El café y sus efectos, la cafeína, entre el bien y el mal. Conexxión de Hospitalidad y Gastronomía. Año 1. Número 1

RESUMEN

Autora: Érika Aydeé Hernández Jiménez

En este artículo plantearemos, a partir de la documentación y reflexión de las aportaciones científicas recientes, el papel de la cafeína en particular, y algunos componentes del café en general, y sus efectos benéficos a la salud, siempre que el consumo de esta bebida se realice en cantidades moderadas.

Para esto recurriremos a desmitificar algunas ideas alrededor del consumo del café, como el efecto estimulante, la ausencia de cafeína en las bebidas “descafeinadas” y la afectación a la salud por altos consumos de café. No basta con creer que tomarlo es “bueno o malo”, es fundamental saber si en realidad lo es o no.

PALABRAS CLAVE: Café, cafeína, beneficios, salud, bebida.

INTRODUCCIÓN

Cuando de tomar una taza de café se trata, las mañanas parecen ser los momentos más seductores para recibir el elixir de esa fragante bebida color marrón. Es conocido y ha sido comprobado el efecto de activación de la cafeína en el organismo (Cooper et al., 2008; Butt y Sultan, 2011). El café “no es un alimento, sino apenas un estimulante. Para ser alimento se ha de desposar con la leche” (Novo, 2010).

Su consumo es muy frecuente, la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua (Butt y Sultan, 2011; O’Keefe et al., 2013), debido a los beneficios estimulantes y el efecto refrescante que la acompañan, sin importar si se toma caliente o fría. Pertenece al género Coffea de la subfamilia Cinchonoideae parte de la familia Rubiaceae. El café es el resultado de una mezcla de compuestos químicos que lo dotan de infinidad de efectos bioactivadores además de su capacidad antioxidante y anticancerígena (George et al., 2008). La presencia de los polifenoles en su composición, particularmente la cafeína y el cafestol dotan al café de efectos benéficos sobre el sistema reproductivo, esquelético, nervioso y cardiovascular.

DESARROLLO

La conocida leyenda del descubrimiento del café

De la provincia Kaffa, al suroeste de Abisinia proviene la historia del café, de la planta y la bebida. En este lugar, la planta crecía silvestre y desde hace cinco siglos fue llevada a Arabia, la leyenda relata lo siguiente: “un pastor llamado Kaldi, intrigado ante el extraño comportamiento postprandial de sus cabras, osó probar los granos del arbusto siempre verde que su rebaño parecía deleitarse en mordisquear. Y entusiasmado por el bienestar y la alegría que experimentó: loco como una cabra de las suyas, salió corriendo a proclamar al mundo su felicísimo descubrimiento” (Novo, 2010). Y el mundo, después de esto, no ha dejado de beberlo.

Sobre los orígenes del café en América

“El cultivo del café en el Nuevo Mundo cuenta la leyenda (…)” se debe al oficial francés Gabriel Mathieu de Clieu, de la infantería del rey en la Martinica, quien al visitar Francia en 1720 o 1723, se enteró de que “los holandeses habían logrado trasplantar el café de Arabia a las Indias Orientales, y resolvió hacer lo mismo en el clima semejante de la Martinique” (Novo, 2010).

Según esta leyenda de Clieu, robó de los invernaderos de Luis XV en París, algunas plantas de cafeto que resguardó con gran cuidado durante su viaje de regreso a América, pues, según registros de su diario “fundaba mis más felices esperanzas, y que era la fuente de mis deleites”. De Clieu consiguió plantar el cafeto en la Martinica, del cual “proviene la mayoría de las plantaciones cafetaleras de América. Tres años después de la muerte de Clieu, en 1777, su arbusto había engendrado una descendencia de 19 millones de cafetos en sólo la Martinica” (Novo, 2010).

Y el crecimiento en el consumo del café en el continente americano proviene, además del cafeto del oficial de Clieu, de la llamada Ley del té de 1773, que al gravar con un impuesto esta bebida, provocó que los norteamericanos incrementaran su consumo de café porque era más barato.

“Así ocurrió que mientras Inglaterra había comenzado por beber café y acabado por beber té, los Estados Unidos comenzaban por beber el té que les vendían tan caro los ingleses –y acabarán por implantar el café- que podían comprarles tan barato a los sudamericanos”. Y de esta forma nuestro continente registró cifras sorprendentes en el consumo del café, Salvador Novo (2010) indicaba que “los hábitos de ambos países se habían invertido: per cápita, los ingleses bebían cinco veces más té que café; los norteamericanos, veinticinco veces más café que té”.

Desmitificando la cafeína y sus efectos

“El café, licor sobrio, poderosamente cerebral, que al contrario de los espirituosos, aumenta la claridad y la lucidez; este café que suprime la vaga y pesada poesía de los humos de la imaginación, y que bien mirado, hace brotar la chispa y el destello de la verdad (…), añadió su calor a las almas cálidas, a la vista penetrante de los profetas (…), que vieron en el fondo del negro brebaje (…)” (Novo, 2010) la solución a infinidad de males.

El café es o no nocivo para la salud

Los efectos nocivos del café han sido comprobados en personas que son sensibles a los estimulantes, exclusivamente. Por lo que los beneficios del café en dosis moderadas (Butt y Sultan, 2011), entre tres y cuatro tazas al día, son muchos (George et al., 2008; O’Keefe et al., 2013). A continuación resaltaremos algunos.

Ciertos estudios de tipo epidemiológico sugieren que bebedores habituales de café han reducido los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares (O’Keefe et al., 2013).

De forma contrastante una investigación realizada en comunidades escandinavas trajo como resultado un dato peculiar, debido a que en Escandinavia esta bebida se suele preparar hirviendo los granos del café, en esta región del mundo, los participantes del estudio presentaron dosis altas de diterpenos como el cafestol y el kahweol presentes en los granos del café y potenciadas por la forma de preparación de la bebida en Escandinavia, y las conclusiones de ese trabajo sugieren que esto incrementa la concentración del colesterol en el cuerpo de los consumidores (Ranheim y Halvorsen, 2005).

Es importante recordar que, a pesar de los resultados arrojados por la investigación de Ranheim y Halvorsen (2005), ésta no es la manera tradicional en que el café es preparado alrededor del mundo, aunque el estudio se hace muy significativo para efectos nórdicos ya que el índice de consumo de café es superior en Escandinavia, con respecto al resto del mundo.

Sin embargo, los beneficios antioxidantes del café también fueron encontrados y registrados por Ranheim y Halvorsen (2005). De este modo, aunque el consumo de café donde los granos son hervidos incrementa riesgos de cierto tipo, también confirma supuestos como el efecto antioxidante encontrado en infinidad de estudios acerca de la materia (Cooper et al., 2008; George et al., 2008; Ranheim y Halvorsen, 2005; O’Keefe et al., 2013); como agente de disminución de diabetes mellitus tipo 2 (Ranheim y Halvorsen, 2005; O’Keefe et al., 2013) e incluso como protector contra enfermedades neurodegenerativas y asma (O’Keefe et al., 2013).

El café como estimulante

El café “estimula el espíritu y aligera el corazón; es bueno contra los ojos irritados, excelente para prevenir y curar la inflamación, la gota y el escorbuto, y no es ni laxante ni astringente” (Novo, 2010). Y es la fuente más importante de consumo de cafeína en adultos (O’Keefe et al., 2013).

El consumo del café, de manera tan constante y por todo el mundo, parece tener como una de las principales causas el factor estimulante. Quien toma café o lo ha hecho, probablemente recordará que su organismo funciona diferente, se siente más activo. Y en una sociedad cada vez más acelerada y estresada, sentirse activo es un efecto deseado, es una hipótesis y no hay estudios que demuestren esta idea, pero los efectos estimulantes del café, esos sí son innegables.

En este trabajo, cabe aclarar, no se ha pretendido una revisión exhaustiva de todos los beneficios o riesgos de beber café, ya que el inconveniente es abarcar demasiados aspectos, como la hipertensión, cáncer, pérdida de peso, entre otros, sin profundizar en ninguno ni resaltando los más significativos y sostenidos por pruebas más amplias y consistentes. Por esto no profundizaremos en el factor estimulante, ampliamente comprobado.

La cafeína en el café descafeinado

Una idea que es importante aclarar acerca del café implica que esta bebida en su versión “descafeinada” no contiene cafeína, el error está en creer esto. Algunos consumidores experimentan condiciones similares si beben café o su versión “descafeinada”, el motivo es que este último no está “verdaderamente desprovisto de cafeína” (McCusker et al., 2003).

En una investigación realizada en 2003 por McCusker y sus colaboradores, Caffeine content of specialty coffees, se analizó el contenido de cafeína del café y el café descafeinado, el resultado fue sorprendente, pues, aunque sí se reportaron índices de cero contenido de cafeína en el caso del “café descafeinado”, algunos, dentro de este tipo, registraron hasta 30% de cafeína de algunos cafés “normales”. Y no sólo eso, McCusker et al. (2003) detectaron importantes variaciones en los registros de cafeína del café, en cualquier versión, en días consecutivos en el mismo lugar y con el mismo tipo y marca de café.

Por lo tanto, es improbable tomar café, aun en su versión descafeinada, sin consumir cafeína. Y no debemos olvidar que la cafeína no está contenida exclusivamente en esta bebida. Los tés la contienen y en índices, incluso, mayores que el café (Mineharu et al., 2011).

Altas dosis de cafeína no son benéficas

Los bebedores habituales de café deben sopesar las ventajas de un consumo regular de café frente a los posibles riesgos (que se deben, en su mayoría, al alto contenido de cafeína). En su estudio titulado: Effects of Habitual Coffee Consumption on Cardiometabolic Disease, Cardiovascular Health, and All-Cause Mortality, O’Keefe y sus colaboradores confirman algunos de los problemas conocidos y asociados al consumo del café, como la ansiedad, el insomnio, las palpitaciones o taquicardia y la pérdida de masa ósea asociada a riesgos mayores de fracturas (O’Keefe et al., 2013).

Es importante resaltar que O’Keefe y sus colaboradores indican que los consumos altos de cafeína se asocian con estos padecimientos y no las ingestas moderadas de esta substancia. Por lo que aunque esta investigación parecería indicar que el café no es benéfico, es la cantidad que se consume, la que determina el grado de afectación o beneficio que provocará en la salud.

Otros beneficios del café

Los efectos biológicos del café, que no sólo se deben a la cafeína, pueden ser muy substanciales, ya que es una bebida compleja que contiene cientos de compuestos biológicamente activos, los cuales tienen muy variados efectos sobre la salud de los consumidores (O’Keefe et al., 2013).

Los efectos antioxidantes, anticancerígenos, mejoras en el funcionamiento cognitivo, (Butt y Sultan, 2011), reducción de padecer enfermedades cardiovasculares (Mineharu et al., 2011), efectos positivos en el apetito, ingesta normal de energía, metabolismo normal de la glucosa (Gavrieli et al., 2011), son muchos de los factores en los que impacta la ingesta de cafeína. Aunque es fundamental resaltar que frente al aumento de las concentraciones de cortisol y la disminución de calcio de los bebedores habituales, la cantidad consumida de café no es tan riesgosa como se podría suponer antes de revisar la evidencia científica, que aún no es suficiente pero sí es un buen comienzo para entender mejor los efectos de la cafeína y el café.

CONCLUSIONES

Condicionar el consumo del café, porque “se dice” que no es bueno para la salud resulta poco práctico y científicamente desacreditable. Es una idea popular, que a lo largo de este artículo se ha evidenciado, tanto a favor como en contra. Ya que, a pesar de la premisa que originó el interés por el tema de este trabajo (el potencial beneficio del café), la revisión de la literatura confirmó el supuesto, pero también evidenció los casos concretos en que, particularmente la cafeína, afecta a quienes la consumen en exceso.

Los resultados son alentadores para los consumidores de café. Tomarlo moderadamente, hasta cuatro tazas por día, puede resultar muy benéfico para la salud. Su alto índice de antioxidantes, activadores biológicos, protectores de orden epidemiológico, disminución de padecimientos de enfermedades cardiovasculares, beneficios cognitivos, más los efectos refrescantes y cálidos al consumirlo, son evidencia suficiente para tomarlo, particularmente normal, no descafeinado.

Debido a que aun en su versión “descafeinada” el café no está libre de cafeína, la razón más importante para no consumirlo “normal” debería ser la condición personal del consumidor y no propiamente la ausencia de ese compuesto. Y como algunos investigadores advierten, tomar café en forma moderada no es riesgoso y aporta beneficios muy importantes a la salud (Butt y Sultan, 2011; George et al., 2008; O’Keefe et al., 2013), frente a quienes no tienen esta fuente de cafeína.

La evidencia disponible en la actualidad sobre los efectos nocivos relacionados con el consumo habitual de café es tranquilizadora. El café puede ser incluido como parte de una dieta saludable, siempre que se ponga atención en aquellas personas que son particularmente sensibles frente a la cafeína, al igual que aquellos que padecen enfermedades cardiovasculares.

Por lo tanto, y sólo a partir de la revisión de la literatura referenciada en este artículo, concluimos que el consumo de café aporta más beneficios a la salud que no tomarlo, la clave es beberlo frecuentemente, pero sin exceder las cuatro tazas al día.

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