Concepción psicológica de la validez de la pena de muerte. Año 1. Número 2.

Autor: Moisés Ulises de la Rosa Espejo.

RESUMEN

El presente artículo explica cómo los factores sociológicos y psicológicos influyen en el individuo para desarrollar conductas criminológicas y cómo estas conductas, desde su formación psicológica, no permiten al criminal una reivindicación social o una erradicación de su conducta, por lo tanto, esto genera una discusión seria sobre la autorización de la puesta en práctica de la pena de muerte con fundamentos psicológicos para criminales y delincuentes reincidentes.

PALABRAS CLAVE: Consciente, inconsciente, id, ego, homicidas, crimen, delito.

El presente trabajo explica los elementos que, cuando se combinan, pueden generar en el individuo conductas delictivas y criminales. Los factores que se abordan principalmente son los psicológicos y sociológicos. Estos factores generan en el individuo un pensamiento continuo y una personalidad constante, llevando a una retroalimentación sobre las mismas conductas delictivas, generando un gusto por las mismas.

El artículo no pretende imponer un nuevo pensamiento sobre la pena de muerte para delincuentes y homicidas reincidentes, pretende principalmente, generar consciencia en la población y en los expertos en materia penal, de que debe considerarse a la psicología criminal para la elaboración de nuevas leyes en materia de reivindicación social, prevención y ejecución de las mismas leyes o la autorización de la pena de muerte en los casos que sean necesarios.

La utilidad de este artículo radica en dar a conocer cómo una ciencia especializada en estos tipos de conducta impacta sobre la formación, la conformación y la ejecución de conductas por parte del criminal, lo que provocaría nuevas pautas en materia de prevención y tratamiento.

Las ventajas que ofrece tomar en cuenta a la psicología criminológica es que a largo plazo, generando las nuevas estrategias de prevención o ejecución de la ley, se reduzcan las conductas antisociales que tanto están afectando a la sociedad actual y que cada vez más introducen a jóvenes a la participación en las mismas. El área criminológica ofrece un nuevo panorama en prevención y erradicación del delito al mostrar cómo piensa realmente un criminal.

DESARROLLO

Uno de los temas que causa gran polémica entre la población actual es la aceptación de la pena de muerte para poder controlar el crimen y el delito, muchos se encuentran en contra y otros a favor, todos sin saber realmente el funcionamiento de la mente criminal. Este tema causa gran polémica ya que sólo se observan dos fundamentos, el legal y el humanista, ambos defendiendo las garantías individuales y los derechos humanos tanto de la víctima como del victimario, sin embargo, estas ramas tan especializadas no han contemplado otras áreas de análisis para poder definir el contexto.

Es importante que cuando se habla de delincuentes y homicidas se haga un análisis por medio de varios enfoques, estos enfoques pueden contraponerse, sin embargo, se debe ser consciente de que se necesita un análisis profundo en materia de prevención donde se debería contemplar lo que dice la Sociología en conjunto con la Psicología. Los enfoques antes mencionados son los que más chocan con el humanismo. El sociológico, como el nombre lo dice, tratará de entender a la gente, a la sociedad, la cual ya está cansada de tanto trabajar para que un grupo de personas les quite y actúen de forma irregular perjudicando el patrimonio de cada familia (Corsi, 1994).

Algunos criminales se han encaminado en este tipo de actos debido a la mala situación económica del país, pero esto no debe dar pie a que se cometan estos actos, lo peor es su incremento debido a la falta de castigo por parte de la ley.

La gente al ver que no hay un sistema real de protección social propone la pena de muerte para poder protegerse, más aún cuando es poco lo que puede hacerse desde una perspectiva legal. Desde el punto de vista de la víctima resulta una solución válida, validez que se verá más adelante (Aurrabarrena, 2004).

Los psicólogos, al saber acerca del funcionamiento de la mente humana pueden tener una perspectiva mejor acerca de la mente criminal. Claro que la visión humanista que acapara diversas áreas de la vida, incluida la psicología, suele visualizar un panorama de respeto a los Derechos Humanos ante todo, aunque por lo planteado con anterioridad parece que esos derechos sólo corresponden a los delincuentes y no a las víctimas.

No se sabe realmente cuál sea el objetivo de los organismos que se encargan de proteger los Derechos Humanos, parece ser que ellos no han sido víctimas del delito o del crimen, de lo contrario entenderían la impotencia y la desgracia que siente la gente que lo ha vivido, o no tienen a la gente capacitada para poder llevar a cabo su función al igual que las instituciones encargadas de la seguridad pública.

¿Por qué se hace mención de esto? Antes se indicó que la mayoría de las áreas de la psicología estaban influenciadas por el humanismo, pero existe una que no, la psicología criminal, esta rama ha estudiado, desde principios de 1800, el comportamiento del criminal, desde su origen, transformación, forma de pensar y por lo tanto, forma de actuar. Esta área no se toma mucho en cuenta, al parecer ni por los encargados de los Derechos Humanos ni los encargados de la seguridad pública, porque si la tomaran en cuenta los convenios y los tratados cambiarían en beneficio de una población que exige orden y cuidado de su patrimonio que tanto cuesta en la actualidad (Ángel, 1994).

La psicología criminal y la psicología tradicional tienen diferentes planteamientos a pesar de originarse ambas en el psicoanálisis. Los primeros psicólogos criminales estaban convencidos de que el criminal o el delincuente no puede cambiar, con algunas excepciones, sin embargo, en la actualidad es muy difícil encontrar éstas.

La teoría actual explica de forma general lo siguiente: existen dos tipos de criminales y delincuentes, los natos o naturales (por enfermedad, demencia, entre otras) y los sociales o hechos por circunstancias sociales (aquí se desprenden los neuróticos, los normales, los pasionales, entre otros). Los primeros se pueden identificar y controlar fácilmente internándolos en instituciones mentales donde se les medique y controle para que no cometan ningún acto imprudencial por alucinación, impulso, etcétera. En la actualidad no existen muchos de este tipo en comparación con la década de 1940 (Figueras, 1997).

El social es el más representativo de nuestros tiempos y el menos aceptado. Los medios e instituciones al hablar de un crimen indican que el individuo sufría de esquizofrenia o de algún otro trastorno, sin embargo, no explican que muchos de los trastornos se pueden generar por condiciones meramente sociales.

Desde la misma teoría en el enfoque social, se explica que cuando se van aprendiendo estos actos, con la repetición se convierten en un hábito, por lo tanto, en una costumbre o tradición, complicando el trabajo de rehabilitación. Según Freud, padre de la Psicología: los niveles de la personalidad son tres, el primero llamado id el cual es la parte instintiva del ser humano, seguido por el ego que es el yo, la parte que funciona respecto al principio de su realidad y por último el súper ego el cual se traduce como el debería ser, es la parte moralista que busca perfeccionarse constantemente (Dicaprio, 1997).

La psicología criminal plantea que cada acto tiene un origen instintivo que se manifiesta por medio de un id, ego o súper ego:

Este diagrama indica cómo es para la psicología criminal la forma de funcionamiento de la mente humana y del comportamiento del individuo. El diagrama explica que todo comienza con una sensación basada en un proceso instintivo, que buscará representarse o materializarse de tres formas posibles, de forma instintiva, de forma consciente o de forma estricta.

Un ejemplo podría ser el siguiente: una persona tiene hambre y de forma instintiva y natural siente un hueco en el estómago, para eliminar el sentimiento de vacío en su estómago, tratará de satisfacer esa necesidad comiendo y tiene tres opciones; si le gana la desesperación se comerá lo primero que encuentre o podrá generar un acto inconsciente que lo lleve a satisfacer esa necesidad, un ejemplo sería quitarle unas galletas a un compañero dentro de un salón de clase sin importar el regaño del profesor, esta es una salida en forma de id.

Cuando se tiene hambre y se piensa en satisfacer esa necesidad, la consciencia va a indicar que se busque la mejor manera de alimentarse sin meterse en problemas, por ejemplo, si se tiene hambre dentro de un salón de clase, el alumno pensaría que no puede comer en ese momento porque se metería en problemas con el profesor; si pensara en salirse del salón de clase para ir a comprar unas galletas sería consciente de que si se sale perdería información importante de la clase, aquí actúa el ego.

Por lo tanto, el súper ego funciona así: si un alumno tiene hambre dentro del salón, quiere satisfacer su necesidad pero con algo en específico, algo con lo que le guste quitarse el hambre, por ejemplo, con unos tacos cerca de su casa. Si el alumno se sale de clase para ir a comer esos tacos sin importarle la clase, ahí está funcionando el súper ego. No se iría así solamente, tratará de manipular al maestro o la situación para no salir afectado, pedirá permiso o mentirá (Dicaprio, 1997).

La teoría de Freud se traduce de la siguiente manera: si el acto criminal o del delincuente funciona desde una parte instintiva (id), se puede decir que no tiene control de sus instintos, instintos que cuando hay una consciencia social son controlables (ego). Si no tiene control de sus instintos por alguna enfermedad, puede ser medicado o recluido en una institución mental para ser controlado.

Por otro lado, si hay consciencia de sus actos (ego), es porque ya existe una repetición de actos que lo ha llevado a la formación de una posible costumbre (ya sea pensamiento o acto). Al generarse una costumbre se buscará perfeccionarla con base en el debería (súper ego). En pocas palabras, el criminal o delincuente que ya ha generado una posible costumbre, tenderá a generar un súper ego criminal, lo perfeccionará y desarrollará una moralidad criminal, es por ello que la mayoría no siente remordimiento, porque ya tiene formado un súper ego criminal (Aguilera, 2007).

Sigmund Freud explicó esta teoría después de 1900. Actualmente es la principal herramienta que se usa para el análisis criminológico de los hechos. La teoría de Freud corrobora la teoría de Cesare Lombroso (anterior a 1900), que a nivel sociológico y médico junto a Enrico Ferri expuso algo similar que indicaba: “el criminal o delincuente es un persona reincidente que debe ser secuestrada”. En pocas palabras, indicaban que había que desaparecerlas (Figueras, 1997).

Los análisis que hicieron en conjunto indican que tanto la sociedad como los condicionantes fisiológicos son factores generadores de ciertas conductas. Enrico Ferri encontró que cuando se vive en sociedades marginadas y con poca o nula oportunidad de crecimiento económico se genera en el individuo la intensión de estar inmerso en algún tipo de conducta delictiva, por otro lado, la mala educación ocasiona que los individuos no sepan comportarse en determinados grupos y éste puede ser el punto de partida para presentar una conducta delictiva.

Ejemplos claros sobre lo antes mencionado sería que un niño crezca en condiciones de pobreza y se una a un grupo delictivo o empiece a robar para obtener dinero, por otro lado, un niño que crece entre violencia, puede seguir representando ésta dentro de sus grupos de interacción, generando una predisposición a que por medio de la violencia cometa un homicidio.

Actualmente, las circunstancias han cambiado, aunque son más complejas. La delincuencia y las conductas criminales son parte de un consciente colectivo (Bourdieu, 1999).

Mucho se confunde la función del inconsciente y del consciente, el consciente es cuando estás en el presente y se sabe realmente lo que se está haciendo en ese momento, el inconsciente funciona de forma diferente, necesita de un estímulo que cuando se presenta libera una conducta o pensamiento y éste se ejecuta sin saber por qué, es como si el estímulo da la oportunidad de sacar algo interno del pensamiento pero la consciencia no detecta cómo salió y por qué.

Cabe destacar que una conducta consciente se puede automatizar, por lo tanto, muchos la confunden con el inconsciente, por ejemplo, caminar no es una conducta inconsciente, es una conducta completamente consciente pero automatizada, ya que la acción de caminar se aprende desde pequeños por medio de la repetición hasta que se genera un dominio de pensamiento y de actuar.

Con respecto a la conducta criminal y delincuencial, ésta es un consciente colectivo, ya que desde niños las conductas que aprendemos, vemos y escuchamos son grabadas inmediatamente, si se usan, la información obtenida queda directamente en el consciente, si no se usan pasarán al inconsciente, pero en la actualidad, los medios de comunicación y las noticias muestran estas conductas en cualquier momento y espacio, eso hace que desde niños se creen ciertas estructuras mentales que se automatizan por medio de la repetición de la información, por lo tanto, lo grabado por nuestra mente está listo en cualquier momento para que sea reproducido de forma automática (Aurrabarrena, 2004).

El suicidio, por ejemplo, sería un consciente colectivo, ya que cuando el niño, el adolescente o el adulto tenga un problema o sufra depresión, en su mente existe la opción del suicidio para salir del problema, todo esto ocurre debido a que los medios hacen amplia referencia a este hecho. Aunque solamente el suicidio se piense o se mencione por alguna persona en forma de broma, es una representación grabada y sale automáticamente.

Actualmente la gente dice que los criminales se perfeccionan en la cárcel, ya se indicó por qué. Ser un criminal o delincuente con un proceso de desarrollo basado en una costumbre, implicará un proceso de perfeccionamiento porque el ego usa la realidad propia (basada en crimen o delito) no la de los demás. Esta realidad llevará al criminal a generar una moralidad, un debería, un fin perfeccionista, un súper ego criminal sin ninguna posibilidad de regeneración cuando es un delincuente o criminal reincidente.

Ya explicada la forma en que analiza al individuo la psicología criminal, sería útil pensar en la siguiente pregunta: ¿Aceptaría la pena de muerte?

CONCLUSIONES

Tomar en cuenta la forma en que se analiza al individuo desde la única rama de la psicología que es experta en crimen y delito sería de gran utilidad en materia penal, ya que en la actualidad la prevención y la aplicación de leyes solamente se basan en componentes legales y humanistas universales, donde parece ser que sólo se toma en cuenta y defienden los derechos de los criminales y delincuentes.

Se menciona lo anterior porque existen otras áreas que explican que los criminales y delincuentes son víctimas de otras personas o hechos, por lo tanto, sus conductas y pensamientos, desde el perfil humanista, fueron generados sin que ellos desde la infancia tuvieran consciencia de lo aprendido y de la capacidad de elección.

Sin embargo, con tanta información actual, no puede decirse que estas personas no sepan de las consecuencias de sus actos, por lo tanto, ellos son testigos de lo que la sociedad está marcando como normal.

Creo que tomar en cuenta a esta área para el análisis e intervención sobre las conductas delictivas y delincuenciales sería una gran oportunidad para erradicar los problemas sociales actuales. Identificar y hacer visible para la gente cuáles son los factores que contribuyen a la generación de la conducta antisocial generaría cambios importantes, no sólo en materia de prevención o ejecución de leyes, sino en materia de educación dentro de las escuelas y de la misma familia. El cambio no sería inmediato, sin embargo, es un punto muy importante que ayudaría a disminuir las conductas antisociales (Chadwick, 2008).

BIBLIOGRAFÍA
Aguilera, A. (2007). Disciplina y violencia. México: INEE.

Ángel, D. L. (1994). Diálogos sobre la violencia. España: Rotativa.

Aurrabarrena, I. (2004). Maltrato a los niños en familia. Madrid: Pirámide.

Bourdieu, P. (1999). La reproducción. Barcelona: Fontamara.

Chadwick. (2008). La psicología de aprendizaje del enfoque constructivista. México: FCE.

Colombo, R. I. (2010). Abuso y maltrato infantil. México: Paidós.

Corsi, J. (1994). Violencia familiar, una mirada interdisciplinaria. Barcelona: Paidós.

Dicaprio, N. (1997). Teorías de la personalidad. México: McGraw-Hill.

Figueras, G. (1997.). Violencia y delincuencia en la infancia y la adolescencia.

Concepción psicológica de la validez de la pena de muerte. Año 1. Número 2.