La importancia del Sol en la salud humana

La vida del Sol es bastante corriente, ya ha llegado a los 4500 millones de años y aún le espera un período cercano a los 5000 millones. A pesar de lo común de su vida, para los habitantes de la Tierra, el Sol es un objeto celeste de suma importancia. Sin él, la vida en nuestro planeta no sería como la vivimos, probablemente no existiría.

El Sol, por lo tanto, resulta un recurso vital para la existencia de las especies que habitan nuestro planeta, con todo esto, nuestro Sol no sólo trae beneficios a la Tierra, también conlleva algunos peligros que con el avance de la tecnología y su estudio, se han evidenciado.

Entre los peligros que han sido observados, en estudios y a partir de registros estadísticos, están los incrementos en los infartos al miocardio y los derrames cerebrales que en los períodos de mayor actividad solar son más frecuentes. En un estudio hecho en México se registró que en estos períodos de más actividad solar también aumentaba la frecuencia de ataques de epilepsia y el número de ingresos de enfermos a hospitales mentales. Esto, al parecer, debido al rango de frecuencias en que llegan a nuestro planeta las partículas solares.

Aunado a esto, siempre están los evidentes efectos de la radiación ultravioleta sobre la piel, que pueden provocar, tras largas y prolongadas exposiciones, riesgos de cáncer y deterioro de la elasticidad y la vitalidad.

A nivel planetario, las interrupciones e interferencia de las comunicaciones y afectaciones en los satélites de comunicación. Todos estos procesos, junto con los causados en el ser humano se presentan en los períodos en que la actividad del sol es mayor. El sol presenta estos períodos de alrededor de 11 años en los que hay máximos y mínimos en los extremos de los mismos. Un dato físico evidente de una mayor actividad del Sol, es la presencia de manchas solares, entre más sean, mayor es la actividad de nuestra estrella; las explosiones solares y las prominencias solares también son peculiares en estos períodos.

Lo anterior no debe implicar un temor al Sol o a sus efectos, sino que nos coloca en una posición más informada para entender que además de ser el causante de la vida en nuestro planeta, es también quién puede provocar efectos adversos a la vida, por lo que las precauciones y los cuidados médicos serán vitales para prevenir posibles daños a la salud de los más propensos.

Con respecto de los daños en las comunicaciones y los satélites artificiales, las interferencias y demás, esto se debe a la cada vez mayor dependencia tecnológica del ser humano y ante esto no hay medidas para prevenir o disminuir los efectos de las partículas solares en la Tierra. Ante esto sólo queda idear mejores sistemas de comunicaciones mejor blindados ante los daños del Sol.

 

Por Érika Hernández Jiménez.

Aliat Universidades.

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Referencia:

Nasa.

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