La Psicología y su vinculación con la Criminología. Año 1. Número 1

RESUMEN

Autora: Ana Lilia Cabrera Arguello

Una de las áreas de conocimiento que ha recibido fuerte interés en los últimos años dentro del ámbito jurídico es el de la Criminología pese a ser uno de los saberes cuya gestación se encuentra en constante cambio y con influencias variadas.

Dentro del trabajo profesional que a la Psicología compete, el asunto de la Criminología queda delimitado por el trabajo psicológico pericial, esta actividad es la única que la ley, por escrito, vincula al mundo científico del delito..

 

PALABRAS CLAVE: Criminología, psicología, conducta antisocial, conducta, personalidad.

INTRODUCCIÓN

A la Criminología se le ha adjudicado un desarrollo relativamente joven en la prevención y tratamiento del delito en México, sin embargo, merece especial atención referir un poco de su historia para entender aún más el objeto de estudio que posee y por qué la Psicología, en su participación sobre el tratado de la conducta criminal, ha ayudado a esclarecer desde una perspectiva clínica y social los delitos en que se le usa.

DESARROLLO

Al determinar el objeto de estudio de la Criminología algunos autores se ubican en la postura de considerar al delito como lo único digno de analizar, María del Pilar Prieto (2004) señala que otros piensan que el estudio de este saber se traslada a la delincuencia como fenómeno social (aspecto que comparte con la Psicología Criminal), al delito como acción individual, a los delitos en cuanto actores del drama delictivo, a los sistemas de control como reacción al delito y a las víctimas.

Es sabido que el análisis y tratado de la conducta criminal data de la antigüedad griega, en su mitología, arte y filosofía, existen referentes que abordan la problemática del crimen y del criminal de un modo preocupante. Rodríguez Manzanera (2012) alude al hecho de que si revisamos la mitología griega observaremos que se presenta una alta dosis de crímenes, como robos, violaciones u homicidios. Las características de personalidad de los dioses griegos se encuentran matizadas con una fuerte carga criminal. Zeus, el más importante de los dioses, el amo del Olimpo tiene bases biológicas criminales ya que su abuelo Urano terminaba con su descendencia hasta que Gea, su esposa, junto a su hijo Cronos (padre de Zeus) castraron y derrocaron al patriarca olímpico. La historia continúa su línea criminal, pues Cronos, frente al temor de ser derrocado por alguno de sus hijos, los devora al nacer hasta que Zeus lo destrona y se convierte en el dios del Olimpo.

Zeus mantiene, según la mitología, rasgos dictatoriales, homicidas, incestuosos e incluso de orden maníaco sexual. Y junto a él, otros dioses presentan rasgos de personalidad criminal, como el caso de Apolo con actitudes multihomicidas, homosexuales, incestuosas y depravadas. Por su parte, Hera, esposa de Zeus es adúltera, homicida e infanticida. Afrodita es mentirosa, cruel y adúltera; Hermes es un criminal precoz y ladrón por excelencia. Estos casos parecen mostrar las primeras estructuras organizadas de pensamiento criminológico que la Psicología ha estudiado, enfocándose en esas características individuales que caen dentro de un rango específico de la personalidad.

En los griegos se encuentran también tres grandes corrientes o tendencias criminológicas: las biológicas representadas por Hipócrates; las sociológicas expresadas por Platón; y las psicológicas defendidas por Aristóteles.

Pero a diferencia de lo que se ha creído respecto al nacimiento de la Criminología como tal, ésta no nació en el siglo XVIII como afirman gran cantidad de críticos, tampoco en el siglo XIX, según algunos positivistas. El origen de este saber se remonta a siglos atrás, con aquellos sujetos que se denominaban demonólogos. María del Pilar Prieto (2004) menciona que eran aquellos tiempos en los cuales Dios luchaba en la Tierra y el grupo de la Santa Inquisición mantenía como rehén a Dios para justificar todas sus acciones. Los que más sufrieron con esta forma de clasificar a los criminales fueron los enfermos mentales a quienes se les daba un tratamiento inhumano y los castigos físicos eran excesivos con el argumento de que ésta era la única manera de sacarles los demonios que los poseían.

Ya en la Edad Media, San Agustín desarrolla la técnica psicológica de la introspección, con su famoso conócete a ti mismo, y expresa la posibilidad de la salvación, lo que actualmente en Criminología se denomina readaptación del sujeto desviado.

En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino aborda un aspecto que, a criterio de Rodríguez Manzanera (2012), resulta ser uno de los pilares esenciales de la Criminología moderna: manifestar que las virtudes dependen de las disposiciones del cuerpo. Santo Tomás es muy claro al afirmar que hay sujetos que tienden al mal en respuesta a las disposiciones corporales, entonces estas personas no son tan culpables como parecen. La razón aquí, aparece como intermediaria entre las responsabilidades morales y las responsabilidades penales mediante lo que se denomina libre albedrío.

Desde la perspectiva penal no se castiga por el simple gusto de hacerlo, ya que los castigos impuestos al hombre expresan un valor, tienen la finalidad de hacer valer la seguridad pública, además de lograr la curación del delincuente.

Las ciencias ocultas, la quiromancia, la astrología, han sido también antecesoras de la Criminología, estas seudociencias han aportado la perspectiva de que existen factores que influyen en la expresión de la personalidad y actuación de un sujeto ante determinadas circunstancias, así por ejemplo, la fecha, día y hora de nacimiento o las líneas y protuberancias de la mano, determinan la conducta humana y especifican las tendencias instintivas.

Un dato que marca una influencia bastante fuerte dentro del estudio de las características de las personalidades criminales, es la aparición de la Fisionomía o Fisiognomía, el estudio de la apariencia externa del sujeto, que se practica desde los griegos y cobra gran importancia en el ámbito jurídico en el siglo XVIII, en el momento de pronunciar sentencia a presuntos delincuentes y criminales.

Garófalo (2005), respecto a la importancia que se daba al prognatismo, indica que la tendencia positivista de establecer un juicio relativo a un sujeto por sus características faciales resulta sumamente subjetivo, ya que la prominencia de las mandíbulas, en este caso, resulta ser característica de los asesinos sanguinarios, y por lo tanto debían ser condenados, no obstante, a lo largo de la historia, la sociedad ha pasado por alto esta norma en sujetos representativos socialmente, tal es el caso de Mussolini cuya fisonomía apegada a lo inadmisible pasó desapercibida.

Las características físicas describían en ese entonces la maldad o bondad, por consiguiente, la culpabilidad o no de un hecho se basó en lo que a simple vista se observaba, la Frenología de Gall es entonces una herramienta fundamental para considerar la condición criminal de un individuo. Elbert (2005) establece que con frecuencia los prejuicios que tenemos son generalizados a partir de estereotipos, y estos estereotipos consisten en la adjudicación de ciertas características a personas o grupo de ellas, de un modo automático y que por tal razón el saber científico no puede confirmar.

Los frenólogos dedujeron que todos los criminales desarrollan en mayor medida los centros craneales que rigen los instintos de defensa, la agresividad y el coraje, ésta área se sitúa en la parte posterior del cráneo, atrás de las orejas; además, también se evidenciaba un claro desarrollo en los centros del sentido carnicero o tendencia a matar, los cuales tienen su ubicación por arriba y al frente de las orejas. Para la Psicología esto resulta ser una aportación magnífica, ya que Gall señala que el cerebro no es homogéneo y que las capacidades psíquicas se encuentran distribuidas en 38 regiones cerebrales.

Más tarde, Pinel realiza los primeros diagnósticos clínicos y separa a los enfermos mentales de los criminales. En el siglo XIX, Esquirol, teórico de la psiquiatría, realiza una clasificación de las enfermedades mentales vigente durante este siglo.

De modo complementario a todas las aportaciones y explicaciones médicas y biológicas y de aquellas explicaciones sociológicas; la postura psicológica busca desentrañar el misterio de las motivaciones del crimen. Para los psicólogos, descubrir los móviles ocultos en los lugares más recónditos de la mente humana es uno de sus retos. Rodríguez Manzanera (2012) explica que esto, además de aportar notables conocimientos y nuevas técnicas a la ciencia criminológica, es la inquietud constante de la Psicología.

Ahora bien, de todas las escuelas psicológicas, la que posee mayor impacto en el mundo de la Criminología ha sido el dogmático y rígido Psicoanálisis. La relación directa con la Criminología se expresa a través del concepto psicoanalítico denominado pansexualismo, concepto que alude a que el sexo parece ser el motor que condiciona las acciones del hombre, el delito y la conducta antisocial poseen una base con un significado sexual. Basado en las tres instancias del aparato psíquico: inconsciente, subconsciente, consciente, se descubre que en la cotidianidad de la vida todos los seres humanos poseen pequeños síntomas de lo que acontece en el inconsciente. Así, todos los actos tienen una explicación personal.

El delincuente, para Freud y su psicoanálisis, es un sujeto privado del Súper Yo, a diferencia del neurótico, el criminal no sólo imagina el acto agresivo sino que lo ejecuta. Una experiencia traumática en el criminal es un arma detonante, pues tiende a repetir la escena incómoda para no sufrirla pasivamente. Esta es la explicación por la que el criminal no solamente confiesa sino también regresa al lugar del crimen. El sentimiento de culpa en el criminal es un motivador poderoso.

Alfred Adler expone que el delincuente se caracteriza por su falta de interés social, es enemigo de la sociedad, esto hace más difícil regenerar a un criminal. Manifiesta que las cárceles se han convertido en universidades del crimen, entonces, la preocupación de las penitenciarías debe enfocarse en un mejor trato para los internos y en procurar reconstruir valores sociales en ellos. Adler considera no sólo las causas de la conducta antisocial sino también los fines; explica que la mitad de los sujetos que cometen delitos son trabajadores que en algún momento fracasaron en la escuela y gran cantidad de ellos dan señales de insatisfacción afectiva. Siendo la vida social, el amor y el trabajo, problemas que regulan la vida de un sujeto, su insatisfacción también lo hace adaptado o inadaptado socialmente.

La Psicología Analítica, a través de su autor Carl Gustav Jung, aporta la famosa tipificación de la personalidad clasificando a los sujetos en introvertidos y extrovertidos, y dividiendo a éstos en pensadores, sentimentales, intuitivos y sensitivos. Tipificación que, junto con la idea denominada “inconsciente colectivo”, ha sido utilizada en Criminología.

Por otra parte, la escuela psicológica denominada Conductismo refiere que lo único que existe es aquello que se puede observar y medir, para lo cual, la observación, los reflejos condicionados, los test y los informes verbales se convierten en las únicas herramientas de validez. La única finalidad perseguida es modificar la conducta de las personas mediante aprender y desaprender. B. F. Skinner destaca conceptualmente que la díada estímulo-respuesta y condicionamiento-reforzamiento ha sido utilizada para explicar la conducta antisocial.

De acuerdo con la Fenomenología de Edmund Husserl, se puede explicar la conducta antisocial desde una postura interpretativa de las experiencias subjetivas del criminal, sus relaciones y comunicación con los otros, hasta llegar a la Psicología Anormal en la que los fenómenos morbosos se observan como disturbios en el cerebro o como desórdenes del organismo psíquico, se llega a lo que ahora se reconoce como Criminología Clínica en la que se establece como objeto de estudio a las conductas antisociales y criminales, basándose en la observación, el análisis profundo de casos normales, anormales y/o patológicos.

El ser humano, al ser considerado un ser bio-psico-social, requiere de un estudio integral, Restrepo Fontalvo (2002) expresa que considerar una postura orgánica no es suficiente para comprender la naturaleza social de un fenómeno, también es necesario entender las relaciones de los unos con los otros, estudiar al sujeto como histórico, como un producto de sus relaciones, pero que una y otra postura se complementen, pues lo social sin lo orgánico tiende a desaparecer. La parte psicológica atiende a la preocupación de catalogar conductas patológicas o desviadas de aquellas que no lo son en un contexto determinado y de qué manera se debiera proponer un adecuado manejo.

Dentro del ámbito legal, quienes marcan los límites, las leyes, las normas y las legislaciones, son abogados y han aplicado la ley desde una postura positivista durante mucho tiempo, la polémica se encuentra en el ámbito de lo criminológico, pues la preocupación generalizada radica en entender cómo es el delincuente y su personalidad, en los motivos que influyeron para cometer un hecho criminal o delictivo, y resulta que los aspectos de prevención o de readaptación han pasado a segundo término, o sencillamente, no se les dio la importancia debida.

CONCLUSIONES

Las estadísticas año tras año que se arrojan sobre los delitos cometidos, requieren el replanteamiento de las políticas de readaptación, conocer si funcionan o no las que se están ejecutando. Sabemos de sobra que el sistema vigente está obsoleto, pues no ofrece ningún resultado satisfactorio. Es importante reflexionar y comprometerse con consideraciones sociales, la Criminología y la Psicología Criminal son un asunto que está ubicado en el plano de lo social, no solamente como un tema individual o particular como se ha orientado hasta hoy. El delito es una construcción social que requiere de una adecuada intervención.

La Psicología trabaja sobre asuntos subjetivos, pero esto no quita que tenga la certeza de los fenómenos y hechos que estudia. La Psicología sabe el proceso que se desarrolla en la memoria, en las sensaciones, la función de la personalidad; trasladarlo al plano de lo jurídico, demostrar los saberes de acuerdo con argumentos válidos y fiables ante un jurado es el reto actual.

Los juicios orales, prácticas jurídicas que se están convirtiendo en lo normativo hoy en día, se avecinan y no solamente presentan la necesidad de recurrir a un servicio de Psicología para que el profesional realice un peritaje del victimario y de la víctima, y que rinda su dictamen a partir de la aplicación de una serie de instrumentos. Hoy esto está rebasado, ya que en la actualidad se demanda que las competencias del psicólogo se orienten a la expresión de una adecuada comunicación, a adquirir o desarrollar habilidades de investigación que le permitan plantear constantes hipótesis y, además, respondan a estas cuestiones, a un amplio manejo de las teorías de la personalidad, así como de la utilización y conocimiento de las diversas herramientas de investigación psicológica, habilidad de análisis y destrezas en cuanto al pensamiento divergente y deductivo.

BIBLIOGRAFÍA

Elbert, C. A. (2005). Manual básico de Criminología. Bogotá: TEMIS.

Garófalo, R. (2005). La Criminología. Estudio sobre el delito y la teoría de la represión. Buenos Aires: B de F.

Prieto, M. P. (2004). Manual de Criminología. Buenos Aires: EDIAR.

Restrepo Fontalvo, J. (2002). Criminología. Un enfoque humanístico. Bogotá: TEMIS.

Rodríguez Manzanera, L. (2012). Criminología. México: Porrúa.

La Psicología y su vinculación con la Criminología. Año 1. Número 1

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