La reforma energética de México y la responsabilidad ambiental de sus empresas. Año 1. Número 2

Autora: Sinthia Eribeth Lugo Delgado.

RESUMEN

Actualmente las empresas no sólo enfrentan retos tecnológicos y económicos, también tienen la obligación de crear estrategias para el bienestar de la sociedad; es aquí donde radica la importancia de la conservación del medio ambiente, ya que este se constituye por el agua, el suelo, el aire y todos aquellos valores culturales y sociales que condicionan las circunstancias de vida de las personas y de las próximas generaciones; por lo tanto, las personas y las empresas deben contemplar la protección medioambiental. Sobre esto y en el marco de la reciente reforma energética mexicana tratará el presente artículo.

PALABRAS CLAVE: Ambiente, empresa, responsabilidad, ambiental, sustentabilidad, reforma, energética.

 “Hoy más que nunca, la vida debe caracterizarse por un sentido de responsabilidad universal, no sólo entre naciones y entre humanos, sino entre humanos y cualquier otra forma de vida”, Dalai Lama.

INTRODUCCIÓN

En México, la reforma energética representa una alerta para que su sector empresarial, sobre todo el petrolero, mejoren u obtengan mayor sensibilización ambiental y pongan en práctica aquellas alternativas que ayuden a minimizar el grave daño que se le está haciendo al planeta.

Con la globalización se suprimieron las barreras económicas a nivel mundial, permitiendo que entre los países se dé la libre circulación tanto en el ámbito comercial, como en el financiero y el productivo, mismos que representan tres factores indispensables en cualquier empresa; sin embargo, existe otro factor no menos importante, la responsabilidad ambiental con el enfoque de sustentabilidad que deben incrementar o adoptar aquellas empresas inmersas en la expansión comercial.

La presión en las empresas respecto a la protección ambiental también se ha ido incrementando con la globalización; por lo tanto, con este artículo se pretende dar a conocer las medidas que requieren las empresas mexicanas en materia ambiental, sobre todo por la pasada entrada en vigor de la reforma energética, el 21 de diciembre del 2013, con la cual se busca la obtención de ingresos para el Estado, a través de actividades de exploración y extracción del petróleo e hidrocarburos.

DESARROLLO

Hablar de responsabilidad ambiental nos remonta al concepto de ambiente, el cual “designa no solamente el ambiente del sistema humano, sino de manera más concreta, todos los ambientes posibles de los sistemas de los organismos vivos en general, considerando todas las formas de vida posibles. El ambiente de cada organismo consiste en los alrededores de éste, incluyendo el mundo físico de su entorno y a otros organismos que formen parte de éste entorno” (Nájera Martínez, 2010).

El medio ambiente está compuesto por elementos de la naturaleza y otros que son intangibles, pero sin lugar a dudas, en la actualidad el aspecto más preocupante consiste en la conservación de los recursos naturales, sobre todo de los no renovables como el petróleo, el gas natural y los metales, los cuales una vez que se agotan no se vuelven a generar, reduciendo con esto la posibilidad de satisfacer necesidades básicas de los seres humanos (Nájera Martínez, 2010).

El rápido avance tecnológico también ha permitido la apertura y crecimiento de nuevas empresas; es decir, de aquellas entidades que utilizan capital y trabajo para producir actividades industriales, mercantiles o de servicios. Sin embargo, el crecimiento que han tenido en las últimas décadas ha dejado daños irreversibles al medio ambiente.

A pesar de que la responsabilidad ambiental es de todos los que habitamos el planeta, es importante destacar que gran parte del daño ambiental que actualmente enfrentamos proviene de las actividades de producción de las empresas, las cuales han tenido un crecimiento económico a nivel mundial, pero al mismo tiempo generan el cuestionamiento de saber qué tanta consciencia tienen respecto al desarrollo sustentable.

Es en este tenor que surge el término de responsabilidad de la empresa, el cual se define como “el compromiso que esta tiene de contribuir con el desarrollo, el bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida de los empleados, sus familias y la comunidad en general” (Martínez Herrera, 2005).

De igual manera, por responsabilidad empresarial se entiende el compromiso de los empresarios con los valores éticos que dan un sentido humano al empeño por el desarrollo sustentable. Hoy se busca que la responsabilidad sea parte de la estrategia de la empresa, integrando rendimiento económico, bienestar social y protección medioambiental (Martínez Herrera, 2005).

Por lo anterior y a pesar de que la Responsabilidad Social Empresarial es una decisión voluntaria de cada empresa, en la actualidad existen múltiples leyes y normas que buscan la protección del medio ambiente, por lo tanto, la gestión empresarial se ve obligada a contemplar dentro de su administración, el diseño de estrategias y principios sociales que equilibren sus negocios tanto económica como ambientalmente y que al mismo tiempo le añadan valor y competencia en el mercado global.

Como se menciona en el libro Responsabilidad Social Empresarial (2010), “es cada vez mayor la presión social para que las empresas “devuelvan” algo de los beneficios que obtienen de las sociedades en las que actúan y poco a poco la sociedad comienza a participar en un reclamo creciente para que las empresas mejoren su performance en cuanto a ética, incorporando el cuidado del medio ambiente” (Capriotti Peri y Schulze Lepe, 2010); por tal motivo, no bastará con que el gobierno garantice el respeto al medio ambiente con aquellas empresas de nueva creación, se requiere de una intensa campaña para que todas las empresas antiguas que han manejado por años procesos dañinos hacia el ambiente, comiencen su evolución hacia la sustentabilidad o bien se tomen las medidas y sanciones correspondientes.

De acuerdo con los conceptos antes mencionados, surge un término que engloba la relación de los empresarios con el medio ambiente; esta expresión es la sostenibilidad ambiental, la cual según Fernández García (2011) pretende garantizar una gestión responsable y sostenible de los recursos naturales, así como mejorar la productividad y la competitividad de la empresa, a través de la reducción de emisiones contaminantes y la mayor eficiencia en el uso del agua, el suelo o los recursos naturales.

Es así como surge la disyuntiva por analizar el daño ambiental de México que deriva de las actividades productivas de sus empresas y saber qué tanto han cambiado de forma equilibrada su crecimiento económico con el respeto al medioambiente; sobre todo ahora que el país comenzará a resentir los efectos de las diversas reformas estructurales que ha puesto en marcha el actual gobierno.

De acuerdo con la nota publicada por CNN expansión el pasado 23 de diciembre del 2013, con la reforma energética se transforman y adicionan disposiciones en tres artículos de la Constitución Política Mexicana. También se indica que el Estado realizará contratos con sus empresas productivas o particulares para que a través de la explotación de petróleo e hidrocarburos se obtengan ingresos para el país; mostrando con esto, que a pesar de que dichas actividades se realicen conforme a la ley, el daño medioambiental que se generará será inminente.

Por lo anterior, con la reforma energética, México tiene la importante labor de crear o mejorar sus medidas de protección ambiental, esto debido a que dicha reforma implica la explotación petrolera, cuya actividad genera una destrucción del ambiente en general, además de que la quema de combustibles fósiles constituye la principal causa del calentamiento global.

El aumento de las actividades de explotación petrolera resulta muy alarmante para el medio ambiente, ya que como mencionan algunos expertos en el tema, la contaminación por petróleo crudo o refinado es generada accidental o deliberadamente (Greenpeace México, 2012).

Refiriéndonos a la contaminación que se produce en el agua por la explotación del petróleo, se estima que cada año entran a los océanos 3,800 millones de litros de este hidrocarburo, como resultado de las actividades humanas; de éstos, sólo 8% se debe a fuentes naturales, 22% a descargas operacionales intencionales de los barcos, 12% por derrames de buques y el resto por las descargas de aguas residuales (Greenpeace México, 2012).

La contaminación del agua resulta un problema muy grave para el medio ambiente, ya que de acuerdo a las cifras mencionadas, las cantidades de hidrocarburos que se vierten en los océanos, ya sea por accidente o deliberadamente, son lentamente biodegradables y provocan entre otras cosas la falta de oxigenación del agua y la muerte de organismos acuáticos y terrestres, además de obstaculizar los procesos de potabilización del agua (Nájera Martínez, 2010).

Aunado a este tema, se encuentra el problema que ocasiona la quema de los combustibles fósiles como son el carbón, el petróleo y el gas natural, ya que el resultado de esta actividad se refleja en la atmósfera, generando que la lluvia e incluso la nieve y el granizo que caen sobre la tierra contengan altos niveles de acidez. Al respecto, Stephen R. Gliessman (2002) en su libro Agroecología menciona que los efectos perjudiciales de la precipitación ácida se reflejan en los ecosistemas acuáticos donde sus organismos se van muriendo; en los bosques, la acidez impide la germinación de los árboles y la productividad de los cultivos disminuye afectando a la agricultura.

“Otro problema ambiental al que se enfrenta el planeta como consecuencia de la explotación petrolera es la lluvia ácida, que consiste en aquella lluvia, nieve, cellisca y granizo que contengan un valor de pH menor de 5.5, es decir, que su acidez sea mayor a la normal; se produce por la industrialización/quema de combustibles fósiles” (Nájera Martínez, 2010).

Reafirmando la problemática ambiental, en el año 2014 el periódico Milenio publicó una nota donde se menciona que la aprobada reforma energética no contempló el desarrollo de las energías renovables, tales como la hidroeléctrica, eólica, solar y geotérmica, las cuales representan la verdadera riqueza para México, ya que este tipo de energías son las que permiten la preservación del hábitat para las generaciones futuras (Marín, 2014).

Asimismo, en dicha publicación se comenta que de acuerdo a las cifras registradas por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), las principales razones de que México tiene niveles preocupantes de contaminación atmosférica se deben a los millones de autos y camiones que diariamente circulan en el país, mismos que contribuyen con el 21% de emisiones contaminantes, siguiéndole la extracción, refinación y las producciones de petróleo y gas nacionales (Marín, 2014).

Las cifras anteriores nos muestran un panorama del impacto ambiental que tiene la industria del petróleo en el medio ambiente y a pesar de lo alarmante que resulte, todo parece indicar que la reforma energética sólo está enfocada al ingreso de capital e inversión extranjera directa al país, dejando a un lado el desarrollo sustentable.

En dicho contexto, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) (2014) considera que la manera en que se puede lograr una reforma energética eficiente es a través de un trabajo integral, donde se utilicen energías renovables, tecnologías limpias, el empleo eficiente de combustibles fósiles en los sectores que sea necesario y además se promueva la participación pública y el diálogo (Centro Mexicano de Derecho Ambiental, 2014).

De igual forma, el CEMDA comenta que dentro de las propuestas que tiene la reforma energética se destacan el uso de hidrocarburos no convencionales, cuyo impacto en el medio ambiente y en la salud no son muy claros; además, se sigue promoviendo la explotación y el uso de combustibles fósiles, con lo cual se muestra que la reforma energética está anteponiendo a la protección del medio ambiente otro tipo de metas e intereses (Centro Mexicano de Derecho Ambiental, 2014).

Por un lado, la reforma energética centra sus principales apuestas para el futuro en la explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales, tales como el Shale gas y la explotación de aguas profundas, pero la información que el gobierno ha puesto a disposición de la sociedad es escasa y no muestra suficientes datos para apoyar sus diferentes propuestas (Centro Mexicano de Derecho Ambiental, 2014).

Debido a la insuficiente información que se tiene en México sobre los daños ambientales que se pueden originar con las diferentes prácticas de la reforma energética, será durante el año 2015 cuando se ponga en práctica dicha reforma, que terminará la incertidumbre y podremos saber si realmente el gobierno mexicano procuró una transformación integral que incluya criterios de sustentabilidad, estudios sobre la implicación de la explotación de hidrocarburos, programas para disminuir la contaminación por vehículos automotores e instrumentos de análisis y prevención de conflictos e impactos en materia de energía fósil y renovable o si no es así.

Por lo anterior, es importante conocer la participación que tiene el Derecho Ambiental con respecto al tema que se está tratando. Para A. Cafferatta (2004) esta rama del Derecho representa un conjunto de normas que tienden a regular las conductas para el uso racional y la conservación del medio ambiente, además de que contempla la prevención de daños al mismo con la finalidad de lograr un equilibrio natural y la optimización de la calidad de vida de la sociedad. Tanto en México como en otros países del mundo, el Derecho Ambiental representa el “conjunto sistemático y ordenado de leyes que regulan la protección, conservación, preservación y utilización de los recursos naturales y del equilibrio ecológico del hábitat” (Nájera Martínez, 2010).

En México, al igual que sucede en Europa, según lo plasmado en el Libro Verde de la Comisión Europea (2002), son pocas las empresas que cubren todas las cuestiones relacionadas con la responsabilidad social, ya que es muy común que la mayoría se enfoquen en la rendición de cuentas, en la presentación de sus informes, en las normas y auditorías en material social; por tal motivo, la reforma energética de México no está contemplando la responsabilidad social empresarial.

En dicho contexto, “diversas organizaciones elaboran normas para la rendición de cuentas, la presentación de informes y la auditoría en materia social. El enfoque adoptado varía de unas normas a otras. Hay normas sobre los procesos y los resultados, normas voluntarias u obligatorias, normas relativas a uno o varios temas, y sólo algunas cubren todas las cuestiones relacionadas con la responsabilidad social” (Comisión Europea, 2002).

CONCLUSIONES

La reforma energética representa una gran oportunidad para que en México se fijen las bases de un desarrollo sustentable; a través de los cambios y reformas constitucionales que está promulgando el gobierno de México se puede exigir a las empresas la responsabilidad social y al mismo tiempo establecer los medios a través de los cuales se vigilará el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos.

México requiere de una reforma que no sólo persiga objetivos económicos, también se necesitan políticas ambientales en materia energética y que garanticen el desarrollo sustentable del país; es decir, una política energética que contemple además de los recursos y tecnologías disponibles, los costos ambientales que se tendrán que pagar a largo plazo, si es que algo les queda a las generaciones futuras.

De la explotación del petróleo surgen diversos artículos e insumos que han sido indispensables en la vida diaria de las personas; sin embargo, en otros países se han creado nuevas tecnologías que buscan prescindir de dicha mezcla de hidrocarburos.

En otros países se está apoyando a la industria de los vehículos eléctricos con el fin de reducir la contaminación que originan los vehículos automotores que funcionan con combustible; por lo tanto, sería interesante que el gobierno mexicano justifique las razones que ha tenido para alejar de nuestro país a la industria de los vehículos eléctricos, o bien que se justifique el hecho de que la energía a base de carbono sea más apoyada que la sustentable.

De igual manera, con la investigación que aquí se expone, se muestra que la reforma energética sólo está contemplando la obtención de beneficios económicos a través de Petróleos Mexicanos (PEMEX), en lugar de promulgar y exigir dentro de dicha reforma el uso de energías limpias como la solar, la eólica o la geotérmica que aprovecha el calor de la tierra.

Además de los cambios que se tienen contemplados en materia energética; resulta importante el contemplar algún programa de sensibilización ambiental en las empresas, a fin de que éstas conozcan los beneficios y la reducción de los costos de producción que pueden tener, manejándose como empresas ambientalmente responsables.

Por ejemplo, con el reciclaje se podrían generar menos desechos, ser más eficientes en el uso de energía, disminuirían sus gastos por el manejo de materiales peligrosos, pero sobre todo obtendrían productos de mejor calidad sin violar el derecho humano de la sociedad, de contar con un medio ambiente sano.

En general, al disminuir el consumo de recursos naturales, materias primas y de emisiones contaminantes, se puede reducir el impacto sobre el medio ambiente y al mismo tiempo las empresas pueden aumentar su rentabilidad y competitividad. En el futuro, las únicas empresas que serán competitivas y estables serán aquellas que promuevan el desarrollo sustentable y que consideren al medio ambiente como una inversión productiva en lugar de un gasto innecesario.

La responsabilidad ambiental es de todos; por un lado, el gobierno tiene la obligación de exigir y vigilar el cumplimiento de esa responsabilidad y sobre todo de exigir que se apliquen medidas de responsabilidad ambiental empresarial; por otra parte, los ciudadanos debemos poner en práctica diariamente cualquier actividad que beneficie al medio ambiente y apoyar a las empresas que utilizan tecnologías limpias, comprando los bienes o servicios que ellas ofrezcan.

BIBLIOGRAFÍA

A. Cafferatta, N. (2004). Introducción al Derecho Ambiental. Buenos Aires: Instituto Nacional de Ecología.

Capriotti Peri, P. y Schulze Lepe, F. (2010). Responsabilidad Social Empresarial. Santiago: EBS Consulting Group.

Centro Mexicano de Derecho Ambiental. (2014). Postura ante la reforma energética. Recuperado de http://www.cemda.org.mx/postura-ante-la-reforma-energetica/

Comisión Europea. (2002). Libro Verde de la Comisión Europea. Fomentar un Marco Europeo para la Responsabilidad Social de las Empresas. Barcelona: ESADE.

Fernández García, R. (2011). La Dimensión Económica del Desarrollo Sostenible. San Vicente Alicante: Editorial Club Universitario.

Greenpeace México. (Enero, 2012). Impactos ambientales del petróleo. Recuperado de http://www.greenpeace.org/mexico/es/Footer/Descargas/reports/Clima-y-energia/Impactos-ambientales-del-petroleo/

Marín, J. (10, agosto, 2014). La reforma energética y la ecología. Milenio.com. Recuperado de http://www.milenio.com/firmas/jaime_marin/Reforma-Energetica-Ecologia_18_351744856.html

Martínez Herrera, H. (2005). El Marco Ético de la Responsabilidad Social Empresarial. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Nájera Martínez, A. (2010). Legislación ambiental. Apuntes. TESOEM. México.

Notimex. (21, diciembre, 2013). La reforma energética entra en vigor. CNN Expansión. Recuperado de http://www.cnnexpansion.com/economia/2013/12/21/el-decreto-sobre-energia-entra-en-vigor

R. Gliessman, S. (2002). Agroecología. Procesos Ecológicos en Agricultura Sostenible. Costa Rica: Catie.

La reforma energética de México y la responsabilidad ambiental de sus empresas. Año 1. Número 2