La asignatura de orientación educativa o tutoría: una promesa pendiente para las necesidades del adolescente. Año 5. Número 11

Autora: Nelly Guadalupe García Naciff.

RESUMEN
En el presente artículo se describen teóricamente las condiciones de la orientación educativa, hoy llamada Tutoría, desde un enfoque crítico y reflexivo, de tal suerte, que le permita al lector formarse una perspectiva sobre la importancia que tiene esta asignatura en favor de la conformación educativa de los adolescentes.

PALABRAS CLAVE: Tutoría, orientación, educativa, tutor, orientador.

INTRODUCCIÓN
Los estudiantes de secundaria tienen muchas necesidades psicológicas dados los cambios psico-emocionales (humor, de personalidad, tolerancia a la frustración, etcétera) en el adolescente. En la dimensión social requieren acompañamiento para resolver sus conflictos y fortalecer su personalidad, conocer sus fortalezas y debilidades les garantizará poder hacerlo.

Ante esta realidad, la Tutoría u Orientación educativa es una buena herramienta. Para Bisquerra y Álvarez (1998) implica un proceso de Orientación psicopedagógica de ayuda permanente a los individuos implicados en la comunidad estudiantil, en todas sus dimensiones, con la finalidad de propiciar el desarrollo humano y para la prevención. Esta ayuda debe partir de la intervención psicopedagógica de un especialista.

DESARROLLO
Actualmente un tutor cumple actividades que un profesor de secundaria no cubría hace varias décadas. La actual asignatura de Orientación y tutoría (Tutoría) se conocía como Orientación Educativa; en ella el orientador resolvía los problemas de conducta y otras condiciones de las relaciones interpersonales de los alumnos, desvirtuando el espíritu de la materia. El profesor-orientador de antes no poseía la formación profesional necesaria para las demandas del orientador educativo y narraba con base en su experiencia lo que se esperaba del comportamiento juvenil para que los estudiantes asimilaran con base en la propia.

Esta técnica narrativa como estrategia didáctica puede ser una especie de consejería, en el mejor caso, o un regaño moral semejante al de los padres, en el peor.

Hoy este problema se repite en las aulas, sin que nadie pueda ayudar a los jóvenes a resolver sus conflictos derivados de la edad. Es menester construir nuevas prácticas pedagógicas enfocadas en resolver las necesidades psicopedagógicas de los discentes. Para muestra de este planteamiento, en este artículo se describen ejemplos, producto de la información arrojada por las entrevistas a profesores encargados de las Tutorías en Secundaria durante 2015-2016.

Este texto parte de una experiencia durante el ciclo escolar 2015-2016 en educación secundaria en el Municipio de Comitán, Chiapas. Particularmente sobre el perfil del docente de la materia Tutoría (cualquier profesor puede impartir la materia) y sobre cómo conciben estos profesores su ejercicio docente en el aula.

Estos dos factores propiciaron el diseño de entrevistas semiestructuradas con la intención de conocer cómo y de qué manera los profesores de Tutoría la promueven dentro y fuera del aula. La consigna fue considerar los datos de forma objetiva y veraz, por ello las entrevistas fueron anónimas.

Caso 1
A la primera maestra entrevistada, licenciada en Español, con seis grupos de Tutoría en Secundaria y con la misma práctica pedagógica en cada uno, no le gusta su materia y la imparte como requisito sindical. Lleva un concentrado de calificaciones donde registra los avances o retrocesos de sus alumnos. Charla de manera regular con los alumnos que presentan problemas de actitud o conducta, para motivarlos y que su condición cambie. Según ella, el propósito de la materia es asumir el papel de mamá y atender las necesidades de sus alumnos. La entrevistada puntualiza que si un alumno tiene problemas psicológicos acude a los padres de familia para informarles de esta condición.

En ocasiones ocupa el tiempo de la tutoría para reforzar la clase de español, promoviendo el manejo de la ortografía y la caligrafía, o recurre a lecturas de Literatura Latinoamericana para avanzar en los contenidos de su materia.

Esta entrevistada considera que la asignatura debería impartirla un psicólogo, un psicopedagogo o quien entienda los procesos de la Tutoría y a los jóvenes. Indica que se requiere un espacio y tiempo para llevar a cabo esta función.

Caso 2
La segunda maestra entrevistada, licenciada en Educación con Formación en Ciencias Sociales, indica que realiza la función de prefecta o árbitro en la materia de Tutoría, especialmente al buscar soluciones a los conflictos entre grupos de alumnos frente al bullying. A veces utiliza material audiovisual para entretener a los alumnos hasta la siguiente clase. También motiva a los alumnos para estudiar y que sean exitosos en el futuro.

Puntualiza que durante sus clases ha podido descubrir los distintos tipos de inteligencia que poseen sus alumnos. Sabe que su labor no está apegada al plan y programa, pero hace lo que le parece prudente.

Una vez, un grupo de segundo año le manifestó su inconformidad, por su poco valor, frente a lo que se cuestionó: ¿cuál era el propósito primordial de la asignatura de Tutoría? Su respuesta recayó en que un psicólogo o psicopedagogo deberían dar la materia. Aunque ella debe cumplir administrativamente su cargo.

Caso 3
Otro profesor entrevistado, químico, aborda la Tutoría con énfasis en su formación. Lleva un registro ordenado de cada alumno, donde anota el aprovechamiento y ciertas conductas de riesgo (violentas, por ejemplo). Indica que durante la adolescencia es común para los alumnos expresar sus emociones de forma violenta sobre todo si provienen de hogares disfuncionales. Hay quienes trabajan para pagar sus pasajes a la escuela y/o son abandonados por los padres por lo que recurren al alcoholismo y al abuso de sustancias como escape a sus circunstancias. Como docente pocas veces puede proporcionar las soluciones deseables sobre estos temas.

En resumen, estos docentes ven y desarrollan la materia de Tutoría desde su visión profesional, incluso desde su contexto socio-cultural, a pesar de su importancia en la estructura curricular, puesto que se trata de la Orientación Educativa hoy limitada al concepto de Tutoría.

Ante la descripción de estos casos, la materia en cuestión en su descripción epistemológica fusiona Orientación y Tutoría y requiere personal especializado en psicología, psicología educativa o psicopedagogía y un conocimiento profundo en los dos campos de estudio. Por otra, ejercer la figura de tutor con la plena intencionalidad y sensibilidad de entender las necesidades producto de la relación docente-discente que permitan acercarse a un proceso más humano.

Mientras la orientación no se vea como un proceso psicopedagógico en el que su punto de partida sea la elaboración previa de un expediente por alumno que identifique su personalidad, afecciones psicológicas, necesidades educativas, estilos de aprendizaje, tiempos y ritmos de aprendizaje, conocimiento del medio, cuestiones de desarrollo; no será posible establecer estrategias que solucionen los problemas del alumno y mejoren su aprendizaje, potencialicen sus habilidades sociales, actitudinales, interacción con su medio y las habilidades que la sociedad de hoy demanda.

El desarrollo del programa de Tutoría en Secundaria no debería ser tomado a la ligera o de relleno para asignar horas al personal. A partir de las entrevistas realizadas sobre la práctica de la Tutoría es posible plantearse quién y de qué manera debe conducirse la asignatura.

Ambas condiciones se aprecian en los “Lineamientos para la formación y atención de los adolescentes 2011” de la Secretaría de Educación Pública. El reto es conocer lo que en papel ha expresado este órgano federal de educación y donde se indica que la tutoría es un tiempo para acompañamiento y orientación docente hacia un grupo concreto, con carácter de orientador, que debe ayudar al desarrollo individual, social, afectivo, cognitivo y educativo; es decir, al crecimiento holístico del alumno. Por ello, “la tutoría no es una extensión” de otra materia, un periodo para repasar las lecciones o asesorías educativas de otras asignaturas ni otras actividades pedagógicas que confundan su naturaleza.

En el mismo documento se describe al tutor como un puente entre el grupo y las demás personas ligadas al aprendizaje para la potencialización de lo cognitivo, psicológico y social de los adolescentes de secundaria (SEP, 2011). Por tanto, el docente o tutor debería actuar mediante la acción psicopedagógica y estar especializado en el área, aunque esto no es una realidad.

Cómo y qué debe hacer el tutor en sus funciones:

• Acompañar la formación integral de los alumnos mediante el abordaje de los siguientes ámbitos de la acción tutorial.
• Elaborar e implementar un plan de acción tutorial con base en las características del grupo y del contexto.
• Mantener la participación de los alumnos en la realización de actividades de interés, cediéndoles la palabra y promoviendo la autonomía en la toma de decisiones relevantes para la vida.
• Promover el trabajo colegiado en torno a la Tutoría con los diferentes actores educativos que integran la comunidad de aprendizaje de la escuela (SEP, 2011).

Así, las acciones que el tutor debe llevar a cabo no se limitan al aprovechamiento académico de los alumnos, debe pretender que los discentes se formen integralmente, que se aprecien en él sus capacidades cognitivas, psicológicas, sociales, de integración, lo que se logra sólo si el tutor tiene las capacidades profesionales para hacerlo.

Para Fernández Sierra y Carrión Martínez (1998), el tutor guía el progreso del estudiante en su proceso de aprendizaje y desarrollo personal, también promueve las necesidades del alumno frente a los implicados en su educación. La acción promotora de este docente hace posible un ejercicio apegado a la realidad y al contexto del grupo y el mundo de los individuos.

A su vez, Lázaro y Asensi (1989) consideran a la tutoría como un conjunto de acciones propias del docente, personales y en colectivo, con la finalidad de integrar los aprendizajes. Para ellos, la tutoría está relacionada con la orientación escolar.

Bisquerra y Álvarez (1998), por su parte, hablan de la tutoría y su función orientadora, realizada por el orientador y por el resto del personal docente, la cual puede llevarse a cabo de forma personal o grupal. Sus alcances incluyen lo académico y lo no académico. Estos autores apuntan a la esencia de la orientación en diversos tópicos: “orientación profesional, información académica y profesional, atención a la diversidad, programas preventivos diversos y desarrollo personal y social”. En estos tópicos se encuentra la esencia de la orientación educativa (hoy llamada Tutoría), de ahí que la orientación docente está confundida en su interpretación.

Aquí se considera que la acción tutorial debe de ser permanente, enfocada a todos los discentes y en todos los niveles educativos. Algunos autores señalan las siguientes características para la acción tutorial:

• Ser continua, dirigida a todos los alumnos en toda su escolarización.
• Implica de manera coordinada a los agentes educativos: profesores, escuela, familia y contexto social.
• Estar adaptada a las peculiares características de cada alumno.
• Capacitar a los individuos para su propia auto orientación y para la toma de decisiones educativas, sociales y profesionales (Repetto et al., 1999).

Aunque hay que tomar en cuenta que el tutor en su propósito de lograr la autoorientación de sus alumnos se enfrenta a un proceso más complejo cuando él no ha partido de su propia introspección.

Para Valdivia (1998), la tutoría es un proceso donde el alumno toma conciencia de sí mismo, sobre los que le rodean y su realidad, para poner orden en su mundo endógeno.

Ante esta realidad, es necesario siempre partir de lo que somos. Donoso Vázquez y Sánchez (2013) describen a cabalidad que somos seres humanos con múltiples realidades y evolucionamos constantemente en diversidad de contextos. Cada uno vive en su realidad de manera total e interrelacionada con los demás. Como si formáramos parte de un organismo dinámico y activo, cada realidad está conectada con las demás y recibe influencia de ellas. Todas se afectan mutuamente.

Si se tomara esta premisa en el ejercicio de la tutoría, la realidad en las escuelas sería otra. Quién no ha soñado con que un adolescente se autooriente para tomar sus decisiones sociales, cognitivas, psicológicas y profesionales. Sin embargo, esto es posible si todos los actores educativos asumen su compromiso ético en la construcción de la personalidad del estudiante.

CONCLUSIONES
Es evidente que los docentes entrevistados no han dimensionado los alcances y la importancia de la tutoría, ya sea por su formación profesional o porque no conocen a fondo lo que implica y significa. Ante esta realidad, resulta extraño que el tutor aún no sepa, haya leído o comprendido los argumentos del plan y programa de esta asignatura. Estamos en presencia de otra práctica cotidiana de la educación asociada a la identidad cultural de la simulación.

Pero es preciso preguntar: ¿cuántos otros docentes de la materia no conocen los alcances de la asignatura?, ¿han leído y comprendido las bases de los lineamientos emitidos por la Secretaría de Educación Pública (SEP)? Aunque para ello, no basta haber leído, es necesario llevarlo a cabo dentro y fuera del aula.

Entonces, ¿con qué intención la SEP creó la asignatura de Tutoría? ¿Fue sólo para cumplir con las expectativas de atención de las necesidades del adolescente hacia una educación inclusiva? o ¿para justificar socialmente la preocupación por el tema? Sin importar qué se responda, la tutoría no debería limitarse a pocas horas en el aula sino a un programa grupal e individual de atención escolar, con un departamento de psicopedagogía eficaz en las escuelas, que parta de la premisa:

Orientar a lo largo de toda la vida implica tener en cuenta las múltiples identidades en las que se mueve la persona: el trabajo, la familia, el ocio, las relaciones sociales, las amistades; así como complejos procesos que se dan dentro de ella: cognitivos, afectivos, comportamentales y espirituales. Todos estos ámbitos y procesos conforman su esencia, una manera de estar en el mundo, sentirse parte de él, responder a los requerimientos que le hace el medio y otros agentes, cubrir sus necesidades y desarrollarse como persona (Donoso Vázquez y Sánchez, 2013).

La promesa educativa hacia el adolescente aún es una tarea pendiente. Debe capacitarse y formar profesionalmente a los tutores y esclarecer los objetivos de su acción en el aula. También debería de crearse un departamento de Orientación y Tutoría que funcione en dos sentidos: en la atención personalizada de los alumnos y sus necesidades, partiendo de la elaboración de un expediente psicopedagógico que identifique las necesidades a cubrir (psicológicas, educativas, etcétera), y por otro lado la atención grupal durante el horario de clases.

Sí no es así, existe el riesgo de continuar con una materia “de relleno” que sólo cubre horas de asignación docente pero no cumple con su fin original.

BIBLIOGRAFÍA

Bisquerra, R. y Álvarez González, M. (1998). Concepto de orientación e intervención psicopedagógica. En Bisquerra, R. (Coord.). Modelos de Orientación e Intervención Psicopedagógica. Barcelona: Praxis.

Donoso Vázquez, T. y Sánchez, M. (2013). Orientación educativa y profesional, estudio de casos. Barcelona: Isep Intervenciones.

Fernández Sierra, J. y Carrión Martínez, J. J. (1998). La formación de los profesionales de la Orientación. Modelos de orientación e intervención psicopedagógica. Barcelona: Praxis.

Lázaro, A. y Asensi, J. (1989). Manual de Orientación escolar y tutoría. Madrid: Narcea.

Parras Laguna, A., Madrigal Martínez, A. M., Redondo Duarte, S., Vale Vasconcelos, P. y Navarro Asencio, E. (2009). Orientación educativa: Fundamentos teóricos, modelos institucionales y nuevas perspectivas. España: Cide.

Repetto, E., Ballesteros, B. y Malik, B. (1999). Hacia una formación de los orientadores en Europa: estudio empírico de las áreas de competencias más relevantes. Revista Española de Orientación y Psicopedagogía, 10(17):149-162.

SEP. (2011). Lineamientos para la formación y atención de los adolescentes 2011. Guía para el maestro “Tutoría”. México: SEP.

Valdivia, C. (1998). La orientación y la tutoría en los centros educativos. Bilbao: Mensajero.

La asignatura de orientación educativa o tutoría: una promesa pendiente para las necesidades del adolescente. Año 5. Número 11

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