La que parece una reacción natural y de reflejo frente a una condición de dolor, gritar, se ha confirmado en un experimento, tiene una función importante en el ser humano, la disminución de la sensación e intensidad, así como la capacidad de aguantarlo. Esta prueba consistió en someter al dolor que provoca el agua helada a un grupo de personas, los resultados fueron sorprendentes.
En el experimento se sometió a los individuos al dolor provocado por el agua helada. Los resultados confirmaron que las personas a las cuales se les permitió gritar aguantaron más tiempo frente al agua, principalmente si decían palabras altisonantes acompañadas de gritos.
Se afirma, que al igual que algunas especies animales que frente al dolor gruñen, lloran o chillan, los seres humanos gritan por tres razones: para atraer atención, para alejar a algún atacante y para advertir de algún peligro a los demás.
Y esta respuesta sonora podría sr el resultado evolutivo de nuestra estructura cerebral. Esto se afirma debido a que la región cerebral en la que se producen las blasfemias y las malas palabras es radicalmente diferente a la región en la que se produce el lenguaje (el lado izquierdo).
La zona exacta en la que se producen las palabras altisonantes o malas palabras se encuentra en la parte central e interior del cerebro que es la misma región donde se sitúa la amígdala cerebral (esta amígdala interviene en el proceso de enfrentamiento y huida), por lo que esta zona resulta prepararnos para enfrentar una acción de peligro o nueva mientras disminuye nuestra sensación de dolor.
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