Trastornos de la conducta alimentaria; ¿existe algo más que bulimia y anorexia? Año 2. Número 5

Autora: Nallely Nathalie Macías Villalpando.

 

Resumen

En el presente artículo se exponen diversos trastornos de conducta alimentaria. De manera somera se evidencian sus características, la población a la que afectan, el grado en que dañan a la salud y cómo intervienen en un proceso psicoemocional para aquellos que las padecen.

Palabras clave: Trastornos alimentarios, percepción corporal, autoestima, ansiedad.

 

Introducción

Los trastornos de conducta alimentaria han estado presentes en el ser humano desde hace más de dos siglos, aunque actualmente se han diversificado ampliando la patología a problemas como: el síndrome del comedor nocturno, la vigorexia, la ortorexia, la diabulimia, la anorexia, la bulimarexia, la permarexia, el síndrome del control alimentario, la pica, la potomanía y la drunkorexia. Cada uno de estos padecimientos tiene repercusiones en la salud mental y en la física, sin distinción de género o edad, pero sí de posición económica. Aunque los trastornos alimenticios suelen afectar a la población con pocos recursos.

Se puede hablar de trastorno alimentario cuando: “una persona no recibe la ingesta calórica que su cuerpo requiere para funcionar de acuerdo a su edad, estatura, ritmo de vida, etc.” (Secretaría de Salud, 2004).

 

Desarrollo

La bulimia y la anorexia han dejado de ser los únicos trastornos de la conducta alimentaria, ya que el excesivo culto por lucir una figura con los estándares de belleza de moda o un cuidado de la salud a un nivel enfermizo es muy común, de ello las nuevas patologías que alteran los patrones de conducta generando problemas de salud física y mental, en el comportamiento social.

Estas recientes patologías son dañinas y reducen la calidad de vida. Tienen en común la búsqueda por un físico atractivo y dentro de los estándares de belleza mediáticos, se derivan del estrés y un estilo de vida demasiado acelerado. Los principales son:

 

Vigorexia

Es un trastorno de la imagen corporal común en personas que se ejercitan e incluso usan anabólicos. Con este padecimiento se busca obtener un cuerpo musculoso, a base de grasa magra, se realiza ejercicio de manera extenuante esperando aumentar la masa muscular, dejando de lado la vida social o laboral para sólo dedicar tiempo al gimnasio. La dieta alimenticia suele ser muy importante y sumamente estricta, se consumen suplementos para desarrollar más masa muscular. Este trastorno solía llamarse “anorexia inversa o complejo de Adonis”.

Dentro de sus síntomas están: afecta a personas con baja autoestima, narcisismo, que se pesan frecuentemente, se alimentan de proteínas y carbohidratos con poca grasa, se ejercitan para aumentar la musculatura, invierten más de seis horas diarias haciendo ejercicio, consumen suplementos alimenticios y esteroides en exceso (sustancias que aumenten el volumen muscular, hormona de crecimiento, suplementos vitamínicos).

La vigorexia es un padecimiento grave que modifica la percepción corporal del enfermo, es calificada como un trastorno dismórfico corporal y obsesivo compulsivo. Su tratamiento es farmacológico, psicológico y nutricional para lograr la remisión.

 

Ortorexia

Es la obsesión por comer sólo alimentos saludables, surgió su nombre en el año 2000. Detrás de una dieta altamente nutritiva, libre de químicos, pesticidas, colorantes y saborizantes artificiales, puede existir esta psicopatología al llegar a suprimir ciertos alimentos y padecer deficiencias nutricionales; paradójica es la búsqueda de una mejor calidad de vida.

En este trastorno importa la calidad de los alimentos, su preparación, ingredientes e instrumentos; dejando sin relevancia padecer sobrepeso o la apariencia física. Sus síntomas son: preocupación excesiva por la calidad de los alimentos, culpabilidad al ingerir alimentos no adecuados, y planear la dieta ocupa gran parte del tiempo de la persona.

Los rasgos de quienes padecen ortorexia incluyen: un nivel socioeconómico medio-alto, pacientes que ya han padecido algún trastorno alimenticio, mujeres, adolescentes y deportistas suelen sufrirlo.

Puede llegar a categorizarse como un trastorno obsesivo-compulsivo. Y su tratamiento debe ser multidisciplinario. Desde el punto de vista nutricional, la restricción de alimentos puede poner en riesgo el correcto funcionamiento de los órganos y de los sistemas del cuerpo.

Síndrome del comedor nocturno

Esta patología suele ser padecida por mujeres con obesidad, ya que durante la noche la ingesta alimentaria es mayor que en el día, por la mañana la ingesta de alimentos suele ser nula. Sus síntomas son ansiedad y nerviosismo al acostarse, se reportan episodios de atracón nocturno por más de tres meses.

Es un trastorno que genera insomnio, síndrome de piernas inquietas y deficiencias nutricionales. No pertenece a una categoría única, suele combinar diferentes padecimientos. Su tratamiento incluye vigilancia psicológica y nutricional con registro de los alimentos ingeridos diariamente y sus horarios para identificar las mejoras en el paciente.

 

Diabulimia

Es un padecimiento en personas recientemente diagnosticadas con diabetes tipo 1, implica minimizar la insulina indicada por el médico con el afán de reducir el peso. Sin la insulina el azúcar no se metaboliza y el aprovechamiento energético es menor y se pierde peso.

Esta conducta se asocia a un padecimiento severo de control, como la diabetes, que puede desencadenar efectos nocivos para la salud, llegando incluso a dañar de manera permanente diversos órganos y sistemas del cuerpo.

 

Bulimarexia

Conocida como bulimia restrictiva, incluye atracones (como en la anorexia) e ingesta de laxantes (como en la bulimia). Es común entre mujeres jóvenes, daña órganos y sistemas del cuerpo. Es de difícil tratamiento por su combinación de bulimia y anorexia.

 

Permarexia

Este trastorno lo padecen quienes creen que cualquier alimento ingerido les aumentará de peso, por lo que hacen dietas desequilibradas que deterioran la salud por mal nutrición. Quienes prueban más de tres dietas en un año podrían estar obsesionados con el peso. Es más común entre mujeres y su tratamiento debe ser multidisciplinario para una mejor resolución.

 

Síndrome de descontrol alimentario

Incluye atracones debido al estrés y dietas equilibradas de manera inadecuada, afecta a más mujeres que a hombres, es una variante de la bulimia y la pauta de conducta en las personas con obesidad. En este trastorno se ingiere alimento sin control, incluso sin hambre y en soledad, al menos dos veces por semana. El tratamiento debe ser psiquiátrico y nutricional ya que se debe vigilar la salud constante del afectado.

 

Pica

Este padecimiento es común en mujeres embarazadas y se caracteriza por el consumo de alimentos sin nutrientes como: pegamento, moho, cenizas de cigarro, tierra, gises, algodón, yeso, etcétera. Su tratamiento debe ser farmacológico, nutricional y psicológico.

 

Potomanía

Es una patología mental que implica beber mucha agua y experimentar una sensación placentera. Suele estar relacionada con otros trastornos como la anorexia, ya que así la ingesta de alimentos es menor. El tratamiento suele ser farmacológico ya que se deben administrar diuréticos para evitar la hiponatremia, además de controlar la ingesta de líquidos a sólo un litro y medio al día.

 

Drunkorexia (ebriorexia)

Implica la supresión alimentaria para no consumir tantas calorías, para equilibrarse con la ingesta calórica del alcohol. Se mal nutre al suprimir comidas durante el día y sólo comer alimentos poco saludables con el alcohol para limitar los efectos embriagantes de la bebida.

 

Conclusiones

Los psicólogos deben prepararse para enfrentar los nuevos trastornos alimenticios que buscan una mejor imagen o salud, sin conseguirlo. Deben contar con equipos multidisciplinarios (médicos, nutriólogos y psiquiatras) para ofrecer mejores tratamientos y lograr una recuperación integral en los pacientes.

Asimismo, es menester la actualización continua para saber determinar de manera correcta la enfermedad, pues los síntomas y características comunes pueden generar un diagnóstico erróneo, poniendo en riesgo la salud del paciente.

 

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