Factores psicolingüísticos para la comprensión del humor, la ironía y la cortesía. Año 5. Número 11

Autora: Érika Aydeé Hernández Jiménez.

RESUMEN
El presente artículo muestra los resultados de una investigación exploratoria sobre los factores psicológicos, particularmente psicolingüísticos, que repercuten en el proceso de comprensión del humor, la ironía y la cortesía verbal. Aunque la edad es un factor determinante para entender la ironía, la cortesía y el humor, las capacidades físicas y cognitivas también son elementos determinantes para esta asimilación ya que los daños físicos cerebrales afectan estos mecanismos de interpretación; también se requiere de la posesión de la teoría de la mente para llevar a cabo estos procesos.

PALABRAS CLAVE: Factores, psicológicos, psicolingüísticos, comprensión, ironía, humor, cortesía.

INTRODUCCIÓN
El humor, la ironía y la cortesía verbal desempeñan un papel importante en la interacción humana. Son parte de los elementos de la competencia pragmática que presentan similitudes en los factores que intervienen en su comprensión (Bohrn, Altmann y Jacobs, 2012; Yang, Fuller, Khodaparast y Krawczyk, 2010; Tang, Qi, Jia, Wang y Ren, 2017). Este trabajo está motivado por ellos. Partiendo de las similitudes que presentan en su comprensión, se plantean los factores psicológicos de índole psicolingüística que intervienen en este proceso, además de una breve revisión de estudios empíricos que sitúan en el hemisferio derecho las tareas de comprensión de estos elementos lingüísticos.

Aunque el humor, la ironía y la cortesía verbales no sean fenómenos iguales o similares, la selección de estos fenómenos lingüísticos para este trabajo se realizó a partir de las que se consideran sus similitudes, entre éstas, el requerimiento de ciertas facultades cognitivas para su comprensión y su realización; el requerimiento de una cierta edad para la comprensión y realización de estos fenómenos; así como la definición más o menos clara que se ha hecho de las zonas cerebrales que controlan la comprensión del humor y de la ironía y que, por ser ciertas estrategias de cortesía irónicas y humorísticas, nos sirven para proponer que las zonas que controlan la comprensión del humor y la ironía, lo hacen también con, al menos, ciertas formas de cortesía verbal.

Las perspectivas de estudio a partir de las cuales se les ha abordado han sido muy variadas, no por ello inútiles, ya que la comprensión de estos fenómenos del lenguaje desde diversos ámbitos ha permitido un enriquecimiento considerable acerca de su naturaleza. Aportaciones tan diversas como la de los antiguos griegos o romanos, y estudios tan variados como los acercamientos por parte de corrientes retóricas, psicológicas, filosóficas, lingüísticas, psicolingüísticas, sociolingüísticas, cognitivas, pragmáticas, entre otras, han permitido estudios cada vez más completos acerca de estos fenómenos, además de una visión menos parcial de ellos, incluida su visión a lo largo de la historia.

Biológicamente hablando, el cerebro juega un papel determinante en la producción lingüística. Paul Broca proponía la especialización del hemisferio izquierdo con respecto del lenguaje. Aunque la dominación absoluta de este hemisferio se ha puesto en duda durante las últimas décadas debido a la evidente participación del hemisferio derecho en la realización de algunos elementos del lenguaje, aunque aún no resulten completamente claras todas sus modalidades y relevancia. Por lo que ahora se puede afirmar que las áreas que intervienen en la producción y la comprensión del lenguaje se encuentran tanto en el hemisferio izquierdo como en el hemisferio derecho.

DESARROLLO
Los hemisferios cerebrales y el lenguaje
Durante la década de 1960, se comenzaron a publicar resultados de estudios con pacientes que mostraban lesiones cerebrales y cuyas capacidades lingüísticas se veían deterioradas por ello, sobre todo se realizaron múltiples estudios con pacientes cuyas lesiones se encontraban en el hemisferio derecho, pues al presentar déficits con respecto del lenguaje, la hipótesis del control exclusivo del hemisferio izquierdo se ponía en duda, al no poder resolver a qué se debían esos déficits lingüísticos. Estos estudios presentaban los resultados de pruebas realizadas a sujetos zurdos, pacientes con daños en alguno o ambos hemisferios cerebrales, pacientes que se caracterizaban por presentar deterioros en la realización de los aspectos emotivos de la prosodia y en la comprensión del nivel pragmático: como las inferencias lógicas, el doble sentido, la ironía, el humor y el sarcasmo.

En general se acepta que la parte derecha anterior del hemisferio izquierdo, particularmente el lóbulo frontal, controla la fonología y la sintaxis (Zaidel, Kasher, Soroker, Batori, Giora, y Graves, 2000, Caplan, 2014). Las regiones más posteriores del hemisferio izquierdo, el lóbulo temporal, controla la semántica (Zaidel et al., 2000, Soroker, Kasher, Giora, Batori, Korn, Gil, y Zaidel, 2005; Seghier, Fagan y Price, 2010; Ramsey, Cross y Hamilton, 2012; Egorova, Shtyrov y Pulvermüller, 2013). Y ciertas áreas del hemisferio derecho tienen un papel importante en el control de la pragmática (Soroker et al., 2005; Van Berkum, 2010). Las funciones pragmáticas están compuestas, de acuerdo con Zaidel et al. (2000), por la prosodia emotiva, el lenguaje no literal (incluido el humor y las metáforas), el procesamiento del discurso (Rueschemeyer et al., 2014; Bašnáková, Weber, Petersson, Van Berkum y Hagoort, 2013) y las construcciones relacionadas con la teoría de la mente (atribución de estados mentales del interlocutor). El hemisferio cerebral izquierdo, entonces, se ocupa de la habilidad numérica, el lenguaje escrito, el razonamiento, el lenguaje hablado y la movilidad. El hemisferio derecho, por su parte, se especializa en la pragmática del lenguaje natural (Zaitel, et al., 2000; Egorova, Shtyrov y Pulvermüller, 2013).

Con base en estudios realizados las últimas décadas, se ha vinculado cada vez más al hemisferio derecho con los contextos afectivos, la prosodia (Soroker et al., 2005), la comprensión del humor (Shammi y Stuss, 1999; Soroker et al., 2005) y la ironía (Zaidel et al., 2000; Giora 2000), así como la detección del sarcasmo, vinculado con el impedimento de reconocer expresiones faciales y prosodia de tipo emotiva (Shamay-Tsoory, Tomer y Aharon-Peretz, 2005).

En un estudio realizado por Soroker y sus colaboradores (2005) pudieron mostrar que la competencia pragmática depende de mecanismos en ambos hemisferios cerebrales y que hay una localización sistemática de los actos de habla básicos en el hemisferio izquierdo pero no en el derecho, aunque en general, y con base en una amplia variedad de estudios, algunos de los cuales mencionaremos más adelante, se acepta que los elementos de la competencia pragmática se procesan en el hemisferio derecho y no ha habido más estudios que respalden los resultados de Soroker et al. (2005).

Como parte de los estudios que confirman el papel del hemisferio derecho en las tareas de la comprensión pragmática se ha experimentado con pacientes cuyos daños cerebrales se localizan precisamente en este hemisferio y han mostrado que presentan dificultades para entender palabras con significado metafórico (Brownell, Simpson, Bihrle, Potter y Gardner, 1990) y la falta de comprensión del humor (Bihrle, Brownell, Powelson y Gardner, 1986).

Elementos de la competencia pragmática
De acuerdo con Zaidel et al. (2000), algunos elementos cuyas funciones son pragmáticas son las construcciones relacionadas con la teoría de la mente y el lenguaje no literal (las metáforas y el humor). Para este trabajo tomaremos en cuenta estos elementos así como un elemento del lenguaje literal, la ironía, por cumplir con algunas características similares que nos permiten reforzar la premisa de que en el caso, al menos del humor y la ironía, son elementos que requieren una serie de procesos cognitivos para ser comprendidos adecuadamente. Y bajo el entendido de que existen estrategias de cortesía que son irónicas y humorísticas (Brown y Levinson, 1987), los procesos cognitivos implicados para entender lenguaje humorístico e irónico deben ser, por lo tanto, los mismos que se requieran para entender determinadas estrategias de cortesía.

El humor
La perspectiva filosófica
El humor verbal ha sido estudiado clásicamente desde la tradición filosófica. Los filósofos en su necesidad de entender el humor han desarrollado teorías que lo sitúan dentro de tres grandes grupos de teorías: las teorías de la superioridad, las de la descarga y las de la incongruencia.

Las teorías de la superioridad. El filósofo griego Platón comenzó con esta idea, desarrollada más tarde por su discípulo Aristóteles. La idea general de este punto de vista es que el hombre, ante un sentimiento de superioridad hacia los demás y en ocasiones hacia él mismo, desarrolla la experiencia humorística; idea que se mantiene hasta Hobbes en el siglo XVII. Baudelaire (1852) y Bergson (1900) desarrollan sus propuestas también dentro de esta línea de teorías de la superioridad.

Las teorías de la descarga. Estas teorías modifican radicalmente su visión al pretender que debido a un exceso de energía física, el hombre tiene la necesidad de la experiencia humorística como un efecto de descarga de ese exceso de energía nerviosa innecesaria que tiene. Freud (1905) y Spencer (1911) forman parte de quienes han propuesto al humor como un efecto de descarga fisiológica de los excesos de energía física del hombre.

Las teorías de la incongruencia. Estas teorías consideran que el humor surge a partir del reconocimiento de una cierta incongruencia a partir de una situación que no se esperaba. Dentro de esta línea de filósofos, Shopenhauer (1818) es un representante muy importante que efectivamente consideraba que la risa es el efecto detonador de percatarse de algo inesperado o incongruente.

La perspectiva psicológica (lingüística y cognitiva)
En el área lingüística se han desarrollado teorías en torno del humor, entre las que se encuentran la de Victor Raskin (1985) The script-based semantic theory of humor, la de Salvatore Attardo (1994) y una propuesta conjunta denominada The General Theory of Verbal Humor (Attardo y Razkin 1991). Razkin (1985) basado en la idea general del principio de cooperación de Grice (1975) propone un principio de cooperación humorístico, pues desea desarrollar una suerte de teoría general de la competencia humorística. En general su propuesta busca identificar cuáles son las combinaciones de estructuras lingüísticas que dan lugar a estructuras de tipo humorísticas.

Attardo (1994), por su parte, desarrolla su teoría también con base en las ideas de Grice (1975), proponiendo que el humor se debe al rompimiento de las máximas conversacionales y por tanto al Principio de Cooperación. En su propuesta, Attardo habla de la naturaleza no-cooperativa del humor. Y en el caso de la propuesta de Razkin y Attardo (1991), desarrollan su teoría a partir de la teoría anterior de Razkin (1985), la cual de hecho se centra sólo en las bromas como elemento de análisis y no resuelve el resto de los tipos de humor existentes, así como no puede resolver algunas irregularidades entre determinados tipos de bromas. Por lo cual, los autores proponen una serie de seis elementos que intervienen en la generación de una broma: en los primeros, orientados al contenido de la broma, están: script opposition (elemento de la propuesta de Razkin (1985)), el objetivo, la situación, así como los componentes o herramientas orientadas a expresar el contenido de las bromas: el mecanismo lógico, la estrategia narrativa y el lenguaje. Desafortunadamente desde esta perspectiva los autores generalizan en las características de las bromas y no resuelven implicaciones que se presentan, por ejemplo en el terreno sintáctico, y que sus parámetros de análisis de las bromas no logran resolver adecuadamente.

En una perspectiva de corte cognitivo, Curcó (1995, 1997, 1998) por ejemplo, propone que el humor es un tipo de uso ecoico del lenguaje, el cual conlleva la expresión de una actitud de autodistanciamiento del hablante a partir de remitirse a representaciones mentales de alguien más, lo que al ser reconocido por el oyente, genera el efecto humorístico de los enunciados. De acuerdo con Curcó, lo que es crucial para el humor es la forma en cómo se manipula la incongruencia y qué efectos se derivan de ello. Por supuesto esto presupone la habilidad de relacionar las proposiciones que chocan al conjunto de creencias del orador, y también al conjunto de las creencias que el orador atribuye al oyente. Esta capacidad implica poder realizar metarepresentaciones (representar representaciones).

Desde este ángulo Curcó (1997) sugiere que resulta razonable el estudio del humor verbal bajo la premisa de una tendencia de los seres humanos a interpretar estímulos ostensivos, coherentes éstos con el principio de la Teoría de la Relevancia (Sperber y Wilson, 1995) y la posesión de una teoría de la mente. Así, para Curcó, el humor no es una característica de los textos como lo plantea Razkin, sino más bien el resultado de que el oyente se percate de la actitud distante del hablante con respecto de su enunciado, así como de la incongruencia respectiva.

La ironía
La tradición retórica clásica consideró a la ironía como una figura discursiva donde el significado figurado es opuesto al literal (Curcó, 2000). Lo cual implicaba que los ironistas tenían la intención de comunicar lo contrario de lo que su enunciado decía de forma literal. La perspectiva retórica clásica contrasta con ideas desarrolladas más tarde por Grice (1975) y Giora (1995, 1997). Siguiendo de cerca la tradición retórica, el filósofo Paul Grice propuso una solución a cómo es que el oyente puede reconocer el significado previsto por el hablante, situación fuera del alcance de la explicación retórica. Grice, además, propone que el significado que el hablante ha querido decir es el contrario del que su enunciado dice. Otra variación importante en la propuesta griceana es que lo que era considerado significado figurado, para Grice (1975) es una implicatura.

Por su parte la propuesta de Rachel Giora (1995) es la de ver la ironía como una forma de negación indirecta. Para Giora la ironía comprende la comprensión del significado anulado (por negación) y el implicado en términos griceanos (significado irónico). Además afirma que no es cierto que los enunciados irónicos comuniquen necesariamente lo contrario de lo que se expresa, para ella, al proferir un enunciado irónico se niega indirectamente el contenido de la proposición. En una propuesta posterior a esta última, Giora (1997) desarrolla su Graded Salience Hipótesis. Propone que la ironía está compuesta por el significado irónico y el significado literal o “sobresaliente”, que es activado primero debido a que éste es el que resulta familiar y de uso común, por lo que está registrado en el diccionario mental. Así, para Giora, al procesar la ironía, primero se activa el significado conocido y posteriormente el irónico.

Este punto de vista contrasta con los resultados encontrados por Gibbs (1986) en los cuales se confirmó que el significado literal y el significado irónico se procesan en un único momento. Punto de vista éste, que mantiene la teoría de uso-mención propuesta por Sperber y Wilson (1981; Wilson y Sperber, 1992) en el cual se afirma que el procesamiento de la ironía implica una sola interpretación y no dos, como es la propuesta de Giora (1997). Para Sperber y Wilson (1981, 1986; Wilson y Sperber, 1992), la ironía no es ya un tropo como era considerado por la tradición retórica, ni es una negación indirecta como apunta Giora (1995), sino que es una variedad de discurso referido, un caso de uso interpretativo ecoico implícito y que representa una disociación de la actitud expresada por el hablante en cuanto al uso ecoico del pensamiento que expresa su enunciado (ver también Curcó, 1995).

La cortesía
Los estudios sobre la cortesía tienen ya una tradición de treinta años, fue al final de la década de los setenta que la cortesía se convirtió en un interesante objeto de estudio para la pragmática. Las propuestas más relevantes sobre la cortesía verbal abordadas desde un punto de vista pragmático fueron planteadas por Lakoff (1973), Brown y Levinson (1978, 1987) y Leech (1983). Estas propuestas plantean elementos constitutivos de la cortesía muy diversos entre sí. Para Lakoff un terceto de características es suficiente para envolver la cortesía, aunque estas características dejan de lado elementos situacionales importantes en los intercambios comunicativos. Por su parte Leech realizó un planteamiento más amplio que el anterior, con base en un Principio de Cortesía conformado por seis máximas que a su vez se componen de dos principios cada una. Aunque Leech es un poco más complejo en su categorización, no agota elementos que el modelo de cortesía de Brown y Levinson sí definen y que han vuelto a este último el modelo más influyente de las últimas dos décadas. Para ellos, las estrategias de cortesía son universales.

De acuerdo con la propuesta de Brown y Levinson (1987), la cortesía puede ser de tipo negativo, positivo, directo o indirecto (off-record). Entre el tipo de cortesía positiva se encuentra el “bromear” o hacer uso del humor. Por otro lado, dentro de las estrategias de cortesía de tipo indirecto se encuentran las siguientes: lanzar indirectas, dar pistas, minimizar, exagerar, tautologías, contradicciones, ironía, metáforas, ser ambiguo, ser vago y generalizar. De éstas últimas, en este trabajo se propone que todas estas estrategias requieren las mismas condiciones de procesamiento para su comprensión que las que requieren la comprensión del humor y la ironía. Los factores necesarios que proponemos para el procesamiento de estos elementos pragmáticos se incluyen factores biológicos como la edad y la localización cerebral, así como facultades cognoscitivas tales como la posesión de la teoría de la mente y la capacidad de realizar metarepresentaciones.

Factores biológicos que intervienen en la comprensión de elementos pragmáticos
La edad
La edad es un factor biológico que determina fuertemente la comprensión y realización de algunos elementos del lenguaje, los pragmáticos por ejemplo. Esto se debe a que en los niños los primeros mecanismos comunicativos que se fijan son los que tienen que ver con su competencia “gramatical”. Estos parámetros lingüísticos que posteriormente son realizados en lo que Chomsky (1967) denominó competencia y que obviamente tiene que ver con la competencia comunicativa que a su vez está vinculada con factores de tipo pragmático tanto como social.

Debido a que el adecuado desarrollo de la competencia comunicativa requiere aprender una serie de patrones de realización sociales y elementos de comprensión pragmática, los niños se encuentran en desventaja con respecto de los adultos, a pesar de que algunos patrones de realización sean lingüísticos como el caso de la cortesía (Brown y Levinson, 1987), hay caracterizaciones particulares que se desarrollan de acuerdo a la cultura en la cual se viva (como lo es el caso de las características de la imagen social de los individuos “face”). Y cuyo apropiamiento requiere además de la madurez física, capacidades cognoscitivas (teoría de la mente y facultad de metarepresentar) y un estado físico adecuado (en cuanto a la localización cerebral se refiere).

Localización cerebral
En cuanto a la localización cerebral y como ya hemos planteado antes, el hemisferio derecho juega un papel fundamental con respecto de las tareas de comprensión de los elementos pragmáticos del lenguaje. En muchos estudios se ha demostrado que los pacientes que presentan daños en el hemisferio derecho mantienen sus capacidades sintácticas y semánticas, pero muestran déficits en su producción verbal, la comprensión de historias, preguntas indirectas y otros tipos de lenguaje no literal (Bihrle et al., 1986).

En estudios más recientes se ha buscado definir las áreas exactas que intervienen en los procesos de comprensión de los elementos pragmáticos. Estos estudios han determinado que es en ambos lados del lóbulo frontal donde tienen lugar parte de los procesos que requieren la comprensión pragmática. Además, históricamente se ha asociado el daño en el lóbulo frontal como el causante de cambios de personalidad, cambios en la producción y las reacciones hacia el humor. A esta zona cerebral se le ha vinculado con el tipo de procesos cognitivos que permiten apreciar el humor. Según Alexander, Benson y Stuss (1989), los lóbulos frontales juegan un papel importantísimo en el discurso narrativo, la interpretación no literal y las formas de discurso indirecto como la ironía y el sarcasmo.

Para confirmar este punto, de acuerdo con una investigación de Barbas y Pandya (1989), el lóbulo frontal es el sustrato idóneo para que se realicen las funciones necesarias para apreciar el humor, ya que según su investigación, esta región proporciona la base anatómica para las interacciones cognoscitivas y emocionales.

Otro tipo de estudios como los de Happé, Brownell y Winner (1999), se han concentrado en pacientes con autismo, los cuales son capaces de reconocer la sorpresa como elemento humorístico, pero no la incongruencia que conlleva el humor y que según Curcó (1997) es el elemento esencial para reconocer el humor verbal. Resulta que los pacientes con daños en el hemisferio derecho y la gente con autismo (Happé, 1993) presentan las mismas dificultades en tareas sociales y comunicativas debido a las mismas razones, su problema para representar estados mentales de otros (Happé et al., 1999).

Facultades cognitivas
Tener la capacidad de atribuir intenciones a los otros (teoría de la mente) y crear metarepresentaciones de esas intenciones es lo que permite al ser humano aprender de su entorno y modificar su comportamiento de acuerdo al contexto de sus interacciones. No todas las metarepresentaciones tienen que ver con la comunicación, aunque sin duda gracias a algunas metarepresentaciones iniciales cuyo fin no era propiamente comunicativo, el ser humano desarrollo la capacidad de crear metarepresentaciones de sus sentimientos, pensamientos, deseos e intenciones en general.

Para los fines de este trabajo y con base en los estudios empíricos que se han realizado para confirmar que facultades cognitivas son necesarias para la comprensión de elementos pragmáticos del lenguaje como el humor, la ironía o el sarcasmo, son la posesión de la teoría de la mente y la capacidad de metarepresentar las que nos interesan.

Teoría de la mente
La posesión de una teoría de la mente implica la capacidad de atribuir estados mentales de otros. La mayoría de los niños con autismo tienen gran dificultad para comprender las metáforas, el sarcasmo, la ironía y todo aquel tipo de enunciado que requiera, para ser comprendido, o haga referencia a las intenciones del hablante y que no pueda ser descifrado literalmente (Happé, 1994). Esto sugiere que los autistas se percatan de la necesidad de comprobar el significado de las palabras enunciadas, pero que no son conscientes de los estados mentales que las subyacen y que en el caso del humor y la ironía son esenciales para la adecuada comprensión de ellos.

La naturaleza de la investigación sobre autismo se distingue por tres grandes tópicos en los cuales se han enfocado los estudios sobre autistas. Estos son, daños en la socialización, daños en el lenguaje y daños en la imaginación. Los daños en la socialización se enfocan en los déficits en la calidad de las interacciones que realizan los autistas (Kasher y Meilijson, 1996). Una respuesta más o menos cercana para explicar este tipo de déficits sociales en la naturaleza del autismo ha sido apoyada por las investigaciones acerca de la competencia social, específicamente la teoría de la mente.

La hipótesis general es que los niños autistas tienen problema con las representaciones mentales y no desarrollan la habilidad de leer la mente. La incapacidad general de no poder realizar representaciones mentales y por lo tanto representar estados mentales de otros, les provoca problemas en su comportamiento general, ya que no pueden reconocer las intenciones de otros individuos. El autismo está caracterizado como una demora general del desarrollo (Kasher y Meilijson, 1996).

En otro estudio, Happé, Brownell y Winner (1999) realizaron una investigación sobre la adquisición de la teoría de la mente después de una embolia. Sus resultados demostraron que la teoría de la mente se deteriora selectivamente después de una embolia, aunque sus resultados aún deben compararse con los de pacientes con daño en la parte posterior del hemisferio derecho y con grupos de pacientes con daño en otras regiones. Sus resultados sugieren un papel importante del hemisferio derecho sano en adultos normales con respecto de la teoría de la mente, ya que observaron que el hemisferio derecho interfiere en procesos de la teoría de la mente.

Resultados de imagen funcional de Barón-Cohen y colaboradores (1994) han demostrado esa participación del hemisferio derecho en la teoría de la mente. Aunque Happé y sus colaboradores (1999) no confirman que las estructuras cerebrales del hemisferio derecho sean necesarias en el desarrollo de la teoría de la mente, ya que sus resultados sólo incluyen pacientes con daños en esta zona y no saben si daños en otras zonas cerebrales pueden interrumpir el desarrollo de la teoría de la mente. Lo que sí sugiere su estudio es que en edad adulta y de manera selectiva se puede deteriorar la capacidad de atribuir estados mentales a otros. Lo cual sugiere a su vez que leer la mente no es sólo un producto de los mecanismos de raciocinio humano.

Metarepresentaciones
La capacidad cognitiva de realizar metarepresentaciones, esto es, de representar representaciones, implica en sentido estricto, la capacidad de representar el contenido de las representaciones, pues de acuerdo con Sperber (2000) hay metarepresentaciones cuya simpleza no implica la capacidad real de metarepresentar en el sentido que para nosotros es oportuno. Pues por ejemplo:

(1) Érika intuye algo
En (1) lo que hay es una representación, sí, pero no es una representación del contenido de la representación. Y las del tipo de (1) son justamente las que no interesan ni a nosotros ni a los teóricos del tema. Por otra parte:

(2) Érika dijo que cree haber aprobado sin problemas su examen final de sueco
En (2) por ejemplo, lo que tenemos es una metarepresentación de dos grados. En la cual está tanto expresado lo que Érika dijo que cree, como lo que Érika cree.

Para una persona sin problemas de procesamiento importantes y cuyas capacidades cognitivas parezcan más o menos adecuadas, un ejemplo como (2) no provoca ningún problema de procesamiento. Pero en el caso específico, por ejemplo, de personas con daños cerebrales en el hemisferio derecho, niños autistas o enfermos de Asperger, realizar el trabajo de procesamiento que implica comprender (2) no es posible debido a que se ha confirmado, y como ya se ha dicho arriba, que no tienen teoría de la mente. Y la carencia de la teoría de la mente implica la capacidad de representar creencias e intenciones en uno y en los otros. Por lo que la vinculación entre la teoría de la mente y la capacidad metarepresentacional queda puntualizada.

Estudios empíricos
En los estudios empíricos que se presentan a continuación, se presentan datos que confirman las similitudes en algunas características entre el humor, la ironía y la cortesía verbal. Cabe mencionar que los estudios sobre elementos de comprensión pragmática han variado en cuanto a sus temáticas y han abordado desde la prosodia emotiva, el sarcasmo, el humor, la ironía, las preguntas indirectas, hasta algunos, pocos, estudios sobre la cortesía verbal. De ésta última, los estudios se concentran en el tipo de comportamiento cortés de diversas culturas, pero no en los mecanismos subyacentes que se realizan para su comprensión y lo cual, de acuerdo con este trabajo, es un tipo de estudios que puede realizarse y que confirmaría lo que se ha propuesto aquí, que la zona cerebral en la que se realizan los procesos de comprensión de la cortesía, es la misma zona en la que se desarrollan los procesos de comprensión del humor y la ironía.

Estudios empíricos sobre el humor
Basados en la propuesta teórica de Brown y Levinson de que el humor es una estrategia de cortesía positiva y que se usa como atenuador de un acto de amenaza explícito hacia la imagen de un individuo. En este estudio en particular, Grainger (2004) observó el tipo de interacciones entre enfermeras y pacientes que se presentan en una sala de hospital, donde el humor juega un papel importante para atenuar lo amenazante de las exploraciones físicas a las que las enfermeras van a someter a los pacientes. A pesar de que Grainger considera que en la propuesta teórica de Brown y Levinson (1987) está inacabada en el sentido de que no se consideran las posibilidades de los diferentes contextos. Aunque este es un punto que no expondremos en este trabajo, yo discuto la falta de consideración de diferentes contextos, ya que en mi opinión, las variables del modelo de cortesía de Brown y Levinson (1987), pueden explicar las circunstancias que se presentan en diversos contextos. A pesar de su crítica y con base en los resultados de su estudio, Grainger propone que el humor es una estrategia que busca mantener el poder entre los participantes de las interacciones en los hospitales, además de ayudar a mantener bajo control las interacciones a pesar de lo amenazante que resulta para los pacientes las exploraciones físicas por parte de las enfermeras.

Shammil y Stuss (1999) han señalado la importancia del hemisferio derecho en la comprensión del humor. En un estudio realizado en 1999 se enfocaron en observar la relación del lóbulo frontal derecho en la comprensión del humor, ya que según confirmaron con su estudio, el mayor déficit de comprensión del humor se ubica en esta zona. En su estudio encontraron que pacientes con daños en el lóbulo frontal izquierdo no presentan déficits en la comprensión del humor, al igual que pacientes con lesiones en la parte posterior del cerebro. Se encontró que el daño en la zona frontal derecha no afecta la lógica simple, pero sí la comprensión humorística.

En otros estudios (Brownell et al., 1983; Bihrle et al., 1986) se han encontrado que daños en el hemisferio derecho afectan la capacidad de los pacientes de procesar uno de dos componentes importantes en el humor: la de establecer la coherencia, frente a la sensibilidad ante el elemento sorpresivo del humor. Cuando para procesar el humor no se requiere la integración del contenido de enunciados, o sea cuando es más simple, los pacientes no tenían problema para detectarlo.

Los estudios sobre la comprensión del humor y su relación con cierta zona cerebral para su procesamiento han sido muchos y han implicado tareas muy específicas, algunas usando tareas de comprensión del humor de manera visual a través de caricaturas y a situaciones humorísticas, que los sujetos de sus experimentos tuvieron que catalogar después como humorísticas o no y a partir de eso se determinó la falta o no de comprensión del humor en cierto tipo de pacientes (Bihrle et al., 1986; Dagge y Hartje, 1985; Ozonoff y Miller, 1996).

Shammi y Stuss (1999), por ejemplo, realizaron un estudio en el que las tareas a realizar por parte de sus sujetos, los cuales tenían daño en varias zonas cerebrales, comprendían tanto la comprensión del humor verbal a través de bromas como la comprensión del elemento humorístico de forma no verbal a través de historietas. Los resultados de este estudio confirman que los déficits en la comprensión del humor se presentan en pacientes con daños en el lóbulo frontal, al menos de una manera más importante que en el caso de los pacientes cuyos daños se encontraban en la parte posterior del hemisferio derecho y cuyos déficits en las tareas era pequeño en comparación con los pacientes con daños en el lóbulo frontal.

Los resultados de estos estudios son contundentes y reconfirman los elementos que se han presentado durante este trabajo en cuanto a la importancia tanto física como cognitiva de las capacidades del ser humano para las tareas de comprensión de elementos pragmáticos entre los cuales el humor juega un papel relevante.

Estudios empíricos sobre la ironía
La comprensión de la ironía requiere la posesión de una teoría de la mente, lo cual implica la capacidad de atribuir estados mentales a otras personas (Pexman et al., 2005; Shamay-Tsoory et al., 2006). A este respecto Winner, Brownell, Happé, Blum y Pincus (1998) realizaron un estudio para identificar si los daños en el hemisferio cerebral derecho afectaban las tareas de distinción entre mentiras y de bromas irónicas para comprobar los déficits en la teoría de la mente y la comprensión discursiva. Los resultados de su estudio proponen que los individuos con daños en el hemisferio derecho no pueden identificar y comprender la ironía.

Estudios empíricos sobre la cortesía
El desarrollo psicolingüístico del ser humano afecta áreas como la de la comprensión pragmática. Dentro de los elementos de comprensión pragmática que se desarrollan en el ser humano, están, como ya hemos expuesto antes, la capacidad de comprender el humor, la ironía verbal, el sarcasmo, la incongruencia y por ende algunas estrategias de cortesía verbal que son expresadas particularmente como elementos irónicos o humorísticos (Brown y Levinson, 1987).

Matthews, Hancock y Dunham (2006) realizaron cuatro experimentos para determinar los papeles tanto de la cortesía como del humor en la producción de la ironía verbal. Los resultados generales de los experimentos indicaron que es el humor, pero no la cortesía, un factor significativo en la decisión de un hablante para utilizar la ironía verbal. Estos resultados plantean algunas preguntas importantes para las teorías existentes referidas a los papeles de la cortesía y el humor en la producción de la ironía, lo cual no es un objetivo de este trabajo, pero que deja ante nuestra, la posibilidad de estudios en el área y de los cuales hay carencias importantes si los contrastamos con las investigaciones sobre el humor y la ironía.

Deficiencias en la comprensión y uso de los actos de habla indirectos, implicaturas, cortesía, registro y estilo también han sido estudiadas por Kasher y Meilijson (1996), los cuales indican que los déficits que se presentan en la comprensión de todos estos elementos, pueden afectar fuertemente el desarrollo de la vida social de individuos autistas, como también plantea Happé (1993).

Aunque los estudios sobre la comprensión y los procesos de comprensión de la cortesía no son muchos, este trabajo plantea una nueva área a partir de la cual se pueden abordar algunos estudios sobre el tema. Esta área es justamente la que corresponde a los procesos de comprensión de la cortesía y que sin duda llenarían un vacío que hay en la materia pues el ser vista simplemente como un elemento que puede estudiarse a partir de sus matices culturales es reducir el potencial lingüístico que implican tanto el uso como la comprensión de las formas de cortesía verbal.

Consideraciones generales. La cortesía verbal frente al humor y la ironía
En este trabajo se ha propuesto que algunas estrategias de cortesía, sino todas, requieren el desarrollo de los mismos procesos cognitivos para su comprensión, que el humor y la ironía verbales. Se ha planteado y justificado esta propuesta con base en los hallazgos de estudios empíricos sobre el humor y la ironía con respecto de los factores necesarios para su comprensión, incluidos tanto factores biológicos como facultades cognitivas.

Teóricamente son Brown y Levinson (1987) quienes incluyen al humor y la ironía dentro de las estrategias universales de uso de la cortesía. Con base en esto y de acuerdo a los hallazgos empíricos, podemos reforzar nuestra propuesta. De manera aún más precisa sugerimos que en el caso de las estrategias de cortesía off-record (Brown y Levinson, 1987): “(…) off-record utterances are essentially indirect uses of language: to construct an off-record utterance one says something that is either more general (contains less information in the sense that it rules out fewer possible states of affairs) or actually different from what one means (intends to be understood). In either case, H(earer) must make some inference to recover what was in fact intended”.

Casi todas las estrategias propuestas por Brown y Levinson (1987): (lanzar indirectas, dar pistas, minimizar, exagerar, tautologías, contradicciones, ironía, metáforas, ser ambiguo, ser vago y generalizar) son parte de los elementos de comprensión pragmática que se han estudiado en pacientes con autismo y con daños en ambos hemisferios cerebrales y de los cuales, sólo algunos resultados se han comentado antes y refuerzan nuestra propuesta de necesitar para su comprensión de los recursos que requieren la comprensión del humor y la ironía verbales.

CONCLUSIONES
La mayoría de los estudios empíricos que se han hecho con respecto de los procesos de comprensión de funciones comunicativas y sociales, entre las cuales se encuentran las pragmáticas, se han concentrado en observar los déficits o aciertos en las tareas de comprensión de metáforas (Brownell et al., 1984; Van Lancker y Kempler, 1987; Happé, 1993; Ozonoff y Miller, 1996; Bohrn, Altmann y Jacobs, 2012; Yang, Fuller, Khodaparast y Krawczyk, 2010; Tang, Qi, Jia, Wang y Ren, 2017), ironía (Kaplan et al., 1990; Brownell et al., 1992; Winner et al., 1998; Happé, 1993), humor (Bihrle et al., 1986; Dagge y Hartje, 1985; Ozonoff y Miller, 1996), prosodia (Tucker et al., 1977; Gorelick y Ross, 1987; Weintraub et al., 1981; Heilman et al., 1984) y preguntas indirectas (Hirst et al., 1984; Foldi, 1987; Stemmer et al., 1994; Paul y Cohen, 1985) por poner algunos ejemplos. Los trabajos respecto de la comprensión de la cortesía verbal no son muy abundantes. Al parecer hasta ahora no se ha encontrado interés en entender los procesos subyacentes a su comprensión. Esto es un elemento que este trabajo busca plantear como una posibilidad real y en la que pueden concentrase futuros estudios y no simplemente en las caracterizaciones del estilo comunicativo cortés de diversas sociedades.

La edad es un factor determinante para la comprensión del humor, la ironía y la cortesía verbal por ende. Las capacidades físicas y cognitivas de los individuos son también factores determinantes en la comprensión del humor y la ironía. Los daños físicos en ciertas zonas cerebrales afectan la comprensión del humor, la ironía y por ende la cortesía verbales. La comprensión de la ironía, el humor y las formas de cortesía off-record, así como las humorísticas requieren la posesión de la teoría de la mente.

Con base en estudios empíricos sobre el comportamiento lingüístico y social de los niños autistas (Happé, 1993) se ha confirmado que el deterioro social que presentan se debe a la falta de una teoría de la mente y a su deterioro comunicativo, pues no tienen la capacidad de representar las intenciones de otros o de reconocer las expresiones de sus interlocutores como interpretaciones de sus pensamientos. Barón-Cohen, Leslie y Frith (1985) comprobaron la hipótesis de que los niños autistas carecen de teoría de la mente. De acuerdo con las investigaciones realizadas sobre la teoría de la mente, los niños autistas sufren de un desorden cognoscitivo específico que tiene como resultado el fracaso para desarrollar cierto grado de capacidades.

La posesión del segundo grado (orden) de la teoría de la mente, determina en qué medida los individuos (niños, adultos sanos, adultos con daño cerebral y con posesión de primer orden de teoría de la mente y sujetos con daño cerebral sin posesión de teoría de la mente de ningún orden) pueden comprender las intenciones que subyacen a la realización de enunciados irónicos, humorísticos y estrategias de cortesía humorísticas y off-record.

Debido a que el hemisferio derecho juega un papel fundamental en la comprensión del discurso irónico y humorístico y ya que, de acuerdo con la propuesta de cortesía lingüística de Brown y Levinson (1987), una de las estrategias de cortesía positiva es humorística y la mayoría de las estrategias indirectas son lingüísticamente poco explícitas, este hemisferio debe jugar un papel determinante en la comprensión de la cortesía (al menos algunas estrategias).

 

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Factores psicolingüísticos para la comprensión del humor, la ironía y la cortesía. Año 5. Número 11

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