama más significativos y en crecimiento del mundo. Como ya indicaban en 2009 García Vélez, Campuzano y Landetta Rea: “La ciudad de Dubái, se ha convertido en la reina de los proyectos más lujosos, ambiciosos y extraordinarios del mundo”.

CONCLUSIONES
Dado que la coexistencia de la dimensión afectiva y cognitiva de una imagen contribuye a desarrollar una imagen general de un destino turístico y la mezcla de estos tres factores es relevante para que el turista seleccione un lugar no sólo por sus propiedades físicas, sino también por los sentimientos y emociones que le genera (Andrade Suárez, 2011), es que se ha dimensionado a Dubái como uno de los destinos teóricamente atípicos para ser elegido por el turista, pero que dadas las condiciones afectivas de la imagen del destino turístico y otros factores como el desarrollo de un turismo de alta gama y atracciones desarrolladas ex profeso, hacen hoy de Dubái uno de los centros turísticos y de negocios de mayor crecimiento en el sector más opulento de la sociedad global.

La inversión enorme que se ha concentrado en el desarrollo de infraestructura de Dubái ha sido la pieza clave para conformar el que hoy es el séptimo destino de negocios más significativo del mundo, además de un centro neurálgico de tránsito de turistas por la magnífica y potente conexión aérea de los Emiratos. Atrás ha quedado la desértica y poco atractiva ciudad destinada a la recolección de perlas, hoy es el destino paradisíaco más esperado y ansiado por los turistas de alta gama que disfrutan de las atracciones espectaculares y emblemáticas generadas como símbolos de remplazo al patrimonio cultural y físico del que carece Dubái.

Resta recordar que “(…) la imagen de un destino turístico incide considerablemente en su potencial de atracción, ya que lo singulariza y distingue simbólicamente de otros” (Andrade Suárez, 2011). Y en el caso de Dubái, han sido sus atracciones turísticas, las más grandes y opulentas del mundo, las que lo han catapultado como un sitio turístico sin precedente y con un crecimiento incuestionable en las últimas décadas.

Así, “(…) es preciso destacar que los destinos turísticos compiten fundamentalmente sobre la base de su imagen percibida en relación con los destinos competidores (Baloglu & Mangaloglu, 2001), y, en consecuencia, alcanzar una posición competitiva sólida requiere el desarrollo de una imagen positiva en los mercados objetivo (Gartner, 1993; Baloglu & McCleary, 1999b)” (Andrade Suárez, 2011).

Por lo tanto, aunque un lugar no posea las condiciones patrimoniales de origen para ofrecerse como un destino turístico, puede, a partir de una adecuada generación de imagen (cognitiva, afectiva y general) y a la par de una inversión y plan de negocios adecuado, derivar en un destino de gran lujo. Aunque es vital no olvidar que la inversión en Dubái ha sido muy significativa y junto con el estratégico lugar donde se encuentra, ha podido beneficiarse de las necesidades de una sociedad de alta gama opulenta y glamorosa que busca constantemente satisfacer necesidades superficiales que en dicha ciudad están magníficamente adornadas sobre un territorio que hace décadas era sólo desierto y arena.

Debido a que este trabajo partió exclusivamente de una dimensión documental para plantear el caso de Dubái como un destino de lujo a partir no de sus riquezas naturales, culturales y sociales sino de una planeación estructurada como un destino de negocios de alto nivel generando un nuevo destino turístico, sería recomendable ampliar los alcances de la hipótesis aquí planteada en un estudio in situ que analice la percepción de los turistas y visitantes de negocios en la mencionada ciudad y ampliar, de esta forma, el alcance de la imagen que ha quedado retratada en este trabajo académico.

BIBLIOGRAFÍA

Abad, P. (2015). Dubái, la meca del lujo. El país semanal online.

Andrade Suárez, M. J. (2011). Modelo para la identificación de la imagen del turismo rural: técnica estructurada y no estructurada. Revista de análisis turístico, (9).

Atwal, G. y Khan, S. (2008). Luxury marketing in India: ‘Because I’m worth it’. Admap, February: 36–38.

Atwal, G. y Williams, A. (2007). Experiencing luxury. Admap, March: 30–32.

Atwal, G. y Williams, A. (2008). Marketing in postmodern India: Bvglari meets bollywood. Indian Journal of Marketing, 38(1):3–7.

Atwal, G. y Williams, A. (2009). Luxury brand marketing–the experience is everything! Journal of Brand Management, 16(5-6):338-346.

Baloglu, S. y Mangaloglu, M. (2001). Tourism destinations images of Turkey, Egypt, Greece, and Italy as perceived by US–based tour operators and travel agents. Tourism Management, 22:1-9.

Baloglu, S. y McCleary, K. W. (1999a). A model of destination image formation. Annals of Tourism Research, 26(4):868-897.

Baloglu, S. y McCleary, K. W. (1999b). Un modelo para la formación de la imagen de un destino. Annals of Tourism Research en Español, 1(2):325-355.

Barber Iturri, A. (2015). Hotel etnoturístico en el Valle de Moche. (Tesis inédita de Licenciatura). Universidad peruana de ciencias aplicadas, Perú.

Bigné, J. E. y Sánchez, M. I. (2001). Evaluación de la imagen de destinos turísticos: una aplicación metodológica en la Comunidad Valenciana. Revista Europea de Dirección y Economía de la Empresa, 10(3):189-200.

Boucher, A., Guzmán, T. L. y Cañizares, S. M. S. (2006). Las perspectivas del turismo cultural respecto a los Objetivos del Milenio para el Desarrollo (OMD). Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 2.

Constantinides, E. (2004). Influencing the online consumer’s behaviour: The Web experience. Internet Research, 14(2):111–126.

Dubois, B. y Duquesne, P. (1993). The market for luxury goods: Income versus culture. European Journal of Marketing, 27(1):35–45.

Dumoulin, D. (2007). What is today’s definition of luxury? Admap, March:27–30.

Echtner, C. M. y Ritchie, J. R. B. (1991). Themeaning and measurement of destination image. The Journal of Tourism Studies, 2(2):2-12.

Echtner, C. M. y Ritchie, J. R. B. (1993). The measurement of destination image: an empirical assessment. Journal of Travel Research, 31(4):3-13.

Firat, A. F. y Schultz, C. J. (1997). From segmentation to fragmentation: Markets and marketing strategy in the postmodern era. European Journal of Marketing, 31(3/4):183–207.

Galhanone, R. F., Marques, J. A., Toledo, G. L. y Mazzon, J. A. (2010). Turismo de lujo e internet: Oportunidades para las agencias de viajes. Estudios y perspectivas en turismo, 19(6):888-908.

Gallarza, M. G., Gil, I. y Calderón, H. (2002). Imagen de un destino: Hacia un marco conceptual. Annals of Tourism Research en Español, 4(1):37-62.

Galván Rico, C. y Larios-Gómez, E. (2016). Marketing de turismo sustentable para el Área natural protegida el Culiacán y la Gavia, Guanajuato: Diagnóstico de la Identidad y Orgullo para una Marca Ciudad. Jóvenes en la ciencia, 2(1), 65-70.

García Vélez, G., Campuzano, M. J. y Landetta Rea, R. (2009). Exportación de plantas vivas a Dubái en el 2009.

Gartner, W. C. (1993). Image formation process. Journal of Travel & Tourism Marketing, 2(2-3):191-215.

Hogan, S., Almquist, E. y Simon, E. G. (2004). Building a brand on the touchpoints that count. Mercer Management Journal, 17:46-53.

Holbrook, M. B. y Hirschman, E. C. (1982). The experiential aspects of consumption: Consumer fantasies, feelings and fun. Journal of Consumer Research, 9:132–140.

Hunt, J. D. (1975). Images as a factor in tourism development. Journal of Travel Research, 13(3):1-7.

Leisen, B. (2001). Image segmentation: the case of a tourism destination. Journal of Services Marketing, 15(1):49-66.

Melián-Alzola, L., Fernández-Monroy, M. y Hidalgo-Peñate, M. (2015). El Sector Turístico en Contextos de Crisis: Análisis de Situaciones de Riesgo e Implicaciones Directivas para el Sector Hotelero en Canarias. Universia Business Review, (45).

Okonkwo, U. (2007). Luxury Fashion Branding. Basingstoke: Palgrave MacMillan.

Opaschowski, H. W. (2015). ¿Turismo de masas o turismo a medida? Límites económicos, ecológicos y psicológicos. Papers de Turisme, (4):68-80.

Phau, I. y Prendergast, G. (2001). Consuming luxury brands: The relevance of the ‘rarity principle’. Journal of Brand Management, 8(2):122–137.

Schmitt, B. H. (1999). Experiential marketing. Journal of Marketing Management, 15:53–67.

Tsai, S. (2005). Impact of personal orientation on luxury-brand purchase value. International Journal of Market Research, 47(4):427–452.

Unity Marketing. (2006). Luxury Report 2006: Who Buys Luxury, What They Buy, Why They Buy. Retrieved April 16, 2007.

Vickers, S. J. y Renand, F. (2003). The marketing of luxury goods: An exploratory study – three conceptual dimensions. The Marketing Review, 3(4):459–478.

Vigneron, F. y Johnson, L. W. (2004). Measuring perceptions of brand luxury. Brand Management, 11(6):484–506.

Williams, A. (2006). Tourism and hospitality marketing; fantasy, feeling and fun. International Journal of Contemporary Hospitality Management, 18(6):482–495.

Yeoman, I. y McMahon-Beattie, U. (2006). Luxury markets and premium pricing. Journal of Revenue & Pricing Management, 4:319–328.

El turismo de lujo. La planificación estructurada y no patrimonial de Dubái. Año 4. Número 9