La inteligencia asertiva como medio de intervención en la terapia sistémica. Año 4. Número 8

Autor: Marco Antonio Constantino Aguilar.

RESUMEN
Este artículo aborda la importancia de la inteligencia asertiva en los procesos de intervención psicoterapéutico sistémicos, con el propósito de resolver los problemas de comunicación en la familia. También se presenta a la inteligencia asertiva como un medio para desarrollar la inteligencia emocional y que el ser humano sea capaz de reaccionar adecuadamente ante las distintas circunstancias de la vida.

PALABRAS CLAVE: Asertividad, inteligencia, emocional, terapia, familiar, sistémica.

INTRODUCCIÓN
El cumplimiento de las necesidades humanas es vital para la existencia de los individuos, realizarse, sentirse plenos, conocerse personal y emocionalmente. Expresarse es una parte fundamental en este proceso de satisfacer necesidades: decir lo que siente, piensa, se merece o lo que no desea, sin ser reprendido o enjuiciado para no preferir guardar los sentimientos y emociones asumiendo una postura de “no pasa nada” o “para qué lo digo o hago si de todas maneras no es importante para los demás”.

La comunicación suele estar condicionada por los procesos culturales de cada pueblo o región geográfica. En la familia este proceso implica asumir roles integrales donde las partes se expresan y buscan entender al otro, ya que todos tiene derecho a expresarse libremente, sin vulnerar las necesidades o sentimientos de los demás.

Por ello, ser asertivo en la comunicación permite a las personas construir un proceso de identidad y de respeto, donde las ideas, pensamientos, decisiones, deseos, peticiones, valen en relación a la autoestima de los individuos.

A través de la comprensión asertiva se pueden obtener grandes avances comunicativos, en el caso de la psicoterapia sistémica, la inteligencia asertiva es un medio de intervención eficaz en los procesos comunicativos familiares.

DESARROLLO
La Academia de la Lengua Española (2010) considera a la asertividad como adjetivo de afirmar: “dar por cierto algo”. Es decir, la asertividad debe entenderse como una acción humana dotada de voluntad, que permite a las personas reconocerse como acreedoras de sus decisiones y de lo que desean en la vida.

Javiera de la Plaza (2013) considera a la asertividad como un modo de interacción comunicativa que permite articular pensamientos, sentimientos y criterios personales en el momento apto, con fluidez verbal, sin sentir ansiedad, considerando lo que uno siente y piensa al mismo tiempo que a los demás.

La importancia de ser asertivo “(…) proporciona grandes beneficios al ser humano. Por una parte, incrementa el autorespeto y la satisfacción de hacer alguna cosa con la suficiente capacidad para aumentar la confianza o seguridad en uno mismo. Además mejora la posición social, la aceptación y el respeto de los otros, en el sentido de que se reconoce la aptitud para afirmar los derechos de las personas” (De la Plaza, 2013).

Así, la asertividad como un medio comunicativo y social permite a los individuos desarrollar su autoestima, no solamente personal sino social, de tal suerte que los demás reconozcan que la persona vale por sus pensamientos y actos ante los demás. Ante esto, el individuo reconoce que tiene el derecho de vivir haciendo valer lo que piensa, tomando sus propias decisiones, sin afectar a otros.

La inteligencia asertiva “es la capacidad para comunicarse, expresar ideas, opiniones, puntos de vista, sentimientos, de una manera clara, precisa y desenvuelta, aunque sin atropellar a los demás” (De la Plaza, 2013). Es decir, es poseer habilidades emocionales para manifestar ideas, opiniones, puntos de vista y emociones, de una manera clara, acertada y resuelta, sin hacer menos a los demás.

En este sentido, es necesario que la inteligencia asertiva quede materializada dentro de la inteligencia emocional como lo describe Daniel Goleman (2003) al argumentar que: “el tono emocional de una interacción, es en cierto sentido una señal de dominio en el nivel íntimo y profundo: significa guiar el estado emocional de la persona”.

Con respecto de la terapia familiar sistémica, se atiende psicoterapéuticamente “(…) a las familias como organismos sociales estructurados en subsistemas separados por límites; [donde] que los subsistemas definen las funciones de sus miembros; que los miembros de las familias se organizan en alianzas, afiliaciones y coaliciones; que las familias evolucionan y pasan por periodos de transición conforme cambian” (Minuchin, Nichols y Lee, 2011).

La terapia sistémica ve a la familia como un sistema que vive y es dinámico en sus relaciones sociales, se relaciona en subsistemas, entabla alianzas en sus roles y estatus, donde en cada momento hay una transición emocional.

Goleman (2003) describe, al respecto, que “una competencia social clave es lo bien o mal que la gente expresa sus propios sentimientos”. Es decir, la inteligencia emocional es un ejercicio constante en donde las personas expresarán sus propios pensamientos. Por consiguiente, se necesita la conciencia de las emociones de la persona, mientras se es asertivo en la comunicación, para garantizar el desarrollo de la inteligencia asertiva.

Por lo anterior, la inteligencia asertiva debe ser vista como una capacidad de decir o manifestar las opiniones en un momento preciso, debe estar configurada dentro de una categoría emocional de todo individuo; es decir, que constituya un estado emocional constante en el vivir cotidiano.

Sin embargo, dentro de las familias suele haber serios problemas de comunicación, no sólo por la falta de expresión emocional sino por la misma disfuncionalidad familiar manifestada en la falta de confianza, seguridad, apoyo, cuidado, aprecio, cariño, etc. También suelen carecer de inteligencia asertiva al recriminar a los demás por pensar diferente, generando familias y personas frustradas por la falta de expresión de sus ideas y emociones.

Esta falta de inteligencia asertiva en la familia se observa también cuando los padres de familia oprimen a alguno de sus miembros, o lo obligan a interesarse por algo que no le interesa (estudiar algo por un sueño frustrado personal) y donde el hijo se muestra incapaz de negarse ante estas peticiones. En contraparte con familias donde un miembro sobresale y relega a quienes permanecen inferiores a él o que no piensan igual. También ocurre que en algunas familias se recurre a las mentiras para no sufrir agresiones por una forma de pensar diferente.

Otro problema importante es la incapacidad para decir “no” ante algunas circunstancias de la vida. En consecuencia, algunas personas viven para los demás, sin importarles lo que verdaderamente desean pensar o hacer. De modo que cuando quieren decir “no” terminan por decir “sí”, aunque con ello sientan remordimientos posteriores sobre su decisión.

Así mismo, hay personas que no pueden expresar sus sentimientos y emociones debido a que tienen padres autoritarios o porque heredaron un patrón familiar, puesto que uno de los padres tampoco posee inteligencia asertiva (generando un patrón familiar).

Algo que resulta muy complicado para muchas personas es ser el juez del comportamiento de uno mismo, debido a que lo más fácil es dejarse llevar u obedecer a los demás. Generando a una persona insegura, voluble, falta de valor: manipulable.

También se observa que los padres depositan en los hijos cargas que no les corresponden (cuidar a los hermanos, por ejemplo). Así, el hijo se vuelve padre o madre sustituta del sistema. Un niño sin inteligencia asertiva accede a estas obligaciones, ocupando un rol que no le corresponde y con el perjuicio a su personalidad y al esquema familiar.

Así, una de las habilidades más complicadas a desarrollar en la familia es la calidad de expresión de las opiniones de manera libre, cuya práctica se pierde si no se ejerce y se corre el riesgo de vivir en un núcleo familiar autoritario o anárquico.

Por ello Minuchin, Nichols y Lee (2011), en su modelo de cuatro pasos sobre la intervención psicoterapéutica sistémica, indican que: es necesario conocer el problema presentado por la familia; explorar el patrón familiar que hace que el problema se encuentre latente; es necesario indagar sobre la historia de vida familiar de los padres y por último redefinir el problema en la familia y vislumbrar nuevas soluciones.

En el último paso descrito en la psicoterapia sistémica: se debe “(…) redefinir el problema en la familia y visualizar nuevas soluciones” (Minuchin, Nichols y Lee, 2011), que el psicoterapeuta sistémico debe tener en cuenta como medio de intervención en la familia, además del desarrollo de la inteligencia asertiva como medio de solución a un problema planteado como síntoma. Es vital desarrollar la comunicación asertiva por la propia familia partiendo de sus esquemas psicológicos, de tal suerte que ellos mismos la descubran dentro del proceso terapéutico sistémico.

Por otro lado, se corre el riesgo de que sólo por un instante se ejercite la inteligencia asertiva dentro de la familia, por ello el terapeuta debe monitorear a los miembros del sistema para motivar y formar la inteligencia asertiva en su vivir diario.

CONCLUSIONES
Es necesario ofrecer a los miembros de la familia un sistema de ayuda alternativo a los problemas de comunicación continua mediante la inteligencia asertiva. De tal forma que llegue a constituir para la familia una inteligencia emocional.

Desde la psicoterapia sistémica, las familias que asisten a consulta psicológica con problemas de comunicación familiar mejoran sus procesos interpersonales e intrapersonales en el rubro de la comunicación familiar; principalmente si se comprometen a través de la práctica cotidiana de la inteligencia asertiva, que se traduce en un decir “sí”, cuando se quiere decir que “sí” y decir “no”, cuando se quiere decir “no”, o mediante la expresión libre de los pensamientos, sin miedo a ser repudiado.

Ante todo esto, el entrenamiento asertivo ofrece al sistema familiar no sólo una manera de comunicarse de manera eficaz, sino las pautas de conducta que permiten a sus integrantes el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto caracterizado por el respeto de sí mismo, lo que piensa, siente y proyecta ante los demás; es decir, garantiza a las personas actuar y visualizar la vida con dignidad.

Según Aguilar y Rolleri (2011), los seres humanos debemos desarrollar las competencias o habilidades para vivir una vida en sanidad y equilibrada emocionalmente, de tal suerte que se traduzca en: a) saberse en el lugar del otro, b) aprender a escuchar con todos los sentidos y comprender los sentimientos propios, y c) entrar en un verdadero contacto con los demás para lograr este objetivo.

El entrenamiento asertivo materializado en la inteligencia emocional no es sólo de utilidad para la familia, también lo es para los psicoterapéuticos sistémicos, quienes ante la asertividad tienen una herramienta valiosa de intervención en los procesos psicoterapéuticos de quienes atienden.

BIBLIOGRAFÍA

Aguilar, M. y Rolleri, D. (2011). Inteligencia emocional. México: Editores Mexicanos Unidos.

De la Plaza, J. (2013). La inteligencia Asertiva. México: Editorial Vergara y Rivas.

Goleman, D. (2010). Inteligencia Emocional. México: Kairos.

Minuchin, S., Nichols, P. M. y Yung Lee, W. (2011). Evaluación de familias y parejas. México: Paidós.

Real Academia de la Lengua Española. (2010). Diccionario. Recuperado de http://dle.rae.es/?w=diccionario

La inteligencia asertiva como medio de intervención en la terapia sistémica. Año 4. Número 8

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