Relatos del futuro

La maestra nos había pedido que hiciéramos un ensayo de lo que desearíamos vivir de grandes. Por lo que entendí quería que describiéramos la vida de nuestros sueños. Así que me senté a pensar en todo lo que pudiese tener. Pensé en un televisor grandote, en un celular bien moderno, en un coche de esos que casi vuelan. Pensé en un novio bien guapo, una casa lujosa. Yo me imaginé la vida de una reina. Después de pensar tanto, con letras grandes y todo lleno de color rosa, escribí mi ensayo. Yo tenía catorce años.

Cuando llegó mi mamá de trabajar, eran como las cuatro de la tarde, muy emocionada corrí a darle mi tarea. No la había terminado de leer, me miró, me tomó de la mano y salimos. Caminamos y caminamos hasta que llegamos a una parada de camiones, yo juraba que mi madre había perdido el juicio. Luego comprendí que era yo la que no sabía qué era tener juicio.

Después de una hora y media, más o menos, bajamos del camión. Miré a mí alrededor, el olor era realmente insoportable, aún puedo jurar que más de un ser humano se estaba pudriendo por ahí. Mi mamá me tomó fuerte de la mano y en silencio caminamos, yo no tenía idea de adónde me dirigía, el recorrido duró como quince minutos, los quince minutos más significativos e importantes de toda mi vida.

Lo primero que vi fueron las casas, Dios mío, las casas eran de cartón amontonado. Algo que jamás se me había ocurrido que existiera. Con techos hechos de cachos de láminas sobrepuestos. De verdad que sentía una angustia bien grande mientras más caminábamos. Yo le decía a mi madre -¿qué le pasa a toda esta gente? ¿Qué pasa aquí?- Y ella calladita, caminaba rumbo a una dirección.

Hubo un momento en el que nos paramos ante una casa, yo miré hacia el lado izquierdo y vi a una niña, un poco más pequeña que yo. La niña estaba en los huesos, chupada de la cara, con los ojos saltones mirando a su madre en una desolación que me erizó la piel por completo. La niña le dijo –¿hoy tampoco vamos a comer?-, cuando oí eso, me quedé helada. Mi boca se secó y con los ojos llenos de lágrimas miré a la señora, ella sólo movió la cabeza en forma de negación y miró a un señor que estaba parado delante de ellas. La niña, aparentemente entendiendo las miradas y con una fortaleza bárbara, se secó las lágrimas y miró de nuevo a su madre. En ese instante me desmoroné, sobre todo porque poco era lo que yo había entendido.

No pude contenerme y comencé a llorar. Le grité a mi madre -¿por qué me has traído aquí? ¿Qué tienes en la cabeza?-. Bueno, yo no podía soportar esta escena, no podía con ella. De pronto el panorama cambió cuando entramos a la casa de una señora con el pelo gris, sin dientes, toda arrugada y con una cara de sorpresa inmensa. Me dio miedo al verla, miré a mi madre y le dije -¿tan mal estuvo mi tarea para que me trajeras con la bruja?- ella me volteó a ver y me dijo, -Ella es mi madre, y aquí viví yo cuando era niña-.

El silencio se apoderó de la casa. Mi abuela con lágrimas en sus ojos y con una sonrisa grandota me abrazó, fue la primera vez que me enteraba de la vida de mi madre. Yo abracé a mi abuela, y por inercia, costumbre, qué sé yo, bajó la mirada y vi sus pies, estos eran dos rocas grises, siempre descalzos. Yo no concebía que todo eso fuera real y sólo tragué saliva.

Mi madre y mi abuela hablaron un poco, mi abuela me hacía preguntas que yo no podía contestar pues mi mente estaba en la imagen de la niña que hoy tampoco iba a comer.

Me levanté y sin decirle nada a nadie salí de la casa y me fui a la casa de la niña. Mi intención era enterarme qué pasaba con ese señor y ver si podíamos ayudar. Quería apoyar de alguna manera y fui de metiche.

Abrí la puerta, porque no había forma de llamar, y vi cosas malas que ocurrían entre la niña y ese señor Yo me quedé callada, quietecita, y estaba que me moría. Como era delgadita nadie me vio, ni me oyó. Asustada, salía de la casa despacito cuando vi a la señora, la mamá de la niña, con otro señor. Y ella le decía –son cincuenta pesos por media hora, sólo no la vayas a premiar- me quedé inmóvil. Yo quería llorar, pegarle a su madre. Cómo es posible que la madre le hiciera ese daño a su hija, no lo podía creer. Cuando reaccioné corrí a buscar a mi mamá, le grité -¡mamá, mamá, están abusando de una niña, vamos a ayudarla, córrele mamá!- pero mi mamá no se movió.

Nos despedimos y al subir al camión de regreso yo sentía mucho odio hacia mi madre, me cuestionaba -¿cómo es posible que no hiciéramos nada?-.

Ya íbamos a mitad del camino cuando mi mamá me voltea la cara y me dice: eso que acabas de ver, es la única forma que yo tuve y ahora esa niña tiene para comer. Y es un trabajo digno porque no matamos y no robamos. La vida es una combinación de colores, no siempre te será rosa. Tienes que entender que el mundo está lleno de tristezas, de hambre, de injusticia. Y no porque tú no las veas quiere decir que no existen. Espero y mi experiencia te sirva. Mi madre me besó y yo lloré durante el largo trayecto.

Al otro día, cuando llegué a la escuela, obviamente no llevaba la tarea, así que la maestra en forma de castigo me hizo decir delante de mis compañeros lo que yo hubiese puesto en mi ensayo. De pequeñas las niñas nos avergonzábamos al estar delante de los niños. Pero en ese momento, mi mente iba mucho más allá de la pena o los nervios. Y me levanté, bien segura y dije delante de todos: La vida que yo puedo soñar es la que ahora tengo. Pues vivo bajo un techo de concreto, como todos los días, vengo a la escuela, mi mamá me quiere y mi papá también. No ando descalza, ni tengo que trabajar para poder vivir. Maestra, mi vida y la de todos nosotros es la vida de sueño de un montón de niños.

Yo aún recuerdo la escena de aquella niña y me da un frío tremendo. Creo que hemos malinterpretado las cosas confundiendo a los niños para que sueñen con tener más cosas y dejen de valorar lo que hoy tienen. Y le agradezco a mi madre haberme enseñado que la vida no es un círculo rosa impenetrable, porque la vida es dura y hay que ser fuertes para aguantarla. Este es un caso de los miles que siempre hubo, hay y habrá.

Por Nicole Argudín.
Estudiante de Preparatoria de la Universidad ETAC; Campus Coacalco.

Referencia de la imagen:
https://khusnulfauzia.files.wordpress.com/2012/12/project1.jpg

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