Literatura y educación: hacia una didáctica de la literatura fundamentada en la lectura, la escritura y la libertad de pensar por uno mismo. Año 4. Número 12

Autor: Miguel Ángel Duque Hernández.

RESUMEN
Frente a un panorama educativo que ha generado pesimismo y frustración debido a los deficientes resultados obtenidos en la enseñanza de la lengua y la literatura, en la actualidad hay una tendencia a considerar la necesidad social de los estudios literarios como una oportunidad de cultivo de la libertad del individuo en medio de la enajenación circundante. En este artículo se plantea una didáctica de la literatura fundamentada en la lectura, la escritura y la libertad de pensar por uno mismo como ejercicios de re-conocimiento de la teoría de la literatura, la crítica literaria y la historia de la literatura.

PALABRAS CLAVE: Didáctica, literatura, lectura, aprender, escritura, científica, pensamiento, crítico.

INTRODUCCIÓN
Las nuevas tendencias de la Didáctica de la Literatura plantean la necesidad social de los estudios literarios para cultivar la libertad del individuo en medio de una avalancha cotidiana de enajenantes proclamas comerciales y políticas. De tal forma que el vínculo entre Literatura y Educación se entiende como un camino para dar sentido a la vida; pero también como alternativa para el fomento de una pacífica convivencia comunitaria, en un mundo dominado por la violencia, la corrupción, la injustica y la impunidad.

En México, el analfabetismo (dis)funcional de los ciudadanos origina graves desafíos sociales y económicos. Hay escepticismo y frustración en cuanto a los resultados derivados de la enseñanza de la lengua española y de la literatura, debido al bajo rendimiento alcanzado, por ejemplo, en los exámenes de competencia lectora; pues estadísticas de organismos internacionales evidencian que “de los 65 países participantes [en el informe Pisa, en 2012], 51 se encuentran por encima de la media de desempeño [de los estudiantes mexicanos]” (INEE, 2013); además, las cifras oficiales reconocen que “en 152 municipios la tasa de analfabetismo funcional es superior a 38 por ciento” (INEGI, 2011).

Frente a estas dificultades se buscan soluciones desde la Didáctica de la Literatura que conciban a los profesores como lectores. Lectores que deberían contar con suficientes conocimientos teóricos, críticos e históricos sobre la literatura, fundamentados en una sólida competencia lingüística; para que de esa manera procuren entre sus alumnos la lectura crítica como un instrumento para aprender a pensar por sí mismos, de igual forma a la escritura como un remedio para organizar sistemáticamente ideas, experiencias, emociones y deseos.

Uno de los retos mayores del Normalismo mexicano en cuanto a la formación inicial de los docentes de español es que, además de los conocimientos pedagógicos que se les inculcan durante la carrera profesional, sería conveniente agregar en planes y programas contenidos disciplinares de lingüística y de ciencia literaria.

En la cultura grecolatina, Horacio ya refirió la utilidad pedagógica y el gozo de libertad en la búsqueda del sentido esplendente de la vida y de la convivencia social armónica que ofrecen las artes poéticas, en la Epístola a los Pisones (vv. 333-334): “aut prodesse uolunt aut delectare poetae /aut simul iucunda et idonea dicere uitae” [“los poetas quieren ser útiles o deleitar /o decir a la vez cosas agradables y adecuadas a la vida” (Aristóteles y Horacio, 2003). A una conclusión semejante ha llegado el maestro Felipe Garrido, director adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua, quien reconoce que “las artes y las letras nos educan, aunque no como la escuela, sino en términos de vida, existenciales” (Garrido, 2012). A propósito, hoy se busca un modelo apropiado de la Didáctica de la Literatura que en la escuela logre:

 (…)uno, la utilización de la lectura como fuente de placer y de enriquecimiento personal; dos, la necesidad de aproximación a obras relevantes de la tradición literaria para desarrollar hábitos de lectura [y escritura]; tres, la necesidad de comprensión de textos literarios de géneros diversos adecuados en cuanto a temática y complejidad [para el desarrollo del pensamiento crítico, sin perderse entre laberintos metodológicos, ni tampoco entre fórmulas carentes de vida del gramaticalismo o dentro del catálogo de datos desarticulados del historicismo]; y, cuatro, la iniciación en los conocimientos de las convenciones específicas del lenguaje literario [esenciales en el fortalecimiento de competencias comunicativas, pragmáticas y argumentativas] (Rienda, 2014).

Respecto a la función pedagógica de los estudios literarios, desde la cual se concibe a la literatura (como el “conjunto de textos que son producto del arte de la palabra”, Domínguez Caparrós, 2009) como fuente de conocimiento y placer, así como transmisora de cultura. Los historiadores Wellek y Warren (1966) señalan que “el estudioso ha de traducir a términos intelectuales su experiencia de la literatura, incorporarla a un esquema coherente, que ha de ser racional si ha de ser conocimiento”. Ya que se trata de adquirir un conocimiento que surge desde el propio texto literario, cuya aproximación crítica se basa en la ciencia literaria relacionada a través de vasos comunicantes interdisciplinarios como la educación, la historia, la psicología, la filosofía y otros campos de las ciencias sociales y las humanidades.

Aunque hay que advertir que “tal confluencia de métodos, procedimientos y terminologías pueden ser interpretadas positivamente, como signo de la amplia —pudiéramos decir universal— sistematicidad de la literatura” (Aguiar e Silva, 1972); pero, bajo el signo de Babel, desde un punto de vista opuesto, “puede ser legítimamente juzgada como perniciosa, por transformar los estudios literarios en una especie de tierra de nadie donde, so pretexto de exigencias y principios científicos, tienen libre curso varias formas de aventurerismo intelectual”. La ortodoxia en los estudios literarios significa la navegación entre las múltiples metodologías, para después, olvidadas un poco, dejarlas reposar en la memoria, hasta que sean un aliciente para encontrar respuestas a los requerimientos que cada texto necesita para su análisis.

DESARROLLO
En la revisión de los planteamientos actuales sobre la Didáctica de la Lengua y la Literatura (Romera, 1979; Cassany, 2006; Garrido, 1998, 2012; Lomas, 1996; Mendoza y Cantero, 2003; Prado, 2004; Abril, 2004; López y Fernández, 2005; Lledó, 2006; Vivante, 2006; Martín, 2009; Ruiz, 2011; Lerner, Larramendy y Cohen, 2012; Altamirano, 2013; Duque y López, 2013; Duque, López y Gallegos, 2015; Vázquez y Duque, 2015) se percibe una preocupación por formar profesores actualizados y motivados para transmitir el gozo de la lectura y la escritura literarias, con base en los conocimientos didácticos que permiten situar el efecto estético durante el diálogo con las obras literarias. Por lo tanto, se propone una didáctica que pone en contacto directo al estudiante con el texto literario, en un ambiente que propicia el aprendizaje, pues el profesor comparte el gozo por la lectura atenta y placentera de la literatura, mediante estrategias de enseñanza-aprendizaje como las siguientes:

1) Lectura atenta y placentera de las obras literarias que se estudian;
2) Descripción, interpretación y evaluación del texto desde una perspectiva estética, que se fortalece a partir de conocimientos de orden didáctico, lingüístico, teórico, crítico e histórico acerca de los elementos de una obra literaria;
3) Lectura atenta y placentera de la crítica, la teoría y la historia de la literatura en relación con la obra específica. Para favorecer el desarrollo y actualización de estudiantes y profesores, dentro de una metodología de enseñanza-aprendizaje en la cual se promueva el trabajo de investigación formativa. Los practicantes de la escritura creativa al mismo tiempo que exploran y despliegan estrategias para la didáctica de los contenidos hacia una competencia comunicativa y una competencia argumentativa, acrecientan su interés por consolidar su formación lingüística y literaria;
4) La escritura como un medio de sistematización creativa del pensamiento, las emociones, las intuiciones y los deseos que despiertan lecturas tanto didácticas como placenteras, con una mirada humanista que busca transformar la sociedad y procurar el respeto a la libre determinación de los individuos y la convivencia pacífica en la sociedad (Vázquez y Duque, 2015).

Los modelos pedagógicos dentro del campo de las humanidades deberían tener como centro de sus reflexiones al ser humano. Las propuestas didácticas entonces no pueden ser establecidas como una receta de cocina, sino que adquieren una complejidad singular. Aunque es posible enumerar ciertas coincidencias en cuanto a las estrategias discursivas que han permitido el desarrollo de los estudios literarios, sin embargo, todavía hace falta mucho por trabajar.

El gozo que depara la imaginación literaria no se limita cuando se ejecuta mediante una lectura atenta. Cada fonema y cada párrafo de las obras literarias son cernidos minuciosamente para disfrutar la sustancia creativa de que están impregnados y sustanciados. Cada texto requiere de una lectura renovada: 10 o 20 veces, las que sean necesarias, para deshilvanar la materia prima: las ideas y los recursos estilísticos.

Aunque es cierto que hay una crítica parasitaria que no quiere decir nada, que no aporta nada al diálogo literario; sin embargo, también podemos encontrar crítica con la misma altura intelectual y creativa que el texto literario. Alfonso Reyes ha dado un ejemplo destacado acerca del deslinde oportuno de la crítica junto a la creación artística. Por lo tanto, consideramos importante la aproximación del estudiante a los artículos científicos y a los ensayos porque hay un reconocimiento de que provenimos de una tradición cultural que es conveniente aprovechar cabalmente. Aunque Borges, como maestro de literatura, recomendaba a sus alumnos no leer crítica, hay que estar conscientes de que esos mismos alumnos tenían a Borges de maestro. Pero desde la humildad de nuestras trincheras, tal vez sea un aliciente observar el panorama crítico acerca de la obra específica que se estudia, para mantener un diálogo sereno; claro, sin que la crítica se asuma dogmática como si se tratara del catecismo para indios remisos.

En el análisis literario es imprescindible evitar la aplicación de plantillas metodológicas porque originan resultados parciales, conjeturales y arbitrarios. Al contrario, de manera ortodoxa, hay que utilizar todos los recursos de investigación al alcance de la mano, sin cruzar los límites del aventurerismo metodológico, como advierten algunos expertos.

Es preciso profundizar en cada uno de los cuatro pasos enumerados en este apartado, debatir acerca de los pros y los contras en la aplicación de procedimientos específicos y en el ejercicio de las vocaciones magisteriales y literarias expresadas en una serie infinita de posibilidades. Pero dado el tiempo reducido para la exposición de las cuestiones, se presento a continuación el resultado concreto de los devaneos teóricos en el ámbito curricular del Normalismo mexicano.

CONCLUSIONES
Ante los graves rezagos educativos, como el analfabetismo funcional, en que se encuentran marginados amplios sectores de la sociedad mexicana; se justifica la relevancia social de la apertura de la Maestría en Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del estado de San Luis Potosí [BECENE] (2014-2015).

¿Por qué razón? El maestro Felipe Garrido advierte: “antes de que siga adelante la caravana de reformas, la más urgente de todas, la reforma inaplazable, es hacer lectores a los profesores” (Garrido, 2012); con tal finalidad, en la BECENE (México), un grupo de trabajo desarrolla la propuesta curricular de este posgrado que reflexiona sobre el estudio sistemático y placentero de la Literatura, como modelo creativo de la Lengua, a partir de los avances en la lingüística aplicada, la teoría de la literatura, la crítica literaria y la historia de la literatura.

La nación requiere de expertos en Lengua y Literatura que atiendan las deficiencias educativas en la enseñanza del español en los niveles de educación básica, media y superior. Expertos que sean capaces de propiciar el fomento de la lectura y la escritura, como herramientas indispensables para que los niños y los jóvenes aprendan a pensar por sí mismos y tomen las decisiones adecuadas para cambiar este estado de cosas.

A nivel regional es frecuente la improvisación de profesores que atienden materias como redacción, pero que no poseen las competencias lingüísticas suficientes; profesionistas que no están capacitados para suscitar en los alumnos el asombro ante la poesía. La Literatura depara caminos infinitos para la imaginación de los sentidos que se pueden dar a la existencia, con fundamento en la toma de conciencia sobre la forma en que se utiliza la lengua española y en sus posibilidades creativas.

Con la creación de esta nueva alternativa de posgrado de profesionalización en la BECENE se busca resarcir estas deficiencias educativas, mediante la preparación de especialistas con maestría para el ejercicio didáctico de la enseñanza de la Lengua y de la Literatura, que al egresar cuenten con sólidos conocimientos pedagógicos en Lingüística, Teoría de la Literatura, Crítica Literaria e Historia de la Literatura, imprescindibles para generar propuestas de cambio frente a los problemas sociales relacionados con el analfabetismo y el rezago que impiden conseguir una transformación de fondo en la educación mexicana para lograr una población interesada en leer y en escribir sus ideas.

Entre los problemas de la Didáctica de la Literatura se encuentran los enfoques educativos en que se privilegia el historicismo reducido a simples fórmulas de datos bio-bibliográficos, corrientes y escuelas, géneros literarios; un gramaticalismo que revisa sólo aspectos técnicos desligados del placer que entraña la lectura de un texto literario; aunado a una excesiva inmersión teórica en las metodologías que están de moda.

Desde una sencillez y una complejidad excepcional, las tendencias actuales de la Didáctica de la Literatura giran en torno a la lectura, la escritura y el aprender a pensar por sí mismos, como las estrategias de enseñanza aprendizaje civilizatorias que sustentan la aproximación a las obras literarias, en que conviven con tolerancia la utilidad pedagógica y el placer estético, a partir del componente vitalista.

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