Viviendo los Valores Aliat / Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo puede saber?

 

Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo puede saber?
El viejo granjero Wang vivía en tiempos de guerra en la antigua China. Con muchas dificultades lograba salir adelante. Su esposa había muerto al dar a luz a su único hijo y él padecía los efectos de la artritis. Por lo que su hijo, Cheng, se encargaba de las labores de la granja. Era bueno y responsable, por lo que era apreciado por las personas de su pueblo.

Un día el hijo estaba trabajando la tierra cuando un rayo cayó cerca de donde estaba amarrado el caballo que utilizaba para arar. Este se asustó, se soltó de la amarra y salió corriendo despavorido.

Sin la ayuda del caballo, el granjero y su hijo no podrían arar los surcos para sembrar su próxima cosecha. La gente en el pueblo se compadeció de ellos por su mala suerte. Pero el viejo granjero les respondió: “Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo sabe?”.

Al día siguiente el caballo regresó a la granja, seguido por una manada de caballos salvajes. El granjero y su hijo vieron la oportunidad que podría representar poder vender todos esos caballos, ya que los ejércitos en disputa pagaban muy bien por ellos. Así que abrieron las puertas del corral y los dejaron encerrados.

Por esta razón la gente del pueblo los vino a felicitar por su buena suerte. Pero el viejo granjero les respondió: “Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo sabe?”.

Al día siguiente el hijo se dispuso a enseñarles la monta a los nuevos caballos, ya que los ejércitos no le comprarían caballos que no estuviesen enseñados a llevar a un jinete. El primero que montó tenía muchos bríos, y aunque Cheng era hábil para adiestrarlos, el caballo pegó tantos respingos que en uno de ellos lo tiró de la montura y se rompió una pierna.

De nuevo la gente del pueblo se compadeció de ellos por su mala suerte, a lo que el campesino volvió a responder: “Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo sabe?”.

Al día siguiente uno de los ejércitos llegó al pueblo a reclutar a todos los jóvenes disponibles para llevarlos a combatir a sus enemigos. Por supuesto no se pudieron llevar al joven Cheng por su pierna rota. Por lo que la gente del pueblo consideró que habían tenido buena suerte al saber que hubo muchas bajas en la batalla.

El granjero Wang, por última vez les respondió: “Buena suerte o mala suerte. ¿Quién lo sabe?”.

Referencia de la historia:
http://trans4mind.es

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