El TDAH es un trastorno que implica la falta de atención, seguido con conductas de hiperactividad, es muy frecuentemente diagnosticado en menores de edad, y se dice que por cada dos niños que presentan este trastorno existe una niña que lo padece, este trastorno se presenta en tres síntomas nucleares: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad y estos se manifiestan de mayor a menor grado según sea el caso.
Subtipo inatento: predomina el déficit de atención, es más frecuente en las mujeres y es reflejado en el desempeño escolar.
Subtipo impulsivo: los niños son más inquietos, platican mucho y no guardan silencio cuando lo deben de hacer, y por lo general son más agresivos.
Subtipo combinado: este tiene un poco de los dos, en lo cual se ve afectado tanto su rendimiento escolar como su entorno social.
Para que los síntomas de falta de atención, hiperactividad e impulsividad se asocien al TDAH se presentan algunas características, las cuales se notan en este tiempo antes de los siete años de edad y mantenerse como mínimo durante seis meses y estos llegan a afectar dos o más ámbitos del niño como son: las relaciones familiares, la escuela o su vida social, teniendo estos algún impacto importante deteriorando su rendimiento escolar y sociabilidad.
Para una mejor calidad de vida del niño se ha demostrado que si se tiene un diagnóstico adecuado y oportuno será más fácil integrarlo a un círculo social y académico sin dejar a un lado la importancia que es que los padres de familia apoyen y ayuden al niño.
La ciencia en este ámbito argumenta que existen diferentes factores que pueden provocarlo como son los genes de los padres, el plomo que se encuentra en materiales de uso común en el hogar, fumar o beber durante el embarazo y posibles daños neurológicos, pero nada de esto está comprobado con certeza.
La existencia o no de este trastorno tiene dividida a la comunidad científica, ya que en algunas ocasiones se hace un mal diagnóstico sin tener en cuenta si existen otros factores como problemas en casa, o si algún compañero está agrediendo o molestando al niño y en alguno casos solamente es un problema de aprendizaje y claro está que estos factores suelen confundirse con TDAH.
En diferentes ocasiones una simple conducta con la que no está de acuerdo un docente en una institución educativa puede llevar a un mal diagnóstico perjudicando severamente a un niño.
Este trastorno va acompañado de tratamiento farmacológico y puede ser prescrito con ligereza, en muchos de los casos sin un análisis profundo de toda la situación que rodea al posible afectado.
Hace falta mucha preparación en nuestro país para poder determinar un buen diagnóstico asociado al TDAH, podemos decir que en la actualidad se elaboran diagnósticos a la ligera y por esa razón se pretenda desmitificar a la enfermedad ya que existe una falta de evidencia científica en cuanto al diagnóstico se refiere pero no a la existencia del trastorno como tal.
Por Ixchel Estrella Juárez.
Estudiante de Universidad ETAC, Coacalco.
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